Fue la capital del poderoso estado mexica (o azteca) y un importanten nodo donde confluyeron materias primas y ambiciones imperiales. Un nuevo estudio, centrado en Tenochtitlán y publicado en 2025 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, revela con precisión inédita de dónde provinieron 788 artefactos de obsidiana desenterraos en el Templo Mayor de la ciudad. Los análisis, dirigidos por el doctorando Diego Matadamas-Gomora en colaboración con el Proyecto Templo Mayor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad Tulane, aplicaron espectrometría de fluorescencia de rayos X portátil (pXRF) para trazar el “ADN geológico” de cada pieza. Gracias a esta metodología no destructiva, los investigadores han logrado reconstruir las redes comerciales que atravesaban valles, sierras y fronteras políticas rivales. La investigación demuestra, así, que las rutas del comercio mexica eran tan extensas como su imaginario mítico.
La obsidiana y los mexicas
Una piedra volcánica de alto valor simbólico
Entre las culturas mesoamericanas, la obsidiana fue un material de gran importancia económica, simbólica y religiosa. No solo se utilizaba para construir objetos de uso bélico y ritual, como puntas de flecha y hojas de cuchillos, sino que también encarnaba la divinidad. Para los mexicas, la obsidiana era la esencia misma del dios Tezcatlipoca.
La preferencia por la tonalidad verde
La investigación de Matadamas-Gomora y su equipo ha confirmado que casi el 90 % de los objetos analizados se tallaron con obsidiana verde procedente de la Sierra de Pachuca. Esta variedad de obsidiana es célebre por su tono esmeralda y su asociación con la legendaria ciudad de Tollan.
La predilección por este color va más allá de la estética. Los hallazgos arqueológicos hechos en contextos rituales de miniaturas de armas, joyas e incrustaciones escultóricas demuestran demuestran que se usó la variedad verde de forma exclusiva. Según apuntan los investigadores, esta elección habría reforzado la narrativa imperial de un poder “legitimado” por lo sagrado. No obstante, la hegemonía cromática convivía con una lógica económica pragmática.

El estudio: arqueometría en el Templo Mayor
Una muestra sin precedentes de 788 artefactos
Las excavaciones arqueológicas en el Templo Mayor, corazón ceremonial de la urbe de Tenochtitlán, aportaron puntas de proyectil, navajas prismáticas y adornos que abarcan desde 1375 AD hasta la caída de la ciudad en 1520 AD. Nunca antes se había sometido una colección tan amplia a un examen composicional de alta resolución, capaz de cubrir un arco cronológico de casi siglo y medio de historia imperial.
El pXRF como ventana a la geología
El análisis de fluorescencia de rayos X portátil o pXRF es capaz de medir la firma elemental o, dicho de otro modo, la composición y procedencia geografica de cada fragmento. Al cotejar esas huellas con los materiales de las canteras mesoamericanas conocidas, el equipo localizó—además de Pachuca—otras siete fuentes adicionales de aprovisionamiento de obsidiana. Entre ellas, figuran Ucareo, Otumba, Tulancingo y El Paraíso.

Rutas comerciales y redes políticas
Mercados versus conquista
La élite mexica se expandió mediante la guerra, pero la distribución y procedencia de la obsidiana revela otro motor de cambio expansionista. Así, los objetos de uso cotidiano entraron en la capital a través de los mercados, no del saqueo directo. Este dato ha llevado a proponer la posible existencia de un sistema de ferias regionales capaz de estimular los intercambios cuando la diplomacia entre comunidades fallaba.
Intercambio con territorios rivales
Resulta especialmente revelador el caso de las piezas Ucareo, en la Michoacán purépecha, que los autores dela investigación presentan como un caso emblemático del funcionamiento de las redes de intercambio comercial de obsidiana. Ucareo era un enemigo jurado de los mexicas. La presencia de su vidrio volcánico en Tenochtitlán, sin embargo, demuestra que los comerciantes podían esquivar las líneas de combate a través de pactos, caravanas o intermediarios. Este dato apunta a la existencia de una economía compleja capaz de integrar competencia y cooperación.

Cambios a lo largo de un imperio en expansión
De 1375 a 1430: diversidad y flexibilidad
En los primeros decenios de la ciudad, la muestra exhibe mayor variedad de canteras tanto en ofrendas como en herramientas. Esa pluralidad sugiere que antes de la consolidación imperial las autoridades toleraban—o incluso fomentaban—una gama de suministros que nutría tanto a artesanos como a sacerdotes.
Después de 1430: centralización y ortodoxia
Cuando los tlatoanis Itzcóatl y Moctezuma I reestructuraron el Estado, la obsidiana ritual se homogeneizó: a partir de 1430 CE casi todos los objetos sagrados proceden exclusivamente de la Sierra de Pachuca, reflejo de una política religiosa estandarizada que reforzaba el mito imperial. Las herramientas populares, en cambio, siguieron abrevando de fuentes múltiples, lo que sitúa al mercado como contrapeso de la ideología.

Dimensión ritual y social
Ofertas sagradas y poder político
El control de la materia prima era poder. Cada cuchilla o figurilla verde depositada en las entrañas del templo servía para legitimar la hegemonía mexica, anclando la autoridad real en un discurso teológico de filiación con Tollan y los dioses creadores. Así, la producción de sentido avanzaba al paso de la expansión militar.
Herramientas cotidianas y acceso popular
Otra de las conclusiones a las que ha llegado el equipo de investigación concierne el acceso de la población común a la obsidiano. Así, en los rellenos constructivos se han identificado restos de obsidiana negra, gris y café procedente de Otumba, Tulancingo y El Paraíso. Su abundancia indica que los ciudadanos comunes podían adquirir la roca en el tianguis (mercado), señal de que existía una economía urbana plural donde el trabajo artesano convivía con el gran culto estatal.

Implicaciones económicas y políticas
Guerra y comercio
La investigación demuestra que la grandeza mexica se consruyó a partir de un delicado equilibrio entre coerción militar y apertura mercantil. Este modelo híbrido conseguía absorber las materias primas sin destruir las redes de intercambio que las originaban.
Al exponer la procedencia de cada fragmento, el estudio ha revelado un vasto mapa de influencias que atravesaba desiertos y cordilleras. La extensa telaraña comercial integraba corredores orientados tanto al tributo estatal como al abastecimiento doméstico. Esto confirma que el poder político no anulaba la iniciativa privada.
La obsidiana como producto de la negociación entre comunidades
Más allá del volumen de objetosanalizado o del brillo hipnótico de la obsidiana verde, el hallazgo principal radica en la forma en que los mexicas negociaban identidad, fe y comercio a través del flujo de esta piedra. Este estudio, respaldado por la precisión de la pXRF y la colaboración binacional entre Tulane e INAH, ha conseguido trazar la biografía material de la capital mexica. Al haber conseguido descifrar la procedencia de cada veta, los arqueólogos no solo han reconstruida las rutas perdidas. También ha revelado la lógica flexible con la que un imperio garantizó su cohesión sin renunciar a la movilidad de bienes.
En definitiva, la “obsidiana imperial” fue el espejo donde se reflejó la compleja tensión entre control y apertura que definió a Tenochtitlán en el umbral de la modernidad. Un espejo que, quinientos años después, todavía nos devuelve su afilado destello.
Referencias
Matadamas-Gomora, D., J. Nesbitt, R. Aguilar Tapia, L. López Luján, J. Sjödahl, T. Murakami y A. Pastrana. 2025. "Compositional analysis of obsidian artifacts from the Templo Mayor of Tenochtitlan, capital of the Mexica (Aztec) Empire". Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America
,122. 20. DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.2500095122
Cortesía de Muy Interesante
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