Con un inicio en unas modestas oficinas en el Centro de Guadalajara, EL INFORMADOR ha ocupado cuatro sedes a lo largo de sus 108 años de historia, siempre a la vanguardia de las necesidades del crecimiento del periódico y de su dinámica redacción. Hoy se prepara para abrir la quinta, manteniendo intactos sus valores y principios periodísticos.
En 1917, Don Jesús Álvarez del Castillo decidió fundar un diario apegado a la verdad, con un compromiso social e independiente de las agendas políticas. El contexto no era menor: el Occidente de México cobraba fuerza, Guadalajara vivía un profundo cambio social y político bajo la Presidencia de Venustiano Carranza, mientras la Primera Guerra Mundial ocupaba la atención de las redacciones del mundo. Fue así como nació EL INFORMADOR, en unas pequeñas oficinas entre las calles Corona y Revolución, a un costado de una tienda de materiales electrónicos.
Las primeras ediciones tenían pocas páginas, pero la aceptación entre los jaliscienses impulsó su crecimiento y la necesidad de nuevas instalaciones. Sin embargo, México atravesaba guerras internas y el periódico tampoco fue ajeno. En 1923, tras la derrota de la rebelión delahuertista -liderada en Jalisco por el general Enrique Estrada e impulsada por Adolfo de la Huerta contra el presidente Álvaro Obregón y su candidato Plutarco Elías Calles-, el diario fue censurado por el Gobierno estatal. El entonces gobernador José Guadalupe Zuno incautó los talleres ubicados en Kunhardt y Degollado. Durante 40 días, en lugar de EL INFORMADOR circuló El Radical, publicación de corte izquierdista. Tras el episodio, el periódico retomó la impresión de manera ininterrumpida hasta hoy.
Superada la crisis, el diario se consolidó como el preferido de los tapatíos. El crecimiento obligó a Don Jesús a mudarse: la primera sede en Corona y Revolución quedó insuficiente y, 28 años después de su fundación, surgió un nuevo espacio en Independencia 300, que integraba todas las áreas (desde imprenta hasta editorial) y que sería distintivo por siete décadas.
En 2024, la casa editorial se trasladó a Ávila Camacho 2255, un edificio moderno con mayor coordinación y tecnología. Y ahora se prepara para la quinta sede: en el cruce de Nicolás Régules y Carteros, cerca del Parque Agua Azul, operará la nueva prensa “Doña Stella”, nombrada en honor a la madre del director general, Carlos Álvarez del Castillo Gregory.
108 años de historia: del edificio icónico de Independencia 300 a Nicolás Régules
En 1945, el diario EL INFORMADOR se trasladó a Independencia 300, un punto estratégico en el corazón de Guadalajara y que sirvió por generaciones como el punto de encuentro de reporteros, fotógrafos, personal administrativo, de prensa y repartidores, entre otros. Este edificio forma parte de la cara del Centro Histórico y es ya parte del imaginario colectivo de los tapatíos. Así, para la década de los años cincuenta, el diario entraría en una revolución que lo consolidaría como el medio de comunicación predilecto de la ciudadanía, así como la gran empresa periodística que continúa siendo hoy en día.
Ante ese crecimiento, ese año fue ordenado a los ingenieros J.J. Barragán y J. Garibi V. la construcción del mítico edificio. Su tamaño, de toda una cuadra entre las calles Juan Manuel, Independencia, Belén y Pino Suárez, lo vuelve un inmueble que impone sobre el resto. Es un reflejo de la arquitectura tapatía, en armonía con el resto de los edificios históricos de la urbe.
La fachada principal está cubierta de mármol, pero esta sede cuenta con diferentes materiales, que datan de la fecha en la que se fueron adquiriendo, pues las oficinas editoriales no iniciaron como la gran área que fueron en su momento.
En 1966, con la llegada de Don Jorge Álvarez del Castillo a la dirección de EL INFORMADOR, cuando tomó la posición que dejó vacante su padre, arrancó una etapa de evolución del diario, pues se implementó una visión innovadora reflejada en la imprenta, en el primer piso del edificio. Las prensas del periódico también estaban a la vanguardia de la modernización, pues se pasó de la “Manuelita”, nombrada así en honor a la esposa de Don Jesús, Manuela Zuloaga, para posteriormente adquirir las marcas Urbanite y Community, de la empresa Goss. Además, Don Jorge introdujo las primeras computadoras en la redacción y fortaleció los lazos con las agencias de noticias nacionales e internacionales.
En esos años, los ventanales que funcionaban como ojos hacia el primer cuadro de la ciudad fueron cerrados debido a que por aquellas décadas, especialmente durante el sexenio del ex presidente Luis Echeverría, palpitaban en la Perla Tapatía movimientos de izquierda y revolucionarios, una especie de guerrillas urbanas, que fueron catalogadas como “terroristas”. Entonces, Don Jorge tomó la determinación de taparlas como método preventivo ante cualquier ataque que pudieran sufrir. Algunos ventanales se quedaron, pero sólo en las partes más nuevas, recordó para la edición del aniversario número 100 Enrique Ochoa, entonces representante legal de la empresa.
Aunque el edificio ya representaba un hito arquitectónico y un punto de referencia en el Centro Histórico, no estuvo exento de modificaciones y renovaciones. Una de las más recordadas fue la cobertura de mármol en 1985 a cargo del ingeniero Guillermo Ochoa. La decisión fue muy criticada por los ciudadanos debido al alto costo que representaba cubrir con este material toda la fachada del gran inmueble, pero la dirección del periódico justificó que se trataba de una inversión a futuro, pues aparte de brindar mayor seguridad, ya no era necesario pintar y repintar la pared por los estragos del clima.

La expansión y el éxito del periódico
El crecimiento de EL INFORMADOR entre la década de los años setenta y los noventa se reflejaban en ediciones de 150 páginas en promedio. También había ediciones vespertinas que se entregaban gratis en el Centro.
“Había personas que venían a las 12 de la noche con publicidad y estábamos al tope… y eran ediciones de 120, 140 hasta 150 páginas”, recordó Don Carlos Álvarez del Castillo Gregory en una nota de 2016 titulada “EL INFORMADOR, integrante de la comunidad jalisciense”.
En esta sede, los reporteros se encargaron de informar el quehacer de 22 presidentes de México y 53 gobernadores de Jalisco. A través de agencias internacionales, también destacaron en las páginas al menos una decena de guerras y conflictos armados en el país y en el mundo, como la Segunda Guerra Mundial, las de Corea y Vietnam en 1950 y 1975, respectivamente, así como la Guerra de Afganistán de 1979.
Resaltan las coberturas de eventos como la llegada del hombre a la Luna en 1969 e incluso el terremoto que cimbró a la Ciudad de México en 1985.
La despedida y los nuevos edificios en el horizonte
El ciclo de la sede en Independencia 300 llegó a su fin en 2024 y EL INFORMADOR cambió una vez más de sede, ahora a Ávila Camacho 2255.
Ahora, tras la venta del edificio de Independencia 300, contará con nuevas instalaciones para su imprenta, ubicadas en el cruce de las calles Nicolás Régules y Carteros, en las inmediaciones de la Estación de Ferrocarril del Parque Agua Azul, en la Colonia Moderna. Es la quinta sede.
Diego Farías, ingeniero encargado de la instalación y adecuación, destacó que la nueva prensa, “Doña Stella”, nombrada así en honor de la madre del director del periódico, Carlos Álvarez del Castillo, representó un trabajo de tres meses debido a las dimensiones de la máquina, así como a la energía que requiere para la impresión de los ejemplares.
Así, EL INFORMADOR dice adiós al mítico edificio de Independencia 300 para entrar en una nueva etapa con dos nuevas instalaciones y una imprenta novedosa, a la vanguardia de las necesidades de la empresa y de sus lectores.
CT
Cortesía de El Informador
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