El hallazgo que reescribe la historia evolutiva: los arqueas Asgard y su misterioso esqueleto celular podrían ser el origen de todo lo complejo

Hace apenas una década, nadie sabía que las arqueas Asgard existían. No aparecían en los libros de texto ni en los árboles genealógicos de la vida. Pero todo cambió en 2015, cuando un equipo de científicos buceó —literalmente— en sedimentos del fondo marino y encontró fragmentos de genes desconocidos. Lo que parecía una rareza genómica se convirtió en una revelación: habían topado con un grupo microbiano completamente nuevo.

La llamaron Asgard, en honor al mundo de los dioses nórdicos, ya que su hallazgo ocurrió cerca de una fuente hidrotermal llamada “Castillo de Loki”. Desde entonces, estos microorganismos no han dejado de asombrar a la comunidad científica. Y ahora, un nuevo estudio publicado en Cell en 2025 da un paso más allá: las arqueas Asgard no solo están relacionados con nuestras células, sino que podrían ser el origen de toda la vida compleja.

Una célula sorprendentemente familiar

Aunque son microbios unicelulares sin núcleo, las arqueas Asgard muestran rasgos típicos de células eucariotas. Ya se sabía que poseían proteínas similares a la actina, un componente esencial del citoesqueleto en animales y plantas. Pero el nuevo estudio revela algo aún más impactante: también forman microtúbulos, estructuras tubulares que antes se creían exclusivas de los organismos con núcleo.

Según el artículo, “los tubulinas de Asgard forman complejos heterodiméricos que se ensamblan en microtúbulos con cinco protofilamentos”. Es decir, construyen una especie de esqueleto interno que recuerda al de nuestras propias células. La diferencia principal está en la escala: los microtúbulos de Asgard son más delgados, pero su arquitectura es sorprendentemente similar.

Una célula de Asgard revela redes internas de filamentos, tubos conectores y genes ancestrales que vinculan su citoesqueleto con el de organismos complejos. Fuente: Cell

El dilema de los tres dominios

Durante años, los científicos clasificaron la vida en tres grandes dominios: bacterias, arqueas y eucariotas. Pero la aparición de las Asgard podría obligarnos a repensarlo todo. Cada vez hay más consenso en que las células complejas (como las humanas) no surgieron de una mezcla fortuita entre bacterias y arqueas, sino que descendieron directamente de un tipo específico de arquea: las Asgard.

El paper lo deja claro: “nuestros hallazgos sugieren un origen preeucariótico de los microtúbulos”. Esto significa que la maquinaria celular que hoy permite que nuestras células transporten nutrientes, dividan cromosomas y mantengan su forma ya estaba presente —al menos en parte— en estos antepasados microbianos.

Fuente: Cell

Un esqueleto celular con variantes

Uno de los descubrimientos más fascinantes del estudio es que las Asgard no forman un solo tipo de microtúbulo, sino dos. Por un lado, existen estructuras clásicas formadas por proteínas AtubA y AtubB, que se ensamblan en microtúbulos de cinco protofilamentos. Por otro, una variante conocida como AtubB2 genera microtúbulos distintos, con siete protofilamentos y un ensamblaje no convencional.

Este hallazgo no es menor. Los autores indican que “las interacciones laterales en los microtúbulos de AtubA/B son mediadas por los lazos M, como en los microtúbulos eucariotas”, mientras que en los formados por AtubA/B2 “las interacciones laterales son no canónicas”. En otras palabras, las arqueas Asgard han desarrollado dos formas diferentes de construir microtúbulos, una de ellas inédita en el mundo celular.

Fuente: Cell

¿Para qué usan las Asgard estos microtúbulos?

Aquí la ciencia aún no tiene una respuesta definitiva, pero hay pistas intrigantes. Solo un pequeño porcentaje de las células de Asgard observadas contenían microtúbulos, lo que sugiere que no los usan de forma constante. Por otra parte, su expresión parece aumentar en determinadas fases del crecimiento, lo que apunta a un papel específico y temporal.

Como señala el estudio, “observamos estructuras filamentosas en un subconjunto de células alargadas, principalmente durante la fase de crecimiento logarítmico temprano”. Esto lleva a pensar que estos microtúbulos podrían participar en procesos como la separación de elementos genéticos móviles o la organización del contenido celular en etapas críticas del ciclo de vida.

Implicaciones evolutivas profundas

El hallazgo de estos microtúbulos en Asgard tiene implicaciones que van más allá de la microbiología. Sugiere que el origen de la vida compleja no fue un salto brusco, sino una serie de innovaciones acumuladas en un linaje ancestral que combinaba rasgos bacterianos y eucariotas.

Este linaje, representado hoy por las Asgard, podría haber tenido las herramientas moleculares para formar estructuras internas, capturar otras células y, con el tiempo, iniciar el proceso que llevaría a la aparición de mitocondrias, núcleos y compartimentos celulares. Este notable citoesqueleto podría haber estado en el origen de ese desarrollo”.

¿Y si todo comenzó con una célula con tentáculos?

Una de las imágenes más evocadoras del estudio es la de una arquea Asgard enredando con sus apéndices tentaculares a una bacteria. Esta interacción pudo ser el primer paso hacia la simbiosis que originó las mitocondrias, un evento clave en la evolución de los eucariotas.

Según los autores del artículo de Cell, “este citoesqueleto podría haber permitido a las arqueas Asgard formar apéndices, interactuar con otras células y, eventualmente, engullirlas”. Si esto fue así, nuestros orígenes como organismos complejos podrían rastrearse hasta un microbio solitario que aprendió a abrazar a otros.

Un futuro lleno de preguntas

Aunque el descubrimiento es monumental, quedan muchos interrogantes por resolver. No se sabe por qué tan pocas especies de Asgard presentan estos genes para tubulina, ni qué función exacta cumplen los microtúbulos en sus células. Tampoco está claro cómo se regulan, ni si existen otras variantes aún no descubiertas.

Lo que sí está claro es que la biología de las arqueas Asgard está abriendo nuevas ventanas para estudiar el pasado profundo de la vida. Y que estos microbios, hasta hace poco desconocidos, se han convertido en protagonistas inesperadas en una historia que nos incluye a todos.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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