Año nuevo, década nueva, banda al día. Esta era la síntesis que proponía The Game, el octavo disco de estudio de Queen, de cuya salida se cumplen 45 años este lunes 30 de junio.
La banda sabía que renovarse era vivir; es decir, mantener la presencia alta en los charts y la relevancia en una escena cada vez más cambiante. En rigor, comenzaron a tomar nota con News of the World, de 1977). Allí, no sólo se cruzaron con los Sex Pistols durante las sesiones de grabación, sino que Roger Taylor tomó nota en sus dos canciones, especialmente en Fight from the inside, donde parecía hablarle directamente a los nuevos jóvenes iracundos. Por demás, el hit We will rock you exhibía un minimalismo instrumental impensado para un grupo de rock glam y progresivo.
En Jazz, al año siguiente, pese a contar con el retorno por última vez en la producción de Roy Thomas Baker (fallecido el pasado abril), el cambio ya era más marcado. Las orquestaciones de guitarra de Brian May y los juegos armónicos vocales -marcas registradas de la Reina- continuaron bajando en intensidad.
Pero The game fue un álbum lleno de primeras veces. El primero en grabarse en los Musicland Studios de Múnich (Freddie Mercury, Taylor y quizá en menor medida May le tomaron en seguida el gustito a la vida nocturna de la ciudad), que se convertiría en la base de operaciones del grupo hasta A kind of magic (1986), incluyendo Mr. Bad Guy (1985), el único disco solista del cantante.
También fue el debut con el ingeniero y coproductor Reinhold Mack. Escuchen, por ejemplo, discos de la Electric Light Orchestra grabados por Mack en el mismo estudio y período y notarán alguna que otra similitud tímbrica en la batería, estilos percusivos aparte.
Y lo más importante, ya desde la tapa (todos con camperas de cuero al estilo de los años ’50; sólo faltó la corbatita que John Deacon solía vestir en los shows) la banda se plegó a los dictados de la new-wave y la música disco tardía, con Brian May resignando su arquetípico sonido hecho de napas de guitarra y los coros operísticos, vueltos prácticamente un recuerdo.
Y aún más, para un grupo que se jactaba en sus primeros trabajos de no utilizarlos, sonó un sintetizador: “Este álbum incluye la primera aparición de un sintetizador un (Oberheim OB-X) en un álbum de Queen”. Aquí aparece en la balada título y apertura, un molde que Mercury utilizó más de una vez (It’s a hard life, Made in Heaven…).
Uno casi que puede imaginar a May pensando “¿En serio piensan que no soy capaz de hacer estos ruidos con mi guitarra y mis equipos?”. Por cierto, de los cuatro videos clips de The game, a May se lo ve con una Fender Stratocaster en Play the game y una Telecaster en Crazy little thing called love (propiedad de Taylor, usada a pedido de Mack), en lugar de su eterna y casera Red Special.

Como haya sido, para fin de año el sintetizador tendría un rol mucho más protagónico en la banda de sonido de Flash Gordon, que salió en diciembre de 1980), y -en otras marcas y modelos- sería un timbre decisivo en el resto de la carrera del grupo. Y pensar que las notas de su debut (Queen, ahora rebautizado Queen I, movida de marketing pensando en la próxima reedición de Queen II) cerraban con “… y nadie tocó el sintetizador”.
Las sesiones de grabación
Las sesiones comenzaron en junio de 1979. Para el mes siguiente, ya tenían cuatro canciones: el rockabillly de Mercury Crazy little thing called love, la despojadas baladas de May Save me y Sail away sweet sister y la bien a tono con la new-wave Coming soon de Taylor.

En la aquí editada bajo el título Cosita loca llamada amor, Mercury lleva los acordes en la guitarra acústica. De hecho, la compuso mientras se bañaba en el Múnich Hilton, y ya sabemos qué buena acústica tienen los baños. Fue número uno en Estados Unidos y dos en Inglaterra. El clima de los años Fifties logrado es impecable.
May comparte la voz líder con Mercury en Sail away sweet sister, y toca el piano en Save me, como hizo cuando la canción fue tocada en 1981 en Argentina. Ya la habían hecho durante los conciertos benéficos para Kampuchea que organizó Paul McCartney en diciembre de 1979. Para el álbum doble de dicho evento, Queen aportó Now I’m here.
El trabajo en estudio continuó entre febrero y mayo de 1980. A destacar cuatro particularidades satélites del álbum. Los primeros pasos de la banda sonora de Flash Gordon se dieron aquí. Se grabó un lado B, A human body, escrito por Taylor. Una improvisación de Mercury, It’s a beautiful day, sería rescatada y trabajada por sus compañeros en 1995 para el disco final con los cuatro juntos, Made In Heaven. Y un tercer tema, Sandbox, permanece inconcluso y sólo en forma pirata.
El otro aporte de Brian May a The game puede ser visto con una especie de compromiso en el que salió ganando: heavy bailable. Dragon attack es la favorita de John Deacon y, según May, se registró en las primeras horas del amanecer, “probablemente muy borrachos”. Resabios de las noches muniquesas. Un riff pesado y clásico de guitarra y bajo que hasta da lugar a un solo de Taylor.

Mercury sumó un número más: Don’t try suicide. Un tema anti-suicidio, de vuelta con toques de rockabilly y cierto cinismo en su argumentación: “a nadie le importa”.
La base rítmica de John Deacon y Roger Taylor siempre pareció la más cómoda a la hora de los cambios de estilo impuestos por las modas. Rock It (Prime Jive) de Taylor continúa la veta new-wave/rockabilly, compartiendo la voz líder con Mercury.
Pero es Deacon quien se descuelga con dos de los mejores momentos. Un tema pop, ágil, un hit que nunca fue, ni siquiera en Japón, donde salió como lado A: Need your loving tonight. Por qué se lo perdieron las radios estadounidenses, misterios.
Lo que nadie se perdió fue Another one bites the dust. Michael Jackson les sugirió que podía ser un single. Tres semanas al tope de la Billboard, séptimo lugar en su propio país; nada mal para algo que en palabras del propio compositor comenzó solo como una línea de bajo. Línea cuyas similitudes con Good times de Chic (1979) son más que notorias. Al parecer no hubo animosidad: Deacon solía visitar las sesiones de grabación de aquel grupo.
Deacon se calzó el tema al hombro, grabando la guitarra rítmica funky que se escucha, además de piano y sintetizador al revés. La batería, principalmente, es un loop de Taylor.
La apuesta de Queen dio sus resultados: fue su único álbum #1 simultáneamente a ambos lados del Atlántico y representó, junto con News of the world (ambos terminarían vendiendo la misma cantidad) el cénit de Queen en Estados Unidos.
Pero quizá fue una victoria pírrica: en 1982, les iría muy mal con Hot space -excepción del single Under pressure junto a David Bowie; un disco que hoy divide aguas entre el público- y Queen entraría en una pendiente en Estados Unidos de la cual Mercury no viviría para ver su recuperación con gloria.
Pero aquí, 1981 será siempre recordado como el año en el cual, con The Game a caballo –sí, eran la época en que se necesitaban discos nuevos para salir de gira- Queen vino a la Argentina, por única vez con Mercury. Pero esa es otra historia.
Cortesía de Clarín
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