Un reciente hallazgo arqueológico en el sitio de Áspero, una de las ciudades pesqueras más antiguas del continente americano, ha revelado el entierro de una mujer perteneciente a la élite de la civilización Caral. Este descubrimiento, que ha sido posible gracias al trabajo del Ministerio de Cultura, en concreto a la Unidad Ejecutora 003 Zona Arqueológica Caral (ZAC), no solo aporta nuevos datos sobre la organización social de una de las civilizaciones más antiguas del mundo, sino que también revaloriza el papel de las mujeres en las primeras sociedades andinas.
La civilización Caral: una de las más antiguas del mundo
La civilización Caral se considera la más antigua de América y una de las primeras organizaciones sociales complejas del planeta, junto con Mesopotamia, Egipto, India y China. Floreció entre los años 3000 y 1800 a. C. en el valle de Supe, en la actual región de Lima, Perú, en un territorio que se extiende por diversas zonas del litoral, los valles y la sierra andina. Su capital se estableció en la ciudad sagrada de Caral, ubicada a 182 km al norte de Lima, aunque también desarrollaron otros importantes asentamientos costeros como Áspero, protagonista de este hallazgo.
Caral construyó un orden basado en el conocimiento, el comercio y la diplomacia intercultural. Sus ciudades contaban con imponentes pirámides, plazas circulares, canales de riego, observatorios astronómicos y centros ceremoniales que reflejan tanto una compleja planificación urbana como una estructura social basada en las jerarquías.

Áspero: el puerto de Caral
El sitio arqueológico de Áspero se encuentra en la provincia de Barranca, al norte de Lima, y se considera uno de los asentamientos pesqueros más importantes de la civilización Caral. Su antigüedad se remonta a más de 5000 años. En Áspero, la interacción entre los habitantes del litoral y del valle interior fue fundamental para sostener el modelo económico y político de esta civilización. A través del intercambio de productos marinos por bienes agrícolas y textiles, se forjó una red de cooperación que benefició a ambas regiones.
Áspero contaba con estructuras monumentales como la pirámide de los Ídolos, la pirámide de las Banderas y la pirámide de los Sacrificios. Estas construcciones, además de cumplir funciones religiosas y administrativas, también funcionaron como centros de concentración del poder y la memoria colectiva. Fue, precisamente, junto a una de estas pirámides que se descubrió el entierro de una mujer que vivió hace unos 4500 años.

El hallazgo de la tumba: una mujer de la élite
El equipo arqueológico dirigido por la doctora Ruth Shady Solís, directora del proyecto, halló el cuerpo depuesto en un contexto funerario cuidadosamente preparado. La tumba se encontraba al pie de una de las estructuras piramidales principales y contenía los restos de una mujer de entre 20 y 35 años de edad. Su posición flexionada, orientada hacia el este, refleja una práctica ritual común en las sociedades andinas antiguas, asociada al culto solar y al renacimiento.
La difunta presentaba un estado de conservación excepcional. El cuerpo se envolvió cuidadosamente en diversos materiales: tejidos de algodón, esterillas de junco y un panel ornamentado con plumas de guacamayo, dispuestas con esmero sobre haces de fibras vegetales y sujetas en una red. Sobre la cabeza, se le colocó un tocado elaborado con fibras.
Junto al cuerpo se encontraron diversos objetos de carácter simbólico y de prestigio que parecen confirmar el lugar destacado que esta mujer ocupó en la jerarquía social de Áspero. Entre los bienes hallados, destacan cuentas de moluscos, el pico de un tucán incrustado con cuentas de colores, una red para pescar y herramientas de tejido. Además, se hallaron restos de calabazas, semillas y productos vegetales que pudieron formar parte de las ofrendas rituales fúnebres.
El ajuar funerario sugiere que esta mujer desempeñó un rol de liderazgo político, religioso o económico dentro de su comunidad. Estos datos coinciden con otras evidencias arqueológicas de Caral, como las que proporciona el enterramiento de la Dama de los cuatro tupus, que demuestran la existencia de mujeres en posiciones de poder.

Significado simbólico y social del descubrimiento
Este hallazgo no solo enriquece la información sobre las prácticas funerarias de la civilización Caral, sino que también pone de relieve el papel de las mujeres en la organización y conducción de las primeras sociedades complejas andinas. La doctora Ruth Shady ha enfatizado en diversas ocasiones que la civilización Caral promovía una convivencia basada en la equidad de género, como se ha evidenciado en otros entierros y representaciones iconográficas.
Asimismo, el descubrimiento de materiales de distintas procedencias en el ajuar funerario —como conchas marinas no locales— aporta evidencia de las relaciones interculturales que Caral mantenía con otras poblaciones de la costa y del interior andino. Estas conexiones no solo implicaban intercambio económico, sino también vínculos simbólicos y religiosos que fortalecían la cohesión social a larga distancia.
Caral y la construcción de la memoria histórica
La tumba de esta mujer de élite se suma a una serie de descubrimientos que permiten reconstruir con mayor precisión la compleja estructura social y cultural de la civilización Caral. La continuidad ritual en los entierros, la disposición arquitectónica de los templos y la sofisticación de los ajuares funerarios reflejan un alto grado de institucionalización de los roles sociales, así como la transmisión intergeneracional de saberes.
Además, el contexto del hallazgo —junto a una pirámide de gran importancia ceremonial— confirma la centralidad del culto y la cosmovisión en la vida política y económica de Caral, donde las autoridades religiosas tenían un rol destacado en la gestión del territorio, la redistribución de recursos y la interpretación del calendario astronómico.

Implicaciones contemporáneas
En palabras del Ministerio de Cultura del Perú, este hallazgo contribuye a valorar la historia de las mujeres y a fomentar una memoria colectiva que reconozca su protagonismo en la construcción de las primeras civilizaciones. La mujer de Áspero ofrece un ulterior ejemplo del liderazgo femenino en contextos históricos tempranos.
La difusión de este descubrimiento también promueve el conocimiento del patrimonio cultural peruano y el fortalecimiento de una identidad nacional basada en la diversidad y la equidad. Gracias al trabajo interdisciplinario entre arqueólogos, antropólogos, restauradores y comunicadores, yacimientos como Caral y Áspero emergen del pasado con mensajes vigentes para el presente.
El hallazgo de la tumba de una mujer de la élite en Áspero constituye un hito en la investigación arqueológica del Perú y del continente americano. A través de este descubrimiento, los arqueólogos han reafirmado las características singulares de la civilización Caral: su antigüedad, su estructura no belicista, su red de intercambios y su apuesta por la equidad de género. La mujer de Áspero, sepultada hace casi cinco milenios, vuelve hoy a hablar a través de los objetos que la acompañaron en su tránsito para revelar una historia en la que las mujeres también lideraban.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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