En un episodio de Malcolm el de en medio, Reese confiesa con toda naturalidad que tiene la capacidad de apagar su cerebro y simplemente no pensar en nada. Lo curioso es que, según la ciencia, esa habilidad de dejar la mente en blanco no es solo real, sino bastante común. Investigadores estiman que pasamos hasta el 20% del tiempo despiertos sin pensar en nada consciente. Y aunque parezca una pausa inútil, podría ser una de las claves para entender cómo funciona nuestro cerebro.
Según un nuevo artículo publicado en Trends in Cognitive Sciences, se trata de un fenómeno real que los científicos comenzaron a investigar seriamente y se llama mind blanking o mente en blanco. Cabe mencionar que no es lo mismo que soñar despierto (mind-wandering), sino un fenómeno aparte donde hay una desconexión total; no hay ideas, imágenes ni pensamientos. Es como si, por unos segundos, la conciencia apagara y se fuera a otra parte.
Mente en blanco no es lo mismo que distraerse: es no tener nada en la conciencia
Pensar en algo irrelevante cuando deberías estar concentrado se llama mind wandering (mente divagando), pero el mind blanking es otra cosa. No es un pensamiento fuera de lugar, es la ausencia total de pensamiento consciente. “No estaba pensando en nada”, decimos a veces, pero resulta que si es literalmente.
Según Popular Science, es difícil estudiar este fenómeno porque es muy “subjetivo y escurridizo“. La neurocientífica Athena Demertzi y sus colegas han intentado clasificarlo mejor; en su revisión, encontraron al menos siete definiciones distintas. La más aceptada es la impresión de no tener pensamientos o no poder comunicarlos. Esa vaguedad es clave, porque muchas personas ni siquiera notan cuándo sucede.
El cerebro se apaga parcialmente: la evidencia neurológica detrás del fenómeno
De acuerdo con la investigación, hay marcadores específicos en el cerebro cuando ocurre un episodio de mente en blanco. Uno de ellos es una sincronización momentánea entre distintas redes cerebrales, algo que también se ha observado durante el sueño o la anestesia. Es como si el cerebro “pusiera pausa” a sus contenidos sin apagarse por completo.
Las imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) y estudios con EEG muestran que justo antes de que una persona reporte estar en blanco, ocurren desactivaciones generalizadas en regiones clave del cerebro. Además, la conectividad entre áreas cerebrales se vuelve homogénea, como si todo estuviera sincronizado pero sin contenido específico.

Una parte central de estos estudios es la “excitación”, o arousal, el nivel de actividad del sistema nervioso. Cuando está muy bajo, por fatiga o aburrimiento, somos más propensos a quedarnos en blanco. Pero también ocurre cuando el arousal es muy alto, como después de un ejercicio intenso y nuestra mente se llena de pensamientos tan rápidos que colapsan el acceso a contenidos específicos.
Según la investigación, este estado no es simplemente un “apagón”, sino más bien un periodo en el que el cerebro se autoorganiza, tal vez para recuperarse, como una especie de “microdescanso” consciente.
¿Y si la mente en blanco fuera buena para la salud mental?
Pero más allá de lo cotidiano, el fenómeno podría tener implicaciones clínicas. La mente en blanco aparece con más frecuencia en personas con TDAH, ansiedad generalizada o incluso trastornos del sueño como el síndrome de Kleine–Levin. Según el artículo, algunos pacientes describen una “mente vacía” como parte de su experiencia clínica, especialmente cuando están sin estímulos externos.

Demertzi plantea una hipótesis y es que quizás esas pausas en el pensamiento sirvan para que el cerebro realice tareas de mantenimiento, como eliminar toxinas o resetear ciertos procesos cognitivos. Un mecanismo similar al que ocurre durante el sueño, pero aplicado a la vigilia.
La pregunta que la comunidad científica hace es ¿por qué nadie había hablado sobre el tema antes?. Una posible razón es metodológica. Durante años, la neurociencia se enfocó en estados mentales con contenido: soñar, pensar, imaginar. Pero lo que no tiene forma ni narrativa fue descartado. Según la investigación, es momento de tratar la mente en blanco como una categoría real de experiencia, con su propio perfil neuronal y conductual.
Cortesía de Xataka
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