El control del gusano barrenador del ganado, un reto para la capacidad sanitaria nacional

Hoy en día la sanidad, inocuidad y trazabilidad de los alimentos son cruciales, no solo por cuestiones de salud humana y animal de los países que los producen y consumen, sino también por la feroz competencia de los mercados globales, en donde las buenas condiciones de sanidad otorgan ventajas competitivas; en ocasiones también se esgrimen razones sanitarias para fines proteccionistas.

El constante crecimiento de la población genera una presión en los países para garantizar la producción de alimentos; el asunto se torna aún más complejo pues no solo se trata de garantizar alimentos suficientes, sino que también se exige que estos sean inocuos y de buena calidad.

Por ello, actualmente mantener bajo control la disponibilidad de alimentos inocuos, sean estos producidos o importados, es un gran desafío para cualquier país. El riesgo de que entren plagas y enfermedades exóticas de un país a otro radica sobre todo en la gran movilidad de personas y productos que transitan diariamente alrededor del planeta. En un día normal alrededor de 120,000 vuelos comerciales despegan y aterrizan en el mundo; si además agregamos los vuelos privados, la cifra puede superar los 213,000, o sea que más de 80 aviones despegan o aterrizan cada minuto en cualquier lugar del planeta.

Los vuelos de 22,000 aviones llevan 3 millones de pasajeros que con frecuencia traen consigo clandestinamente, frutas, carnes, quesos, hortalizas, plantas, mascotas o semillas que provocan la diseminación de enfermedades y plagas cuando no son detectadas en los lugares de destino. Lo mismo ocurre con el movimiento de mercancías y productos en las fronteras y los puertos.

En un mes normal, arriban a nuestro país, por los cinco principales puestos fronterizos, alrededor de 4.5 millones de contenedores de 20 pies, sin hablar del cruce de personas, legalmente o no, que ocurre diario por nuestras fronteras norte y sur. En ese contexto, la inspección de productos y sus embalajes es un verdadero reto para cualquier capacidad técnica sanitaria por más estricta y cuidadosa que sea.

La responsabilidad de mantener a nuestro país libre de plagas y enfermedades, así como garantizar la sanidad e inocuidad de los productos agroalimentarios recae en el SENASICA-SADER, que vale decir, ha sido reconocido internacionalmente como uno de los servicios más eficientes del mundo. Recientemente, nuestro sistema de vigilancia sanitaria se ha puesto a prueba a raíz del rebrote de la epidemia de gusano barrenador del ganado (CBG); hay que reconocer que el SENASICA ha hecho mucho si tomamos en cuenta las limitadas capacidades tanto humanas como materiales con las que ha contado particularmente durante los últimos años.

Esta enfermedad consiste en una infestación parasitaria que afecta especies bovinas, porcinas, equinas (y en algunos pocos casos también humanos). Esos gusanos en realidad son larvas de una mosca que deposita huevecillos en heridas abiertas. Una vez que la larva emerge, comienza a alimentarse del tejido “hacia adentro”. Esto provoca que el animal pierda peso y eventualmente le puede causar la muerte por infecciones.

No se trata de una enfermedad contagiosa, es decir no se transmite por el contacto directo o indirecto. Por ello, la mejor manera de controlarla es produciendo en plantas construidas exprofeso y “liberando” millones de moscas estériles de manera que se interrumpa su ciclo reproductivo.

Conviene explicar cómo resurgió esta epidemia y cómo llegamos a la situación actual. Desde 1991, una vez que se logró la erradicación del gusano barrenador en México y Centroamérica, se optó por contener la plaga estratégicamente en Panamá, mediante la liberación de moscas estériles para abatir su población. Esto se logró gracias al financiamiento de Estados Unidos para la operación de las instalaciones.

A partir de entonces, la mosca del gusano barrenador, que existe en todo Sudamérica, se había logrado contener eficientemente en Panamá; sin embargo, en 2023 comenzó a entrar nuevamente a ese país, probablemente porque a partir de ese año migrantes sudamericanos comenzaron a cruzar de manera descontrolada por la frontera entre Panamá y Colombia, a través del llamado Tapón de Darién, que para esos tiempos había dejado de serlo. Muchos de ellos cruzaron con mascotas y posiblemente con carne contaminada.

De esta manera, la plaga se diseminó en Panamá y rápidamente pasó a Costa Rica, causando gran alarma en los países de la región. Bajo el principio de prevención, durante mi gestión al frente de la SADER, en conjunto con las autoridades y técnicos del SENASICA, ideamos un plan técnico para contener la plaga del gusano barrenador lo más lejos posible de nuestra frontera con Guatemala y Belice.

Con este objetivo, nos reunimos con los ministros de Agricultura de Centro América y de República Dominicana, en abril de 2024. (https://web.oirsa.org/archivos/14728 y https://www.gob.mx/agricultura/prensa/asume-mexico-presidencia-del-comite-internacional-regional-de-sanidad-agropecuaria-que-integra-ministerios-de-agricultura-de-nueve-naciones?idiom=es)

En esa reunión propusimos una estrategia coordinada contra el avance de la mosca en la frontera de Costa Rica con Nicaragua. Ahí se facilitaba la operación por la barrera natural que representa el Lago de Nicaragua, pues solo había que dispersar la mosca estéril en una distancia de aproximadamente 70 kilómetros y complementar con el control químico por tierra.

Desafortunadamente, a causa de la lentitud burocrática del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA), responsable de la sanidad regional en América Central y República Dominicana, se retrasó la operación y la mosca pasó de Nicaragua a Honduras y en pocos meses llegó a Guatemala y de ahí a México, donde se detectó por vez primera a fines de noviembre de 2024.

Desde que se reportó la aparición de la mosca del gusano barrenador en Panamá, el riesgo para México era inminente, agravado por el trasiego de ganado legal y/o ilegal que ha transitado de Centroamérica hasta nuestro país en las últimas décadas, en el orden de más de un millón de cabezas anuales.

SENASICA no puede detener el contrabando de ganado; para ello se necesita el trabajo coordinado con todas las entidades que operan en la frontera sur, principalmente la Guardia Nacional, y también se requiere de una estrategia conjunta con nuestro vecino del sur para enfrentar una situación agravada por la corrupción y la delincuencia organizada en ambos países.

Como podemos ver se trata de un problema que no empezó ayer, pero cobró relevancia hasta que las autoridades de Estados Unidos comenzaron a impedir el paso de ganado mexicano a través de la frontera, pese a que el problema aún está localizado en la zona suroeste México. El principal problema es que las moscas seguirán “viajando” hacia el norte, por lo menos hasta que se topen con climas fríos, si no se toman medidas urgentes al respecto. La primera es intensificar la diseminación de moscas estériles en las zonas ahora afectadas.

Visto así, el control de la mosca del gusano barrenador es un problema regional que debe ser atacado en conjunto por los siete países de Centroamérica y los tres de Norteamérica, involucrando a funcionarios públicos, técnicos especialistas y, de manera decisiva, a los ganaderos. Se podrán tener medidas de contención o control del movimiento del ganado o de las personas y mascotas, pero la mosca no necesita permiso ni pasaporte para viajar de un país a otro, como ya lo ha demostrado.

Erradicar nuevamente la mosca del gusano barrenador de nuestra región podrá tomar 10 o 15 años si se trabaja en forma coordinada y con firme decisión política y financiera. Un programa de esta envergadura requerirá de una gran inversión económica; de un serio liderazgo técnico y también de la participación de las organizaciones que operan regionalmente como OIRSA, FAO e IICA.

¿Quién asume el control? ¿Cómo se gestionarían y administrarían los recursos económicos para esta campaña? ¿Quién tiene la capacidad técnica? Creo sinceramente que México es el país que está mejor posicionado para asumir este liderazgo, ya lo hizo la primera vez y hoy en día disfruta de reconocimiento y mucha más experiencia. Habrá que levantar la voz y asumir la responsabilidad.

Cortesía de El Economista



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