El fósil de una abeja de 14,6 millones de años en Nueva Zelanda sorprende a los científicos: podría cambiar lo que sabemos sobre el papel de las abejas en los ecosistemas antiguos

El reciente descubrimiento de una abeja fósil de 14,6 millones de años en el sur de Nueva Zelanda ha causado un gran revuelo en la comunidad científica. Se trata del ejemplar más antiguo conocido de este tipo en la región y abre nuevas preguntas sobre la evolución de estos insectos en el hemisferio sur. El fósil, identificado como Leioproctus barrydonovani, es una pieza clave para entender la historia de los polinizadores en una isla donde las abejas modernas son escasas y su origen ha sido un enigma para los investigadores.

El ejemplar fue encontrado en el depósito fósil de Hindon Maar, en Otago, una zona que durante el Mioceno Medio estaba cubierta por frondosos bosques templados. Su excelente estado de conservación ha permitido a los paleontólogos analizar su morfología con un detalle sin precedentes. Lo más intrigante es que este fósil podría desafiar la idea de que las abejas llegaron a Nueva Zelanda en tiempos relativamente recientes.

La abeja que vivió en los bosques de Nueva Zelanda hace millones de años

El fósil de Leioproctus barrydonovani fue hallado en una formación sedimentaria excepcionalmente bien preservada, lo que ha permitido a los científicos reconstruir con bastante precisión el entorno en el que vivía esta especie. En el Mioceno, el área que hoy es Otago estaba cubierta por densos bosques mixtos, compuestos por especies como Nothofagus (haya del sur) y Podocarpaceae, acompañadas de una rica flora que incluía árboles del género Pseudopanax, un tipo de araliácea que aún se encuentra en la región.

Leioproctus barrydonovani, vista dorsal del espécimen
Leioproctus barrydonovani, vista dorsal del espécimen. Barra de escala: 1 mm. Fuente: M.S. Engel & U. Kaulfuss, DOI: 10.5252/zoosystema2025v47a3

Los expertos creen que esta abeja pudo haber polinizado esas mismas plantas, desempeñando un papel clave en los ecosistemas de la época. Aunque no se han hallado restos de polen en el fósil, la asociación con Pseudopanax resulta sugerente, dado que algunas especies modernas del género Leioproctus todavía dependen de estas flores para alimentarse.

Lo más llamativo de este hallazgo es que refuerza la idea de que las abejas llevan mucho más tiempo en Nueva Zelanda de lo que se pensaba. Hasta ahora, se creía que las especies actuales llegaron en tiempos recientes, posiblemente durante el Pleistoceno. Sin embargo, este fósil indica que Leioproctus ya estaba presente en el Mioceno, lo que implica que su historia evolutiva en la región podría ser mucho más compleja.

Una historia de supervivencia y extinción

El descubrimiento de Leioproctus barrydonovani plantea preguntas fundamentales sobre la evolución de las abejas en Nueva Zelanda. Si estas abejas han estado en la región por más de 14 millones de años, ¿por qué hoy en día hay tan pocas especies nativas? Actualmente, Nueva Zelanda alberga apenas 42 especies de abejas, de las cuales solo 28 son endémicas.

Los científicos manejan varias hipótesis para explicar esta situación. Una posibilidad es que, a lo largo de los millones de años transcurridos desde el Mioceno, estas abejas hayan sufrido eventos de extinción masiva debido a cambios climáticos o ecológicos. Durante el Mioceno, el clima de Nueva Zelanda era más cálido y estable, pero en épocas posteriores, la llegada de glaciaciones y otros eventos extremos pudo haber reducido drásticamente sus poblaciones.

Otra posibilidad es que la competencia con otras especies, como las moscas polinizadoras, haya limitado la expansión de las abejas en la región. A diferencia de muchas otras partes del mundo donde las abejas son los polinizadores dominantes, en Nueva Zelanda la mayoría de las flores son visitadas por dípteros generalistas. Esto sugiere que las abejas no lograron establecerse con la misma fuerza que en otros lugares, posiblemente debido a factores ecológicos particulares de la isla.

Leioproctus barrydonovani, estructura dorsal del fósil en vista opuesta
Leioproctus barrydonovani, estructura dorsal del fósil en vista opuesta. Barra de escala: 1 mm. Fuente:

¿Un linaje olvidado o un ancestro de las abejas modernas?

Uno de los aspectos más fascinantes de Leioproctus barrydonovani es su relación con las abejas actuales. Aunque pertenece al género Leioproctus, aún no está claro si esta especie es un ancestro directo de las abejas modernas de Nueva Zelanda o si, por el contrario, representa un linaje que desapareció sin dejar descendientes.

Los investigadores barajan la posibilidad de que esta abeja haya formado parte de una colonización temprana de Nueva Zelanda por parte del género Leioproctus, pero que esta primera oleada no haya logrado perdurar. En este caso, las abejas actuales podrían haber llegado en una migración posterior, probablemente desde Australia, su región de origen más probable.

Por otro lado, si Leioproctus barrydonovani está relacionado con las abejas modernas, esto significaría que la línea evolutiva de estos insectos en Nueva Zelanda es mucho más antigua y resiliente de lo que se pensaba.

Un aspecto intrigante de Leioproctus barrydonovani es cómo se vincula con las especies de abejas que existen en la actualidad
Un aspecto intrigante de Leioproctus barrydonovani es cómo se vincula con las especies de abejas que existen en la actualidad. Foto: Istock

Un fósil que abre nuevas puertas a la paleontología

El hallazgo de esta abeja fósil no solo es importante para entender la historia evolutiva de los polinizadores en Nueva Zelanda, sino que también destaca el enorme potencial del yacimiento de Hindon Maar para futuras investigaciones. Este sitio ha conservado de manera excepcional restos de flora y fauna del Mioceno, lo que permite a los científicos reconstruir ecosistemas enteros con un nivel de detalle impresionante.

El siguiente paso en la investigación será analizar en profundidad la relación de Leioproctus barrydonovani con otras especies fósiles y actuales. Además, los investigadores esperan encontrar más fósiles de abejas en el yacimiento, lo que podría arrojar aún más información sobre su evolución y diversificación en la región.

En definitiva, este descubrimiento nos recuerda que la historia de la vida en la Tierra está llena de sorpresas. Lo que antes parecía un enigma sobre la llegada de las abejas a Nueva Zelanda ahora se convierte en una historia mucho más antigua y compleja de lo que imaginábamos. Con cada nuevo hallazgo, los científicos siguen desentrañando los secretos de la evolución de los insectos en uno de los lugares más enigmáticos del planeta.

Referencias

  • ENGEL M. S. & KAULFUSS U. 2025. — A bee from the middle Miocene Hindon Maar of southern New Zealand (Hymenoptera, Colletidae). Zoosystema 47 (3): 43-49. DOI: 10.5252/zoosystema2025v47a3

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: