El hijo de Vittorio Gassman, Alessandro: cómo fue crecer con un padre depresivo y otros secretos

Aprendió temprano eso de que un cuerpo puede ser hiperproductivo aún cuando no quiera despertarse cada mañana. Que una vida puede pesar demasiado y, sin embargo, camuflar todo el dolor en la sonrisa. Alessandro Gassman es el hijo de Vittorio, el genio, pero, también, el hijo del abismo. Il figlio della tristezza.

Su padre, uno de los actores más importantes de la historia de Italia, convivió por años con la depresión, con lo que llamaba “una rata que corroe el pecho hasta gastarla”.

Capaz de comerse la pantalla o de hacer temblar escenarios con sus hondas interpretaciones, Vittorio bajaba de las tablas y corría a casa, a refugiar su angustia existencial.

“Estuve dos años mirando una pared. La depresión es una muerte en vida”, explicaba Vittorio “El grande” en épocas en que el tema era tabú y que su hijo lo miraba con desconcierto, sin entender su comportamiento.

De esa atmósfera de nostalgia, imposibilidad de afrontar muchas veces la vida y ovaciones que no curaban está hecho Alessandro, el protagonista de Los bastardos de Pizzofalcone, la serie que emite Europa Europa basada en las novelas del Inspector Lojacono, del escritor Maurizio De Giovanni.

Pistola en mano, ceño fruncido, pies siempre dispuestos a la persecución, el hombre que en febrero cumplirá 60 interpreta con solidez a un justiciero. Nos trae grandes reminiscencias de Vittorio, ese maestro italiano que visitaba asiduamente la Bombonera, comía choripán a orillas del Riachuelo y amaba la pasta del restaurante Pippo sobre mantelitos de papel blanco.

Una “n” lo diferencia de su padre en el pasaporte, pero no en las marquesinas, donde decidió dejar apenas una, Gassman.

“Los bastardos de Pizzofalcone”.

Hace unos años recuperaró la doble “ene” final que portaba con orgullo el ingeniero Heinrich, su abuelo. Fue un “modo de recuperar el vínculo con el judaísmo”: “En 1934, mi abuela, viuda, intuyó la tormenta que se avecinaba y por miedo eliminó la letra del apellido de sus hijos”, suele explicar.

Su padre tenía 43 años cuando la actriz francesa Juliette Mayniel dio a luz en Roma. Tercero de los cuatro hijos de Gassman de distintos matrimonios, “Alessandrino” nació después de Paola (que murió este año, a los 78), Vittoria (71) y Jacopo (44).

La bella Mayniel -ícono en colaboraciones con el director Claude Chabrol, miembro de la Nouvelle Vague-, se retiró de la escena a fines de los setenta y se dedicó a la pintura, aislada del mundo, en México.

Gassman Jr. entiende que fue “hijo de personas poco convencionales, no promedio”. Rebobina su infancia entre intereses artísticos y episodios de salud mental y es compasivo y agradecido con lo que pudieron hacer sus padres.

Alessandro hace casi 30 años, posando para los medios.Alessandro hace casi 30 años, posando para los medios.

“Me tomaron una foto mientras leía el diario y con gafas soy exactamente igual a él”, considera en los medios europeos sobre su parecido. “Dicen que tengo la mirada de mi madre, esa expresión en constante cambio, desde una dulzura extrema hasta una melancolía inquietante”.

Lo recuerda a veces frágil, a veces indestructible, como una curva que subía y bajaba y que -sin querer- lastimaba con su angustia a los que tenía al lado. Se jacta de haber sido “uno de los únicos que logró hacerlo reír” en los años más duros de ese cuadro secreto e incomprendido que Vittorio afrontaba.

La suya, en cambio, es una forma de estar en el mundo “más liviana, más placentera”.

Un tano casi argentino

Cree que fue concebido en Mar del Plata, en épocas de pleno romance de su padre con Buenos Aires, cuando a Vittorio le tocó filmar Un italiano en la Argentina, la comedia junto a Nino Manfredi, dirigido por Dino Risi.

Tenía sueños de ingeniero agrónomo, pero debutó en la profesión a los 17, dirigido por su padre en la película De padre a hijo, y fue poco más tarde que repitieron dupla en Affabulazione, de Pier Paolo Pasolini, otra obra de gran contenido simbólico sobre la relación parental.

Con pistola en mano en “Los bastardos de Pizzofalcone”.Con pistola en mano en “Los bastardos de Pizzofalcone”.

A esta altura consagrado, recibe elogios por su brillante labor en la serie serie de RAI 1 Un professore y por las cuatro temporadas del “hit” Los bastardos de Pizzofalcone, que tracciona el rating en Italia y en Latinoamérica.

La historia que agarra por el cuello a millones de espectadores transcurre en la ciudad de Nápoles, en la estación de policía de Pizzofalcone, donde se arma un nuevo equipo de oficiales, elegidos de entre “las sobras” de otras seccionales. Enviados para reemplazar a los colegas acusados de participar en un negocio de drogas, de allí que los recién llegados hereden el apodo “bastardos”.

Cuando vemos al bien plantado inspector de la historia, jamás creeríamos que el hombre detrás del traje es capaz de vacilar, temblar, dudar de sus capacidades. “Soy inseguro. Para subir al escenario tengo que tomar tranquilizantes. Tengo miedo al escenario”, confesó a Il Corriere della Sera.

Vittorio Gassman, el gran maestro italiano de la actuación.Vittorio Gassman, el gran maestro italiano de la actuación.

“Mejor director que actor”, según considera, el que “sería capaz de ver hasta el último día” La armada Brancaleone, el hito cinematográfico protagonizado por su padre, se asume “insoportablemente” perfeccionista: “Siempre estoy buscando superarme, como lo hacía mi padre. Estoy perpetuamente insatisfecho con mis resultados. Estudio mucho, pero nunca creo que estoy a la altura, nunca estoy feliz”.

Marido de la actriz romana Sabrina Knaflitz, padre del cantautor Leo Gassman, Il lungo, 1,94 de altura, admite que lleva “una vida incómoda, en la cama, en el tren, en el cine porque el mundo no está hecho para los altos”.

Modelo de Bvulgari, define su estilo “grunge cincuentón”, se interesa por los desfiles de Dolce & Gabbana, Valentino, Armani y por la Semana de la Moda de Milán, y reniega de ese lugar de símbolo sexual en el que lo ubican los medios.

Criado entre monstruos del cine como Dino Risi, Ettore Scola, Mario Monicelli, su mayor orgullo artístico fue haber puesto el cuerpo a 350 funciones de Ricardo III, de William Shakespeare, misión titánica en la que “perdía un kilo por función” y en cuya última noche se desplomó en escena por el agotamiento. Llegó al hospital con su vestuario alegórico del 1400.

Vittorio Gassman en un palco de la Bombonera junto a su hijo. (Archivo Clarín/ Carlos Roberto Bairo)Vittorio Gassman en un palco de la Bombonera junto a su hijo. (Archivo Clarín/ Carlos Roberto Bairo)

“Uomo Green”, como le llaman por su sensibilidad ecológica, su militancia “verde” su preocupación por el cambio climático, es un gran defensor del medio ambiente. Su acérrimo compromiso lo lleva a dedicar gran parte de su tiempo en difundir la causa, incluso tiene un libro publicado. “Si mi padre no me hubiera arrastrado a ser actor, tal vez hubiera estado lejos de la ciudad, ocupado en preservar el ecosistema”.

Acostumbrado a lidiar con multitudes desde pequeño, el heredero que en junio de 2000 vio desfilar a 15.000 personas por la capilla ardiente de la Iglesia San Gregorio al Celio, en Roma, en la despedida a los restos de su padre, contó hace dos años a la revista Oggi un secreto de Vittorio que heló la sangre a medio Italia.

“Una vez mi papá había leído en un periódico la noticia de un padre que se había tirado debajo de un tren con su hijo en brazos. El señor murió, pero el niño, gravemente herido, sobrevivió. A partir de ese momento, lo apoyó económicamente. Años después, marcado por esa tragedia, el chico entró en la drogadicción y murió. Mi padre no podía descansar por eso, sentía que era su fracaso. El sentimiento de culpa por esa muerte también alimentó parte de su depresión”.

Cortesía de Clarín



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