El excepcional ballet Onegin volvió al Colón con su historia de amores desencontrados y pronto se sumará Marianela Nuñez

El ballet Onegin, del gran coreógrafo de origen británico John Cranko (1927-1973), afortunadamente regresa al Teatro Colón; podríamos hacer la cuenta de cuántas veces se la pudo ver aquí en Buenos Aires desde su estreno por el Ballet Estable en 1994 que coincidió con la despedida de los queridos y admirables primeros bailarines Silvia Bazilis y Raúl Candal.

El montaje más reciente fue en 2022. Es cierto que la primerísima ocasión fue en 1979, cuando la trajo aquí el Ballet de Stuttgart.

El célebre ballet El célebre ballet “Onegin” volvió a presentarse en el teatro Colón. Foto de prensa gentileza Carlos Villamayor

¿Por qué cada vez que se repone esta obra le damos una bienvenida tan calurosa? En principio, porque es una pieza excepcional desde el punto de vista de su construcción dramática, también por la complejidad de sus personajes -poco habitual en el ballet académico- y por la belleza de su coreografía. Pero además -y esto también es muy infrecuente- porque cada vez que la vemos, si tenemos la posibilidad de hacerlo, Onegin nos abre nuevas perspectivas y nuevos puntos de vista sobre la obra.

El ballet Onegin está basado en la novela en verso casi homónima del autor ruso Alexander Pushkin y describe la historia de los amores desencontrados entre Tatiana, una joven que vive con su madre y su hermana en un medio rural acomodado, y Onegin, un hombre capitalino, sofisticado y cínico que llega a la casa de la familia de Tatiana y enamora a esta muchacha sin corresponderle.

Más aún, el tímido acercamiento de Tatiana a Onegin a través de una carta, va a encontrar un rechazo frío y cruel por parte de él. Pasados los años –años escénicos, desde luego- la situación se invierte con un inesperado giro y un final muy dramático.

Otros personajes importantes de la obra son Lenski, poeta y amigo de Onegin a pesar de sus personalidades tan opuestas; y Olga, hermana de Tatiana y novia de Lensky, que con su coquetería un poco juguetona, un poco irresponsable, desencadenará involuntariamente la tragedia con la que cierra el segundo acto: en un duelo a pistolas Onegin mata a su amigo Lensky. Otro personaje más episódico pero con indudable peso es el príncipe Gremin, con el que se casa Tatiana.

Una obra excepcional

John Cranko estrenó Onegin en 1967 (fue la segunda versión de una producción previa de 1965) con el Ballet de Stuttgart, que había comenzado a dirigir seis años antes.

El Ballet del Teatro Colón dio forma a una gran versión de El Ballet del Teatro Colón dio forma a una gran versión de “Onegin”. Foto de prensa gentileza Carlos Villamayor

Perteneciente a una generación de coreógrafos a los que bien podemos definir como como artistas contemporáneos, Cranko permaneció, sin embargo, fiel a la fuerte tradición de los ballets académicos del siglo XIX, aquellas formas instaladas sólidamente por el celebérrimo Marius Petipa. Pero esta fidelidad no impidió a Cranko, muy por el contrario, encontrar muchas maneras nuevas e inspiradas de renovar y de volver muy viva esa tradición.

Y por otra parte, lo hizo con las herramientas propias de la danza, en el sentido de que es la propia danza la que cuenta todo: en las escenas colectivas, como la de las amigas y amigos de Tatiana y de Olga bailando en el jardín de la casa de campo; o la de los vecinos, jóvenes y viejos, durante la fiesta un poco rústica en el salón de esta misma casa; o la de los elegantes invitados, en el tercer acto, al palacio del príncipe Gremin.

Pero también están contadas con la propia danza las escenas más íntimas y dramáticas y las más desgarradoras como la del desenlace final.

Los personajes centrales son desde luego complejos por todos los matices que contienen y por los cambios que van sufriendo a medida que crece la tensión emocional de la historia. Este nuevo ciclo 2025 de Onegin se compone de diez funciones en las que varios intérpretes rotarán por los papeles protagónicos, tanto miembros del Ballet del Colón como invitados especiales: Marianela Núñez, a quien no hace falta presentar, Jakob Feyferlik, austríaco, del Ballet Estatal de Baviera, y Ciro Mansilla, bailarín argentino del Ballet de Stuttgart.

Ballet Ballet “Onegin”, con Ayelén Sánchez y Ciro Mansilla en los papeles de Tatiana. En algunas funciones bailará Marianela Nuñez. Foto de prensa gentileza Carlos Villamayor

En el estreno del viernes 4, los papeles de Tatiana y Onegin fueron interpretados respectivamente por Ayelén Sánchez y Ciro Mansilla. Son roles tremendamente exigentes y durante el primer acto y hasta la escena del sueño, fueron –o eso parecía- como tanteando sus emociones y su relación mutua. Pero luego, en ese reencuentro diez años después, ambos bailaron con una tremenda y necesaria intensidad, a la vez sensible y poderosa.

Olga fue encarnada divinamente, con una interpretación plena de matices, por Stephanie Kessel, y fue excelente también el Lensky de Fernando Luqui. Pero todo el cuerpo de baile, que Julio Bocca dirige desde 2024, tuvo un más que estupendo desempeño.

Y para concluir, es fundamental mencionar a Agneta y Victor Valcu, sabios y sutiles repositores de Onegin, muy amados por el Ballet del Colón con el que trabajan desde el año 2011. Y también a Reid Anderson, que tiene la mirada final sobre la producción de este ballet, tarea con la cual –como los Valcu- recorre el mundo.

Ficha

Ballet del Teatro Colón

Director: Julio Bocca

Coreografía: John Cranko

Música: P.I. Tchaikovski

Sala: Teatro Colón, Libertad 621. Hasta el 14 de octubre en distintos días y horarios

Calificación: excelente

Cortesía de Clarín



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