Si algo ha demostrado la industria de la automoción es que la realidad siempre se impone a las predicciones. Durante años, el discurso oficial nos ha hablado de un futuro eléctrico inminente, de una revolución que desplazaría a los motores de combustión sin marcha atrás. Sin embargo, la situación actual nos devuelve una imagen mucho más compleja: fabricantes que, lejos de abandonar la combustión, vuelven a apostar por ella.
El ejemplo más evidente lo tenemos en marcas como Audi y el grupo Stellantis. En un movimiento que pocos habrían imaginado hace unos años, han decidido recuperar modelos emblemáticos con motores de combustión. El regreso del Audi A6 con versiones híbridas y térmicas o el posible anuncio de nuevos Alfa Romeo de combustión deja un mensaje claro: el mercado no está listo para una transición total a lo eléctrico, incluso nunca llegará a serlo en su totalidad.
Pero no nos equivoquemos: defender la movilidad sostenible no significa imponer un único camino. No hay duda de que debemos reducir emisiones y apostar por un transporte más eficiente, pero la electrificación total, sin alternativas viables, no es la única respuesta. La movilidad responsable no pasa solo por coches eléctricos, sino por diversificar las opciones: híbridos eficientes, combustibles sintéticos, hidrógeno y motores de combustión optimizados.
El problema de fondo no es tecnológico, es estratégico. Durante años se ha tratado de forzar un cambio sin considerar el ritmo real del mercado. Ahora, cuando las ventas de eléctricos no cumplen las expectativas, los fabricantes han tenido que reaccionar. Y lo han hecho donde siempre: volviendo a aquello que funciona, pero con mejoras.
El futuro de la movilidad no es una lucha entre combustión y electricidad. Es una combinación inteligente de tecnologías que permita avanzar sin dejar a nadie atrás. Porque la sostenibilidad no se trata de eliminar opciones, sino de hacer que todas sean más responsables.
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: