Los arqueólogos han descubierto una monumental tumba cerca de Corinto con un uso insólito: primero sirvió como lugar de enterramiento y siglos después se convirtió en un santuario de curación. Entre los objetos hallados destaca un anillo de oro con la imagen de Apolo y una serpiente, un símbolo con profundas raíces en la historia de la medicina.
El hallazgo tuvo lugar en Chiliomodi, tal y como anunció el Ministerio de Cultura griego, un pequeño pueblo griego en la región del Peloponeso. Los investigadores no tardaron en identificar que el monumento, con su estructura en forma de “T”, pertenecía a la época helenística, entre los siglos IV y I a.C. A diferencia de muchas tumbas de la misma época, esta tenía una particularidad: su historia no terminó con las primeras inhumaciones.
Con el paso de los siglos, el lugar fue reutilizado. Durante el periodo romano tardío, en torno al siglo IV d.C., dejó de ser simplemente un mausoleo y comenzó a atraer a personas con un propósito diferente. Las pruebas arqueológicas apuntan a que la tumba se convirtió en un santuario donde los peregrinos acudían en busca de sanación. Pero, ¿qué llevó a este cambio tan inusual?
El anillo de Apolo y la serpiente: un símbolo que perdura
Entre los objetos recuperados dentro de la tumba, uno destaca por encima del resto. Se trata de un anillo de oro con la imagen de Apolo, el dios griego de la medicina, acompañado de una serpiente. Este símbolo no es casualidad: la serpiente ha estado vinculada a la curación desde tiempos inmemoriales.

En la mitología griega, Apolo es el padre de Asclepio, la divinidad que encarna la medicina y cuyo bastón enroscado por una serpiente sigue representando la profesión médica en la actualidad. En la antigüedad, estos anillos podían ser utilizados tanto por médicos como por devotos que buscaban la protección del dios. ¿Perteneció este anillo a un sanador o a alguien que acudió al santuario en busca de curación?
Votivas de arcilla: los peregrinos y sus súplicas de sanación
Las excavaciones alrededor de la tumba revelaron otro hallazgo fascinante: pequeñas esculturas de arcilla con forma de dedos y fragmentos de brazos. Estas ofrendas, conocidas como votivas anatómicas, eran habituales en los santuarios dedicados a dioses curativos como Apolo y Asclepio.
Los antiguos griegos creían que estos objetos, dejados en los templos, servían para señalar la parte del cuerpo enferma y pedir la intervención divina. La presencia de estas ofrendas en la tumba sugiere que, siglos después de su construcción, el monumento se transformó en un punto de peregrinación para aquellos que buscaban alivio a sus dolencias.

La tumba contenía una gran sarcófago y cinco nichos funerarios a lo largo de sus paredes. Sin embargo, los arqueólogos descubrieron que muchos de estos enterramientos habían sido saqueados en algún momento de la historia. Solo uno de ellos, la gran sarcófago, aún conservaba los restos de un individuo en posición anatómica.
Lo más sorprendente es que, a pesar de la profanación, el sitio siguió atrayendo a personas. Durante la época romana tardía, no solo se depositaron las ofrendas votivas, sino que se encontraron evidencias de grandes banquetes dentro del recinto. Es posible que se celebraran rituales vinculados a la curación, en los que la comida desempeñaba un papel simbólico.

Un enigma que aún no se ha resuelto
El estudio del yacimiento está lejos de haber terminado. Aún quedan muchas incógnitas por resolver sobre el uso exacto del santuario y las personas que lo visitaron.
Los arqueólogos planean continuar con las excavaciones en el área circundante para descubrir más detalles sobre su transformación a lo largo de los siglos. Mientras tanto, el anillo de Apolo y la serpiente sigue siendo un testigo silencioso de un pasado en el que la espiritualidad y la medicina estaban profundamente entrelazadas.
Cortesía de Muy Interesante
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