El hallazgo que redefine la predicción del deshielo: avalanchas que alimentan glaciares y frenan su desaparición

Durante años, los modelos que intentaban predecir el futuro de los glaciares se centraban casi exclusivamente en dos piezas del rompecabezas: la temperatura del aire y la precipitación. Sin embargo, una investigación internacional publicada en Nature Communications demuestra que esa visión era incompleta. Un mecanismo tan cotidiano en las montañas como una avalancha resulta decisivo para la supervivencia o desaparición de muchos glaciares. El trabajo, que analiza los más de 200.000 glaciares del planeta, muestra que este aporte extra de nieve no es una curiosidad local, sino un proceso global con consecuencias directas para el agua disponible en los ríos, la estabilidad de laderas y las proyecciones climáticas.

El hallazgo no solo amplía la comprensión del comportamiento de los glaciares, sino que también subraya por qué algunas masas de hielo pequeñas resisten más de lo que los modelos venían pronosticando. Los investigadores combinaron por primera vez un modelo de avalanchas con un modelo global de glaciares capaz de simular su evolución hasta 2100. Con esa integración, lograron ver lo que antes quedaba oculto: cómo la nieve que cae desde paredes empinadas alimenta o erosiona a cada glaciar de manera distinta.

Las avalanchas no son un detalle menor, sino un componente estructural del balance de masa de los glaciares. En regiones como Nueva Zelanda, los Himalayas orientales o los Alpes europeos, su aporte altera de forma notable la cantidad de nieve que permanece, el ritmo de derretimiento y la velocidad con la que estas reservas de agua retroceden.

El estudio combinó modelos de glaciares y avalanchas para entender cómo la topografía redistribuye la nieve.
El estudio combinó modelos de glaciares y avalanchas para entender cómo la topografía redistribuye la nieve. Fuente: Rod Long / Unsplash.

Para que un glaciar sobreviva, necesita que la nieve que recibe compense la que pierde en forma de deshielo. Pero no toda la nieve llega desde el cielo: una parte significativa proviene de las laderas que lo rodean. El estudio demuestra que, a escala global, una fracción nada despreciable de la acumulación procede directamente de avalanchas.

Aunque el promedio mundial ronda apenas unos puntos porcentuales, en montañas con fuertes pendientes y mucha nieve este aporte se dispara, convirtiéndose en un factor moldeador del paisaje glaciar.

En regiones como los Alpes, los Himalayas del Este o Nueva Zelanda, las avalanchas aportan una porción sorprendente del total de nieve que reciben los glaciares. En algunos casos, más de la mitad de la acumulación anual procede de este transporte natural. Esta variación extrema demuestra que no existe un patrón único: los glaciares rodeados de paredes empinadas pueden estar literalmente sostenidos por la nieve que les cae encima.

A la vez, el estudio recuerda que no todas las avalanchas suman. En zonas muy inclinadas, las avalanchas también pueden retirar grandes cantidades de nieve, dejando al glaciar más expuesto al calor. Esto ocurre, por ejemplo, en los Andes tropicales, donde parte de la nieve recién caída se desliza fuera antes de asentarse, lo que contribuye a acelerar la pérdida de hielo.

Para cuantificar este fenómeno, el equipo desarrolló una metodología sin precedentes: combinar un modelo global de glaciares con un modelo de redistribución de nieve capaz de simular mes a mes cómo se mueve la nieve en terrenos escarpados. Es la primera vez que se aplica este enfoque simultáneo a todos los glaciares del planeta.

El modelo de avalanchas calcula cuánta nieve “sobra” en laderas demasiado empinadas para retenerla y hacia dónde se desliza. Con esa información, los investigadores ajustaron los datos de precipitación que recibe cada glaciar, obteniendo un mapa preciso de cómo la topografía modifica la acumulación real. Esta corrección fue clave para entender por qué algunos glaciares parecían recibir más nieve de la que indicaban los registros meteorológicos.

Luego, el equipo alimentó estos datos en un modelo que reconstruye y proyecta la evolución de los glaciares hasta finales de siglo. El resultado fue una visión más fiel de cómo cambia la masa de hielo con el tiempo, no solo por el clima, sino también por la forma en la que cada montaña “reparte” su nieve. Así fue posible detectar patrones que antes permanecían ocultos bajo promedios globales.

En zonas muy empinadas, las avalanchas pueden vaciar de nieve a los glaciares y acelerar su retroceso.
En zonas muy empinadas, las avalanchas pueden vaciar de nieve a los glaciares y acelerar su retroceso. Fuente: Matea Nikolina / Unsplash.

Los glaciares pequeños son los más influenciados por las avalanchas. En los Alpes europeos, los glaciares de menos de un kilómetro cuadrado pueden conservar hasta tres veces más hielo en escenarios de bajas emisiones cuando se incluye el efecto de las avalanchas.

Este descubrimiento ayuda a explicar por qué algunos glaciares diminutos han sobrevivido más de lo previsto.

Los glaciares pequeños suelen estar encajados en valles estrechos y rodeados de laderas muy inclinadas. Allí, la nieve que cae desde arriba puede compensar años con menor precipitación directa. No se trata de una protección absoluta, sino de un retraso en su desaparición bajo condiciones de calentamiento moderado.

El estudio advierte, sin embargo, que este beneficio tiene límites claros. En escenarios de calentamiento elevado, incluso los glaciares más alimentados por avalanchas acaban cediendo. La subida de temperaturas y el ascenso de la línea de nieve reducen la cantidad de nieve disponible, y el aporte extra deja de ser suficiente para mantenerlos.

Aunque gran parte del interés se centra en los glaciares que reciben más nieve gracias a las avalanchas, el estudio señala otro aspecto igual de importante: cuando la pendiente es extrema, las avalanchas funcionan como un mecanismo de vaciado. Esto significa que algunos glaciares pierden nieve antes de que pueda compactarse y convertirse en hielo.

En los Andes tropicales, por ejemplo, la contribución neta de las avalanchas es negativa. Allí, una parte significativa de la nieve se desliza fuera inmediatamente, dejando menos masa disponible para resistir el avance del calentamiento. Este comportamiento explica por qué ciertos glaciares de alta montaña retroceden más rápido de lo que indicaban modelos previos.

Además, el análisis revela que las zonas glaciares más altas, aquellas que teóricamente deberían ser más estables, son en realidad muy sensibles a la redistribución de nieve.

La nieve que cae en cotas elevadas tiende a desplazarse hacia abajo, lo que deja a esas áreas con muy poca acumulación efectiva. A medida que se calientan, el hielo desaparece con rapidez y puede exponer roca inestable, aumentando riesgos en laderas muy empinadas.

Vista comparada de cuatro glaciares —Argentière (Europa Central), Moore (Nueva Zelanda), Black (Alaska) y Bazhin (Asia del Sur Oeste)— que muestra cómo varía la influencia de las avalanchas en su acumulación de nieve, su balance de masa por altitud y su evolución futura según distintos escenarios climáticos. Créditos: Nature Communications.
Vista comparada de cuatro glaciares —Argentière (Europa Central), Moore (Nueva Zelanda), Black (Alaska) y Bazhin (Asia del Sur Oeste)— que muestra cómo varía la influencia de las avalanchas en su acumulación de nieve, su balance de masa por altitud y su evolución futura según distintos escenarios climáticos. Créditos: Nature Communications.

Uno de los propósitos principales del estudio era mejorar la capacidad de proyectar la disponibilidad futura de agua en regiones que dependen del deshielo. Comprender mejor qué glaciares recibirán más o menos nieve permite afinar las estimaciones de caudal en ríos clave para la agricultura, la energía y la gestión de riesgos. Esta información es especialmente relevante para valles que dependen casi por completo del agua de deshielo.

La investigación también señala que la importancia de las avalanchas aumentará con el retroceso de los glaciares. A medida que el hielo se retira, deja al descubierto paredes cada vez más empinadas que pueden generar nuevos aportes de nieve… o nuevas pérdidas, según el caso. Esto significa que el aporte de las avalanchas no es un factor fijo, sino algo que evoluciona con el propio glaciar y que influirá en su estabilidad futura.

Por último, los autores subrayan que este trabajo abre la puerta a modelos más detallados. El objetivo es mejorar la predicción del futuro de cada glaciar, algo esencial para planificar recursos hídricos y anticipar riesgos.

Para ello será necesario recopilar más datos de campo y mejorar las observaciones por satélite, ya que este fenómeno aún está lejos de estar completamente cuantificado.

Referencias

  • Kneib, M., Maussion, F., Brun, F. et al. Topographically-controlled contribution of avalanches to glacier mass balance in the 21st century. Nat Commun 16, 10122 (2025). doi: 10.1038/s41467-025-65608-z

Cortesía de Muy Interesante



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