El motor interno no acelera: menos producción, menos empleos, menos gasto

Julio dejó en claro, con los datos del Inegi difundidos ayer 17 de septiembre, que la economía mexicana sigue atrapada en la inercia del bajo crecimiento. Ese mes, la producción manufacturera retrocedió 2.7% frente a junio y 1.1% respecto al mismo mes de 2024. Dicho en pesos, solo en este sector se dejaron de producir alrededor de 45,000 millones en un mes y más de 70,000 millones en la comparación anual. Estas cifras confirman que los porcentajes esconden pérdidas concretas de riqueza para las empresas y para el país.

El golpe afectó al mercado laboral. El personal ocupado en la industria manufacturera cayó 0.2% mensual, lo que equivale a 19,000 empleos perdidos en julio, y acumula un retroceso anual de 2.3% (alrededor de 221,000 plazas menos que en julio de 2024). Las horas trabajadas también bajaron 0.2% en el mes y 2.2% en el año, lo que se traduce en menos turnos, reducción de horas extras y paros técnicos.

El único dato positivo fue el aumento de 0.7% mensual y 6% anual en las remuneraciones medias reales de la industria manufacturera. Con un salario promedio de 12,600 pesos, esto representa apenas 90 pesos adicionales por trabajador. En conjunto, los 9.6 millones de empleados del sector recibieron 865 millones de pesos más en nómina. Pero frente a pérdidas de decenas de miles de millones en producción y cientos de miles de empleos eliminados, ese ligero aumento es insignificante.

El panorama se agrava con la contracción del consumo privado, que representa casi siete de cada 10 pesos del PIB. El Indicador Oportuno del Consumo Privado estima para julio una caída anual de 0.7% y para agosto un crecimiento nulo. En términos monetarios, implica 9,300 millones de pesos menos gastados en bienes y servicios en un solo mes, con la consiguiente pérdida de entre 10,000 y 15,000 empleos indirectos en comercio y servicios.

La fotografía completa es clara: en julio se combinaron menos producción, menos empleo y menos consumo. Lo que muestran los datos confirma lo que vengo advirtiendo desde hace meses: pese a los mejores pronósticos, la economía mexicana está empantanada. No es un accidente aislado, sino el resultado de factores como la incertidumbre por los aranceles de Trump y la fragilidad del T-MEC, el escaso margen fiscal del gobierno, la falta de inversión productiva nacional, la dependencia de remesas y un nearshoring todavía concentrado en pocos estados y sectores. A ello se suma la limitada efectividad del llamado Plan México, útil para evitar desplomes puntuales, pero insuficiente como motor de crecimiento.

Y ahora se añade la baja de tasas de 0.25 puntos decretada ayer 17 de septiembre, por la Reserva Federal, que llevó el rango a entre 4.0 y 4.25 por ciento. Es la primera reducción desde diciembre y refleja el enfriamiento del mercado laboral de EU. Para México implica riesgos: un dólar potencialmente más débil que presione al peso, un menor diferencial de tasas que complique a Banxico y, sobre todo, la posibilidad de que una menor demanda en EU reduzca nuestras exportaciones y remesas.

Todo indica que tanto el consumo como el empleo seguirán deteriorándose en los próximos meses, lo que anticipa un escenario de bajo crecimiento y de fragilidad creciente del mercado interno. Los próximos meses serán difíciles y exigirán cautela y resistencia.

Facebook: Eduardo J Ruiz-Healy

Cortesía de El Economista



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