El manuscrito perdido por 400 años sobre la leyenda del rey Arturo y el mago Merlín hallado dentro de un libro

Fuente de la imagen, Biblioteca de la Universidad de Cambridge

  • Autor, Donna Ferguson
  • Título del autor, BBC News

Una intrigante secuela de la historia del mago Merlín, que había estado archivada por más de 400 años sin salir a la luz, fue recuperada gracias al uso de tecnología de punta.

Se trata del único fragmento que existe de un manuscrito medieval que cuenta la historia de Merlín y las primeras victorias del rey Arturo.

En este, el mago se convierte en un arpista ciego que después se desvanece en el aire y luego reaparece como un niño calvo que promulga edictos al rey Arturo mientras no lleva ropa interior.

Merlín, cuyos poderes parecen provenir de ser hijo de una mujer fecundada por el diablo, pide llevar el emblema de Arturo en el campo de batalla. El rey acepta, lo que resulta ser una buena decisión porque Merlín, quien tiene la capacidad de transformarse en cualquier cosa, termina proveyéndole una arma secreta: un dragón mágico que escupe fuego.

Por 400 años, este frágil remanente de la famosa historia medieval pasó desapercibido e incluso fue reutilizado como cubierta de un libro en la época isabelina (el reinado de Isabel I), para ayudar a proteger un registro de propiedades.

El fragmento de la Suite Vulgate du Merlin (“Continuación vulgar de Merlín”) tiene unos 700 años de antigüedad y fue hallado por un archivista de la biblioteca de la Universidad de Cambridge, doblado y cosido en la tapa de un registro del siglo XVI.

La Suite Vulgate du Merlin está escrita en francés antiguo, y es una rareza, ya que existen menos de 40 copias en el mundo.

Usando tecnología de punta, los investigadores de la biblioteca pudieron capturar digitalmente las partes más inaccesibles del manuscrito sin desdoblarlo ni descoserlo de donde está.

Esto permitió conservar el documento y evitar daños irreparables, al tiempo que se logró mejorar digitalmente la definición de un texto que ha perdido intensidad y se ha vuelto borroso, y se pudo leerlo por primera vez en siglos.

Rey Arturo, Merlín y la mesa redonda

Fuente de la imagen, Getty Images

Anteriormente el documento se había catalogado como la historia de Gawain. “No fue archivado de manera correcta. De hecho, nadie había registrado que está escrito en francés”, le explica a la BBC Fabry-Tehranchi, la especialista en francés en la biblioteca de la universidad.

Cuando ella y sus colegas se dieron cuenta de que tenían entre manos una historia sobre Merlín y su habilidad de cambiar de forma se sintieron “muy emocionadas”, explicó.

La Suite Vulgate du Merlin fue escrita originalmente hacia 1230, un tiempo en el que los romances artúricos eran particularmente populares entre las mujeres de la nobleza, aunque este fragmento hacía parte de una copia perdida publicada alrededor del año 1300.

“No sabemos quién lo escribió. Creemos que se trató de una tarea colaborativa”, explica Fabry-Tehranchi.

Se trata de una secuela de un texto más temprano, escrito cerca del año 1200, en el que se cuenta que Merlín era un niño prodigio que podía ver el futuro e hizo un hechizo para facilitar el nacimiento del rey Arturo, quien demostró su derecho divino para reinar al sacar la espada de una roca.

“La Suite Vulgate du Merlin nos cuenta sobre los primeros años de reinado de Arturo, su relación con los caballeros de la mesa redonda y su heroica lucha contra los sajones. Muestra a Arturo de una forma positiva: es el joven héroe que se casa con Ginebra, inventa la Mesa Redonda y tiene una buena relación con Merlín, su consejero”, dice la académica.

Es gracias a la secuela, señala, que la historia del Santo Grial -y el lugar de Merlín en esa historia- puede ser contada de forma coherente de principio a fin.

“Si la secuela fue escrita para facilitar eso, lo logró. Esa se convirtió en la principal forma en que la historia se transmitió a través de los años”, anota.

Las evidencias de estilo en el texto indican que el fragmento fue escrito por un escriba desconocido y en un dialecto del norte de Francia que podían entender los aristócratas ingleses.

“Son leyendas celtas e inglesas, que habían circulado de forma oral a través de las islas británicas. Pero el lenguaje usado para escribirlas es francés antiguo, debido a la conquista normanda”.

Para el siglo XVI, sin embargo, el francés antiguo ya no se usaba en Inglaterra.

“Hubo un cambio lingüístico hacia el inglés entre los lectores de la literatura artúrica. El libro perdió su interés, así que buscaron reutilizarlo”, señala Fabry-Tehranchi. Quizás por eso el fragmento acabó siendo reutilizado en la cubierta de un registro: “El texto había perdido su atractivo”.

Dos científicos revisan un manuscrito

Fuente de la imagen, Biblioteca de la Universidad de Cambridge

Tecnicas del siglo XXI para entender el pasado

La biblioteca quería preservar el registro, que se creó en 1580 para tener información sobre la propiedad de la Mansión Huntingfield en Suffolk, como evidencia de las prácticas de encuadernación de archivos ingleses del siglo XVI.

Previamente habría sido necesario cortar la encuadernación para poder leer el fragmento. Además, los segmentos del texto desvanecidos por efecto del tiempo no hubiera sido posible leerlos.

Pero hoy en día, tecnologías como las imágenes multiespectrales, la tomografía computarizada y el modelado 3D les han permitido a los académicos no solo leer los textos borrosos, sino entender exactamente cómo llegó ese texto al registro del archivo.

El equipo del Laboratorio de Imagen del Patrimonio Cultural de la Universidad Cambridge ha podido analizar los diferentes tejidos usados por los archivadores isabelinos y los diferentes pigmentos decorativos usados por los ilustradores medievales, cuyo trabajo era “iluminar” los manuscritos con ilustraciones llenas de color.

En el sótano de la biblioteca, en un pequeño estudio fotográfico dominado por una cámara multiespectral que cuesta más de US$125.000, la jefa técnica del laboratorio, Amélie Deblauwe, señala que “las técnicas de imagen digital que empleamos en el fragmento de Merlín revelaron detalles que no pueden ser vistos por el ojo humano a simple vista”.

La cámara tomó 49 fotos de cada página usando diferentes combinaciones de luz. Comenzando con la luz ultravioleta invisible, se movió a través del espectro visible – “todos los colores del arco iris” – hasta la luz infrarroja invisible, anota Deblauwe.

Merlin en un arbol con una mujer

Fuente de la imagen, Getty Images

Y agrega: “Todo esto se mide en nanómetros. Así que sabemos de forma muy precisa qué estamos haciendo en la página con esas luces. Tenemos el control de lo que estamos disparando contra la hoja”.

Imagen tridimensional

Usando un rango de luces de colores se logró que incluso el más pequeño residuo de tinta, que se ha degradado con el tiempo, pueda verse nítidamente en las imágenes que tomó la cámara.

Usando un software geoespacial y de fuente abierta, los técnicos hicieron que lo escrito sea más legible al procesar los datos de las imágenes.

“Esto se debe a que distintos tipos de tinta y distintos tipos de papel reaccionan diferente a los tipos de luz. Mientras algunas luces son absorbidas por el pergamino y la tinta, otras se reflejan, iluminando diferentes detalles”, explica Deblauwe.

La cámara puede incluso revelar pequeños rasguños en el pergamino al lanzar luz en diferentes ángulos sobre el papel, lo que crea “sombras de superficie”.

“Lo llamamos ‘luz para rastrillar'”, anota Deblauwe.

Un inesperado descubrimiento se dio cuando las imágenes revelaron que el pergamino era significativamente más claro en el medio.

“Fue un momento genial para nosotros. Se notaba un poco en la imagen a color, pero se veía muy claro en la imagen multiespectral (MSI, por sus siglas en inglés)”, dijo la experta.

Después de ver esas imágenes, se dio cuenta que el pergamino era también más brillante en el medio y tenía una tacto diferente.

Eso sugiere que en algún momento un lazo de cuero habría sido amarrado en la mitad del libro para mantenerlo unido y, con el tiempo, habría dejado su rastro sobre el pergamino.

“Algunas veces tienes esos momentos de iluminación y comienzas a entender mejor la historia del objeto. Este es un nuevo nivel para estudiar manuscritos”, anota Deblauwe.

Uno de los desafíos más difíciles que tuvo el equipo fue el de acceder a los textos que estaban escondidos por los dobleces sin retirar el frágil pergamino.

Para la experta, la solución fue que los conservacionistas manipularan con cuidado el pergamino mientras los técnicos insertaban un lente de sonda macro “muy fina” en las grietas más oscuras a través de cualquier parte del pergamino que aún fuera accesible.

“El lente puede estar muy cerca del objeto y tomar varias imágenes, que después se pueden unir para tener una imagen general”, apunta el jefe de los técnicos de fotografía, Błażej Władysław Mikuła.

Fotografía al pergamino

Fuente de la imagen, Biblioteca de la Universidad de Cambridge

El resultado fueron cientos de imágenes de palabras y letras en francés antiguo, todas escritas a mano por un escriba medieval, que debían ensamblarse como un rompecabezas.

Para añadir un nivel de complejidad adicional, algunas imágenes se tomaron utilizando espejos para reflejar áreas del texto que de otro modo habrían sido inaccesibles, por lo que las fotos capturadas estaban curvadas o debían rotarse o voltearse.

Averiguar a dónde pertenecía cada imagen en particular fue un proceso minucioso, pero finalmente muy satisfactorio, indica Fabry-Tehranchi.

Solo quedan unos pocos centímetros cuadrados del texto ocultos debido a la ubicación del hilo; por lo demás, el fragmento ha revelado todos sus secretos.

Utilizando un escáner que puede distinguir entre diferentes materiales, el equipo incluso pudo retirar digitalmente el hilo del lomo del libro mediante un nuevo proceso, lo que permitió analizar las puntadas y los materiales utilizados por los encuadernadores isabelinos.

“Nunca imaginamos que obtendríamos una imagen de tan buena calidad de la estructura de la encuadernación”, afirma Fabry-Tehranchi.

Mikula a veces se pregunta qué habrían pensado estos isabelinos de todos sus esfuerzos por analizar el fragmento.

“Lo vieron como un desecho. Jamás se les habría ocurrido lo que haríamos con él”, dice el técnico fotográfico.

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Cortesía de BBC Noticias



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