Las intensas lluvias y las inundaciones repentinas que han afectado a Valencia en las últimas horas son una muestra alarmante de cómo el clima extremo, agravado por el calentamiento global, impacta de forma directa en nuestras vidas. La reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha provocado importantes riadas e inundaciones, dejando un saldo trágico de al menos 207 personas fallecidas y un número —de momento— indeterminado de fallecidos. Este fenómeno, que anteriormente se daba de manera ocasional y localizada, está ganando fuerza y frecuencia, especialmente en la región mediterránea, como consecuencia del cambio climático. Aunque aún es pronto para atribuir al cambio climático lo acaecido en Valencia, ¿qué hay detrás de esta tendencia?
¿Qué es una DANA y cómo se forma?
La DANA, también conocida como “gota fría”, es un fenómeno meteorológico que se forma cuando una masa de aire frío queda aislada en niveles altos de la atmósfera, mientras que en las capas inferiores existe aire cálido y húmedo. Cuando ambas masas chocan, se produce una intensa inestabilidad atmosférica que puede desencadenar lluvias torrenciales en cuestión de horas, como ocurrió en Valencia.
En los últimos años, las DANAs parecen haberse vuelto más virulentas y se han extendido en frecuencia, afectando no solo al levante español sino también a zonas más al interior y norte del país, un patrón que preocupa cada vez más a los científicos.
Cambio climático y DANAs: el rol del Mediterráneo como “olla de presión”
Los expertos señalan que uno de los principales detonantes de este tipo de tormentas extremas en el área mediterránea es la temperatura del agua, la cual ha registrado aumentos sostenidos en las últimas décadas. Según un estudio reciente de la Sociedad Americana de Meteorología, las olas de calor marinas (MHW por sus siglas en inglés) que experimenta el Mediterráneo no solo son cada vez más frecuentes sino también más prolongadas e intensas. Este calentamiento del agua actúa como una fuente de energía adicional que alimenta la formación de tormentas, potenciando los efectos de las DANAs.
Durante el verano de 2022, por ejemplo, se registró una ola de calor marina sin precedentes en el Mediterráneo, con temperaturas superficiales que superaron los 30°C en varias zonas. Los modelos climáticos muestran que este calor acumulado no solo aumenta la frecuencia de eventos extremos como las DANAs, sino que también intensifica su poder destructivo. Las aguas más cálidas aportan más vapor de agua a la atmósfera, aumentando la probabilidad de lluvias torrenciales y empeorando las consecuencias de las tormentas que generan las DANAs.
¿Qué hace que estas tormentas sean tan destructivas?
La dinámica de las DANAs es compleja y depende de varios factores: la temperatura del mar, el viento, la humedad en niveles bajos y altos de la atmósfera y las condiciones de presión. Sin embargo, hay dos factores que parecen amplificar la gravedad de sus efectos en un contexto de cambio climático: la acumulación de energía en las aguas del Mediterráneo y el debilitamiento de la corriente en chorro, una corriente de viento en niveles altos de la atmósfera.
El debilitamiento de esta corriente, otro efecto vinculado al calentamiento global, permite que las bolsas de aire frío se aíslen más fácilmente y durante períodos más largos, un proceso que favorece la formación de DANAs. En otras palabras, el cambio climático parece estar creando las condiciones perfectas para que este tipo de fenómenos se vuelvan más frecuentes y virulentos. Así, una vez que las DANAs se forman y entran en contacto con la masa cálida del Mediterráneo, es como si se activara una “olla a presión” que libera lluvias torrenciales.
El devastador impacto en las zonas costeras
La costa mediterránea española es especialmente vulnerable a estos fenómenos debido a su ubicación geográfica y al urbanismo descontrolado que, durante décadas, ha invadido zonas que naturalmente deberían absorber el agua de lluvia. Al perder gran parte de su vegetación natural y al construir en áreas inundables, muchas ciudades y pueblos de la región quedan expuestos a inundaciones y riadas cuando se produce una DANA de gran intensidad.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y otros organismos advierten que las zonas llanas y urbanizadas, como Valencia o Murcia, enfrentan un riesgo creciente. Además, este tipo de fenómenos intensos generan serias dificultades para los servicios de emergencia, que tienen que gestionar una gran cantidad de agua en un tiempo récord y en zonas densamente pobladas, donde el impacto humano y económico es mucho mayor.
¿Es posible predecir y mitigar los efectos de las DANAs?
Si bien los sistemas de predicción meteorológica son cada vez más avanzados, las DANAs representan un desafío. Los meteorólogos pueden prever que se formará una DANA y advertir sobre posibles lluvias intensas, pero anticipar su intensidad y el área exacta donde descargará sigue siendo complicado. Las DANAs pueden formarse y desatar lluvias en cuestión de horas, dificultando una reacción anticipada por parte de los sistemas de emergencia.
Sin embargo, los expertos coinciden en que algunas medidas preventivas pueden reducir los riesgos y proteger a las poblaciones en áreas vulnerables. El redimensionamiento de sistemas de alcantarillado, la creación de zonas verdes urbanas y el mantenimiento de cauces de ríos son estrategias esenciales. Además, el uso de mapas de zonas inundables y el respeto de estas áreas a la hora de urbanizar resulta crucial para minimizar los daños.
¿Qué podemos esperar en las próximas décadas?
Los expertos advierten que si el calentamiento global continúa al ritmo actual, los episodios de DANAs extremas y fenómenos similares se volverán cada vez más comunes. En un escenario de aumento sostenido de las temperaturas, las simulaciones muestran que el Mediterráneo podría actuar como un “generador de tormentas” aún más potente, con precipitaciones de hasta un 47% más intensas en eventos extremos como los derechos o DANAs.
Además, sabemos que estos fenómenos pueden extenderse aún más allá de los meses otoñales, afectando a la península ibérica casi durante todo el año. En las próximas décadas, España podría enfrentar fenómenos similares a los derechos que ya se ven en regiones de Norteamérica, pero con una peculiaridad preocupante: el Mediterráneo proporciona una fuente continua de humedad y energía que puede hacer que estas tormentas sean más destructivas y difíciles de predecir.
Dado el aumento de fenómenos climáticos extremos, adaptarse al cambio climático es urgente. España cuenta con un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, pero su implementación sigue siendo un reto. Los expertos subrayan la necesidad de fortalecer las infraestructuras urbanas y de aumentar la resiliencia de las zonas costeras, no solo para proteger a las personas, sino también para mitigar los enormes costos económicos que generan estas tormentas.
La situación en Valencia tras la reciente DANA deja claro que, si bien hemos avanzado en sistemas de alerta y respuesta, el cambio climático exige ir un paso más allá. Adaptarse no solo es una cuestión de prevención, sino de supervivencia en un clima cada vez más impredecible y hostil.
Referencias:
- González-Alemán, J. J., D. Insua-Costa, E. Bazile, S. González-Herrero, M. Marcello Miglietta, P. Groenemeijer, and M. G. Donat, 2023: Anthropogenic Warming Had a Crucial Role in Triggering the Historic and Destructive Mediterranean Derecho in Summer 2022. Bull. Amer. Meteor. Soc., 104, E1526–E1532, doi: 10.1175/BAMS-D-23-0119.1.
Cortesía de Muy Interesante
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