“El miedo y la esperanza viven juntos”: Joan Manuel Serrat

Con ovaciones. Así fue recibido el cantautor catalán Joan Manuel Serrat. Entre risas, así discurrió el arranque del conversatorio Mil jóvenes con Joan Manuel Serrat, la tarde de este jueves en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

“Ya llegaron las flores y las flores vinieron acompañadas por Joan Manuel Serrat”. Así dijo Benito Taibo para introducir a su amigo por décadas, en una conversación hilarante en el comienzo, rasgo de quienes se conocen de años y fluyen en la conversación, en gran parte para beneplácito de un abarrotado Auditorio Juan Rulfo, en la Expo Guadalajara, aunque inaudible hasta las consecuencias.

“¿Piensas en catalán o en español?”, le preguntó Taibo. “Bastante esfuerzo tengo por pensar como para pensar en qué pienso”. Una broma que arrancó risas en el auditorio, que se confundían con los fuertes reclamos de quienes afuera del salón protestaban porque no pudieron ingresar y tendrían que conformarse con seguir la charla a través de la pantalla en el vestíbulo con la suma de las voces de quienes transitaban por allí.

“Es un tiempo de miedo, pero también es un tiempo de esperanza. El miedo y la esperanza viven juntos. Y la esperanza genera miedo. Y el miedo a su vez genera esperanza. Debemos tratar de manejar estos dos sentimientos de la mejor manera posible para poder convivir con ambos”.

Eso decía Serrat, autor de “Hoy puede ser un gran día”, pero Taibo tuvo que interrumpir por segunda ocasión porque el barullo del fondo, entre los que querían ingresar y los que apenas ingresaban, no era moderado e impedía incluso la comunicación entre ambos protagonistas, pese al uso del micrófono.

Serrat intentó continuar con la conversación, pero Taibo tuvo que interrumpir de nuevo: “A ver, ayúdennos al fondo a los que están atrás para que no se vicie y se pueda escuchar lo mejor posible, por favor”. De inmediato, trató de plantear a Serrat una nueva pregunta, algo sobre futbol, pero el cantautor le hizo ademanes para indicar que no podía escucharle.

Inesperadamente, y para sorpresa de quienes seguían la charla dentro y fuera del auditorio, Serrat dijo: “les agradezco a todos mucho. He hecho muchos kilómetros para estar aquí hoy.

Era un día para mí extraordinario, de mucha ilusión, pero es imposible tener un acto de un calado afectivo como el que tiene éste con un alboroto como el que hay afuera. No es culpa mía, perdonen ustedes. Buenas tardes”. Se levantó de la silla y salió del auditorio.

Pasaron más de 12 minutos para que pudiera haber nuevas noticias. El creador de canciones emblemáticas como “Mediterráneo” o “Aquellas pequeñas cosas”, volvió a la mesa acompañado de Taibo.

Caso curioso el del público cuando los recibió en casi silencio absoluto, con la expresión no verbal de aplauso en el Lenguaje de Señas Mexicano. Y la conversación pudo continuar al principio con silencios incómodos.

Aboga por la migración

Serrat recuperó el humor y volvió para “defender la alegría, del caos y de las pesadillas (….) de las ausencias breves y las definitivas”, como dice ese poema que canta el Nano parafraseando a Benedetti. Dijo que en el futbol mexicano le va a la UNAM, “pero de aquí, de Guadalajara, le voy a la UdeG”, bromeó para ofrecer un comentario conciliador en la reanudación del conversatorio, luego de un inicio incómodo.

Pero de inmediato cambió el tono a uno más serio, alrededor del Mediterráneo y la migración. El cantautor se refirió a éste como “ese sarcófago enorme” en el que se ha convertido este mar por las constantes tragedias de inmigrantes.

“Se ha unido a las lágrimas de este mar la muerte de tanta gente que, desde hace unos años, saliendo de sus lugares de vida y de crecimiento, se echaron a aquel mar tratando de encontrar un lugar mejor para que crecieran sus hijos”.

Europa, añadió, “no ha tenido un comportamiento solidario ni generoso, más bien ha condenado a muchos miles de estos inmigrantes involuntarios, como siempre suelen ser los inmigrantes, es decir, nadie deja la casa donde nació para irse a una vida en la que no se sabe qué le depara”.

Serrat nació en Poble Sec, un barrio que históricamente ha asimilado a varias generaciones de inmigrantes en Barcelona.

Y concluyó, al menos sobre este tema: “Vivimos en una época muy miserable. Los gobiernos de los países poderosos, en general, tienen en la migración un caldo de cultivo favorable para la derecha, para defender argumentos que son incapaces de defender a partir de la solidaridad, de la humanidad”.

“El vicio de cantar”

Serrat adelantó que el discurso de agradecimiento por el Doctorado Honoris Causa que le conferirá la Universidad de Guadalajara este viernes, tendrá algunas notas sobre aquello que llamó “el vicio de cantar, el placer de cantar”.

Dijo así: “cantar es algo que va a unir a la humanidad. Cantamos siempre. Cantamos mejor o peor, pero cantamos siempre. Por supuesto que yo estoy a favor de que la gente cante, absolutamente. Y estoy profundamente en contra de quienes impiden a otra gente el poder expresarse cantando con el argumento de que cantan mal. Eso no es cierto, nadie canta mal, canta distinto”.

A propósito del tema, Taibo le preguntó: “¿Y a quién le cantas?”, mientras que Serrat, recuperando el humor impetuoso del arranque, le respondió al escritor mexicano lo siguiente: “si después de 60 años de escribir canciones, te tengo que explicar a qué le canto, yo te preguntaría ¿y tú qué haces aquí?”, respondió con lujo de humor.

Si yo digo México, ¿qué dirías?

“(México) fue mucho muy importante para mi vida. Especialmente desde el exilio en el año 76. Me quedé en México porque me encontré en una tesitura terrible. No podía viajar a España porque me habían abierto un proceso por injurias ante el jefe del Estado. Por otro lado, el presidente Echeverría había decidido que todo lo que tenía que ver con España no era bienvenido (…) Yo mismo caí en el cebo y pasé de ser alguien que viajaba de vez en cuando a México, para convertirme en alguien que pasó de querer México y a tener grandes complicidades con este país”, respondió Serrat. “Además, me compré un camión con el dinero que tenía. Hicimos una gira por la república, que fue lo que acabó de enamorarme al corto plazo”, concluyó.

Cortesía de El Economista



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