El grito del #MeToo japonés rompe el silencio pese a la censura


Después de un año de retraso y múltiples obstáculos legales, “Black Box Diaries”, el documental dirigido por la periodista japonesa Shiori Ito, ayer tuvo finalmente su estreno en Tokio, Japón. El acontecimiento, sin embargo, estuvo lejos de ser un lanzamiento convencional: la película se exhibe en una única sala, con apenas dos funciones diarias y en una versión editada respecto a la que recorrió festivales y cines internacionales.

El estreno se realiza en los cines T-Joy Prince Shinagawa, en el distrito de Minato, donde la propia Ito estuvo presente y anunció su intención de asistir a todas las proyecciones. Por el momento, la exhibición está confirmada solo hasta mañana domingo, aunque los productores manifestaron su esperanza de llevar la película a otras ciudades del archipiélago en las próximas semanas.

La llegada tardía del filme a Japón contrasta con su recorrido internacional: debutó en el festival de Sundance a comienzos del año pasado, fue proyectado en más de 50 países y obtuvo premios y reconocimientos, incluida su nominación al Oscar. Paradójicamente, el país natal de su directora fue el último en abrirle las puertas.

Una historia contada en primera persona

“Black Box Diaries” narra en primera persona la violación que sufrió Shiori Ito en 2015 por parte de Noriyuki Yamaguchi, un reconocido periodista japonés, acusación que él niega. El documental se construye a partir de diarios personales, grabaciones, audios y material documental que reconstruyen tanto la agresión como el largo proceso posterior de denuncia.

Ito ganó en 2019 un histórico juicio civil contra Yamaguchi, quien fue condenado a pagarle una indemnización. No obstante, nunca fue detenido ni juzgado penalmente. El caso marcó un antes y un después en la discusión pública sobre la violencia sexual en Japón y convirtió a Ito en una figura central -y controvertida- del movimiento #MeToo en el país.

La crudeza del relato y el uso de material sensible fueron, precisamente, el origen de los conflictos que impidieron durante meses la distribución local del documental.

Los límites legales y la versión censurada

Cabe señalar que algunos de los pasajes más sensibles de “Black Box Diaries” fueron, precisamente, los que terminaron retrasando su llegada a las pantallas japonesas. El documental incluía grabaciones de audio y video realizadas de manera clandestina, así como material concebido originalmente para uso exclusivo en los tribunales. Abogados vinculados al caso advirtieron entonces sobre posibles incumplimientos de acuerdos de confidencialidad, lo que abrió una serie de disputas legales que mantuvieron la película fuera del circuito comercial en Japón durante meses.

La controversia alcanzó un punto crítico cuando Shiori Ito emitió una disculpa pública por haber utilizado el testimonio de un taxista sin contar inicialmente con su consentimiento. A partir de ese momento, la directora y el equipo de producción emprendieron una revisión exhaustiva de la obra. El resultado es la versión que hoy se proyecta en Tokio: un montaje recortado, con escenas eliminadas y con identidades cuidadosamente ocultadas.

El mes pasado, la publicista Toei Advertising confirmó que, tras esas “revisiones y ajustes”, el documental podría finalmente exhibirse en el país. Sin embargo, las fricciones no se disiparon del todo. Yoko Nishihiro, exabogada de Ito, sostuvo que la película estaba “cargada de serios problemas de derechos humanos”, al cuestionar el uso de material grabado sin autorización, incluidas imágenes de cámaras de seguridad de un hotel presentadas durante el juicio civil.

Consciente de la polémica, Ito admitió que las “diversas opiniones” que rodearon al documental le generaron sentimientos de culpa y pesar. Aun así, defendió la necesidad de afrontar el tema, incluso cuando hacerlo implica incomodar y reabrir heridas que muchos preferirían mantener cerradas.

Agencias

Un contexto social que aún resiste

A pesar de la visibilidad internacional del caso Ito, Japón no experimentó una ola masiva de denuncias #MeToo como ocurrió en otros países. Encuestas gubernamentales muestran que la mayoría de las víctimas de violación no denuncian los hechos ante la policía, aunque sí ha aumentado el número de consultas en centros de apoyo a víctimas de violencia sexual.

El documental también sostiene que los intentos de arrestar a Yamaguchi fueron abortados en el último momento por orden de “altos mandos”, un punto especialmente sensible dado que el experiodista tenía vínculos cercanos con el entonces primer ministro Shinzo Abe.

Para muchos espectadores, “Black Box Diaries” expone no solo un caso individual, sino una estructura institucional que desalienta la denuncia y revictimiza a quienes se atreven a hablar.

La respuesta del público: emoción y catarsis

Pese a las restricciones, las funciones iniciales de ayer se realizaron con localidades agotadas. La sala 3 del cine T-Joy Prince Shinagawa se llenó de espectadores, muchos de los cuales viajaron largas distancias para asistir al estreno.

Entre ellos estaba Chihiro Matsumoto, quien explicó que se sintió interpelada tanto por la historia como por la reacción social que enfrentó Ito tras su denuncia. Matsumoto, que también fue víctima de violencia sexual durante su adolescencia, describió la película como “necesaria” y afirmó sentirse aliviada de ver una obra que ofrece voz y refugio a otras mujeres.

Tras las proyecciones, la directora conversó con el público, firmó autógrafos y recibió abrazos y muestras de admiración. Para muchos asistentes, el encuentro con Ito fue tan significativo como la propia película.

Las reacciones coincidieron en el impacto emocional del filme. Algunos espectadores relataron que no pudieron contener el llanto y destacaron la fortaleza de la directora por haber sobrevivido a la agresión y a la exposición pública posterior.

Un legado más allá del cine

El impacto del caso Ito trascendió la pantalla. Fue un factor clave en la revisión de la legislación japonesa sobre delitos sexuales, que en 2023 modificó la definición de violación para eliminar el requisito de violencia física y colocar el consentimiento en el centro del delito. Estas reformas, celebradas por organizaciones de derechos humanos, no llegaron a tiempo para beneficiar a Ito en el plano penal, pero marcaron un cambio significativo en el sistema legal.

Hoy, “Black Box Diaries” se consolida como algo más que un documental: es un testimonio personal, una denuncia política y un símbolo cultural. Su estreno tardío y limitado en Japón refleja las tensiones que aún atraviesan a la sociedad japonesa frente a la violencia sexual y la exposición pública de estos casos.

Para muchos de los que llenaron la sala en Tokio, la proyección representa una pequeña victoria. No solo por ver la película en su país, sino por abrir, aunque sea de forma incómoda y parcial, un debate que durante demasiado tiempo permaneció en la oscuridad.

CT

Cortesía de El Informador



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