El mapa oculto de la depresión: la ciencia identifica las huellas biológicas en dos tipos de células

La depresión es mucho más que un estado de ánimo bajo. Millones de personas en el mundo conviven con este trastorno, que altera la vida cotidiana y es una de las principales causas de discapacidad global. Hasta hace poco, gran parte del debate se centraba en los síntomas visibles, dejando en segundo plano las huellas biológicas que la sustentan. Un estudio internacional publicado en Nature Genetics ofrece ahora pruebas sólidas de que la depresión deja una marca medible en células concretas del cerebro.

Los investigadores analizaron la corteza prefrontal dorsolateral, región relacionada con la toma de decisiones, el control cognitivo y la regulación de las emociones. Allí descubrieron que dos tipos de células se comportan de manera distinta en quienes padecen depresión: las neuronas excitadoras y un grupo específico de microglías. Estos cambios no solo modifican la comunicación entre neuronas, sino también la forma en que el cerebro maneja la inflamación.

El trabajo supone un paso adelante en la comprensión del trastorno. La depresión no se reduce a lo emocional: es también una alteración biológica con raíces genéticas y celulares.

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Neuronas y microglías muestran alteraciones genéticas vinculadas al trastorno. Fuente: iStock (composición).

Las neuronas que regulan el ánimo

El estudio se centró en más de 200.000 células analizadas con técnicas de genómica de célula única. Uno de los hallazgos más importantes se dio en las neuronas excitadoras de capas profundas, encargadas de transmitir señales que influyen en el estado de ánimo y la respuesta al estrés. En estas células, la cromatina —la estructura que regula qué genes pueden activarse— mostraba una accesibilidad alterada en personas con depresión.

Este cambio está vinculado a un factor de transcripción llamado NR4A2, sensible a la actividad neuronal y al estrés. Cuando la unión de este factor se ve modificada, la consecuencia probable es una alteración en la comunicación sináptica, el proceso que permite a las neuronas intercambiar información. 

La depresión podría estar relacionada, al menos en parte, con un fallo en los engranajes más íntimos de la señalización neuronal.

La relevancia es doble: no solo se detecta qué células fallan, sino también cómo las variantes genéticas de riesgo para la depresión pueden afectar directamente a su funcionamiento. Esto aporta un vínculo entre predisposición genética y alteración celular concreta.

El papel de las microglías

El otro tipo de célula identificado fueron las microglías, las encargadas de mantener el equilibrio inmunitario en el cerebro. En individuos con depresión, los investigadores observaron una disminución en la accesibilidad de regiones reguladas por factores que controlan la homeostasis inmunitaria. Dicho de otro modo, las células que deberían proteger al sistema nervioso central frente a inflamación y daños no funcionaban de manera óptima.

Este hallazgo se conecta con una de las hipótesis más discutidas en los últimos años: la relación entre depresión e inflamación cerebral.

La alteración en las microglías podría explicar por qué algunos pacientes muestran marcadores inmunológicos anómalos o responden a tratamientos con efecto antiinflamatorio. El sistema inmunitario del cerebro parece ser un actor silencioso pero crucial en la depresión.

La combinación de alteraciones en neuronas y microglías refuerza la idea de que la depresión es un trastorno de múltiples capas, donde la comunicación neuronal y la regulación inmunitaria se entrelazan de manera compleja.

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La depresión no es solo emocional: deja huellas claras en células del cerebro. Fuente: iStock (composición).

Una investigación con un recurso único

Para llegar a estas conclusiones, los científicos recurrieron al Douglas-Bell Canada Brain Bank, uno de los pocos bancos del mundo que conserva tejido cerebral de personas con trastornos psiquiátricos.

En total, analizaron muestras de 59 personas con depresión y 41 sin la enfermedad. Este recurso excepcional permitió estudiar directamente las células afectadas en un trastorno difícil de capturar en vida.

El equipo aplicó técnicas avanzadas de accesibilidad de cromatina a nivel unicelular junto con análisis de expresión génica. De esta forma, pudieron observar no solo qué genes estaban activos, sino también qué regiones del ADN se encontraban abiertas o cerradas al uso celular. El cruce de estas dos capas de información ofrece una visión inédita de cómo los cambios genéticos impactan en la función cerebral.

Este tipo de análisis representa la frontera de la neurociencia moderna: pasar de correlaciones generales a mapas detallados de qué células, genes y variantes genéticas están implicados en cada enfermedad.

Más allá de los síntomas visibles

Los autores del estudio destacan que estos hallazgos derriban la percepción de la depresión como un problema meramente emocional. Al identificar cambios concretos en tipos celulares específicos, se refuerza la idea de que la enfermedad tiene bases biológicas claras y medibles.

El propio Gustavo Turecki, investigador principal, lo resumió al afirmar que se trata de la primera vez que se logra mapear de forma precisa los tipos de células afectados en la depresión combinando datos de regulación genética y actividad génica.

Esto no solo amplía el conocimiento básico, sino que puede ayudar a combatir estigmas aún presentes en torno a la enfermedad.

El mensaje es contundente: la depresión es un trastorno del cerebro, con raíces biológicas tan reales como las de otras enfermedades neurológicas.

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El hallazgo abre la puerta a terapias de precisión contra la depresión. Fuente: iStock (composición).

Hacia nuevas terapias de precisión

El siguiente paso será estudiar cómo estas alteraciones celulares influyen en el funcionamiento global del cerebro y si es posible intervenir sobre ellas. La identificación de neuronas y microglías como objetivos específicos abre la puerta a tratamientos de precisión, capaces de modular la actividad de células concretas en lugar de actuar de forma generalizada.

Esto podría tener un enorme impacto clínico. Los antidepresivos actuales, aunque efectivos para muchos pacientes, no funcionan igual en todos y suelen requerir largos periodos de prueba y error. Dirigir la investigación hacia los tipos celulares afectados podría acortar este camino y mejorar la respuesta terapéutica.

Comprender la depresión a nivel celular y genético es el primer paso para diseñar intervenciones más eficaces y personalizadas para los millones de personas que conviven con el trastorno.

Referencias

  • Chawla, A., Cakmakci, D., Fiori, L.M. et al. Single-nucleus chromatin accessibility profiling identifies cell types and functional variants contributing to major depression. Nat Genet. (2025). doi: 10.1038/s41588-025-02249-4

Cortesía de Muy Interesante



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