La operación ultrasecreta que logró sacar a María Corina Machado de Venezuela fue de esas que uno solo ve en las películas. Increíble, peligrosa, casi inverosímil incluso para la ficción. Pero ocurrió, y cada nuevo detalle que sale a la luz es un estímulo al asombro. Una travesía a mar abierto, sin luz, en lancha y la muerte de piloto… al menos eso es lo que dicen quienes estuvieron ahí.
En el mundo de las operaciones encubiertas hay un principio tácito: si un político necesita ser rescatado como si fuera un rehén, es porque su país dejó de ser un país.
Así lo resume Bryan Stern, el veterano gringo con más de 25 años de servicio en las fuerzas especiales, que lideró la operación de extracción de Machado. La líder venezolana le confío su vida y no era para menos, Stern ya hizo estas operaciones en Afganistán, Irak, Ucrania o Haití, países donde solo se puede entrar o salir en la sombra.
Stern es fundador de Grey Bull Rescue Foundation, un grupo con sede en Tampa (Florida). La organización opera en los llamados grey spaces, lugares sin democracia, donde el poder real lo ejerce la coerción.
Ellos son los llamados cuando se necesita extraer periodistas atrapados en un golpe de Estado, niños abandonados en una zona de guerra, o, como ocurrió esta vez, una líder política convertida en objetivo.
La operación que permitió sacar a María Corina Machado, Nobel de Paz 2025, no fue una coordinación de viaje. Fue una extracción, una palabra que en el mundo de Stern tiene el mismo peso que rescate.
Machado llevaba once meses en la clandestinidad, moviéndose como objetivo militar. Dormía en sitios improvisados, sin teléfonos encendidos, confiando solo en círculos mínimos. Su captura era cuestión de tiempo.
Entérese: María Corina Machado aseguró que “Venezuela fue invadida por la guerrilla colombiana”
Cuando Stern escuchó el caso, entendió el riesgo. “Fue peligroso. Daba miedo”, diría después en CBS News, en un tono que solo usan quienes ya han visto demasiado.
La misión se planeó en cuatro días, una ventana de tiempo que en el mundo de la inteligencia equivale a una maniobra quirúrgica. Más de veinte personas se integraron al operativo, entre ellos expertos en navegación, comunicaciones y contrainteligencia.
La primera fase incluía mover a Machado sin ser detectada por la red de vigilancia del régimen. Según reportó The Wall Street Journal, la opositora salió disfrazada, con peluca incluida, desde su escondite en Caracas hasta un punto donde la esperaba el equipo de Grey Bull. De ahí en adelante, ya no se hablaba de política, se hablaba de supervivencia.
Stern describió la noche de la extracción con detalles. Poca luz de la luna, nubes espesas, visibilidad casi nula, lanchas sin luces, motores apenas encendidos para no levantar alertas. El mar estaba agitado. Un civil lo habría considerado intransitable. Para Stern, era una ventaja: las olas grandes desordenan los radares.
Machado abordó una embarcación que debía sacarla del país en una travesía de 13 horas. “Todos estábamos empapados hasta los huesos”, relató Stern. “Ella también. Tenía frío, estaba mojada y exhausta. Pero estaba feliz. Estaba emocionada”.
Ese encuentro fue en aguas abiertas. “Las condiciones del mar eran ideales para nosotros, pero no para nadie más”, contó el veterano.
Grey Bull ha ejecutado más de 800 misiones en 70 países. Su catálogo de operaciones incluye rescates en colapsos gubernamentales, guerras civiles, zonas dominadas por milicias o por narcotráfico. Que Venezuela haya entrado en esa lista es una señal definitiva.
El plan del veterano incluyó análisis de contrainteligencia, rutas clandestinas, coordinación marítima, equipamiento de operaciones especiales, y un equipo acostumbrado a lidiar con terroristas, cárteles y ejércitos irregulares.
La misión fue financiada por “unos cuantos donantes privados”, dijo Stern. “No hubo un solo centavo del gobierno estadounidense, hasta donde sé”.
Sin embargo, reconoció una “coordinación no oficial” con el Ejército de EE. UU. para notificar su ubicación y evitar incidentes. Un gesto que habla de la complejidad del escenario, incluso sin apoyo directo, Donald Trump necesitaba saber dónde estaba un equipo de élite operando frente a las costas venezolanas en plena noche.
Lea también: Con peluca, disfrazada y evadiendo controles militares: así fue como María Corina Machado escapó de Venezuela
María Corina, por su parte, aseguró que tuvo apoyo estadounidense para salir, aunque sin especificar si se refería a asistencia técnica, logística o simplemente contactos diplomáticos.
Machado llegó a Oslo, Noruega, aunque demasiado tarde para asistir a la ceremonia del Nobel. Lo que queda es algo más profundo. No la imagen de una dirigente que se escapa, sino la evidencia de un país donde la persecución es tan real que requiere un dispositivo típico de zonas de guerra.
“Ella quiere volver. María es realmente inspiradora. Pero creo que no debería regresar”, concluyó Bryan Stern.
Cortesía de El Colombiano
Dejanos un comentario: