La historia ubica el nacimiento de Jesucristo en Medio Oriente, la familia Ontiveros (en esta ocasión) en un pueblo mexicano, uno cerquita de un desierto y, curiosamente, a unos pasos de un bosque en medio de montañas y de un campo de hortalizas. Este mundito de más de 1000 piezas se renueva cada diciembre en el patio de una casa para ser habitado por personajes que hablan de sus años: lo más jóvenes de cerámica y yeso, lo más viejos de porcelana y barro.
Montarlo, toma cerca de un mes y al menos se necesita el trabajo de 10 personas, incluyendo arquitectos y artesanos, nos explica Vanesa Méndez, integrante de la familia Ontiveros. Los visitantes se cuentan por cientos o quizá por miles cada año y, además, esta curiosidad ha aparecido en noticieros, revistas y periódicos; con semejante popularidad pocas personas se imaginan su (muy) discreto origen.
La fama de este nacimiento que además de ser de los más grandes de la CDMX tiene casi un siglo de historia ha hecho que al rededor se monten puestos de dulces, elotes y hasta una feria.
En el barrio es todo una tradición ir a visitarlo y llega gente de todos lados a conocerlo y admirarlo haciendo filas. Hay niños y niñas que creciendo yéndolo a ver cada diciembre y ahora llevan a sus hijos e hijas.
Tepito, cristeros y un secreto del nacimiento
La química Consuelo Ontiveros nos platica que su historia nació en secreto, de un acto prohibido: una boda por la Iglesia en tiempos de Cristeros. Sus padres padres, Juana Rodríguez y José Ontiveros, se casaron en la privacidad de un hogar y su regalo de bodas fue, precisamente, un Nacimiento, tres piezas que en 1927 instalaron junto a una ventana en el barrio de Tepito.

Esta representación fue creciendo en elementos y complejidad mientras los Ontiveros también lo hacían en integrantes: tuvieron 12 hijos. Hace 59 años llegó a lo que es hoy la colonia Campo Marte cuando la zona era aún tierra de cultivos “Hemos visto la colonia crecer”, explica la Consuelo.
Tomando en cuenta su tamaño, orígenes y ubicación, es difícil negar que el nacimiento de Iztacalco tiene un “no sé qué” que se escapa de lo común, cosa que definitivamente respaldan algunos de los acontecimientos que han ocurrido aquí.

¿La magia de la Navidad? ¿Milagros?
La licenciada Ontiveros platica que un día llegaron al nacimiento dos recién casados, tenían la intención de tomarse una foto ¡con todo y vestido blanco y traje de gala! Les invitaron a pasar a su casa para brindar, dentro el matrimonio explicó que no quisieron dejar pasar la oportunidad de visitar el nacimiento después de su boda porque se habían conocido justo ahí “en la cola para entrar”.

Como si hacerla de cupido no fuese suficiente, esta representación del nacimiento de Jesús también contribuyó a salvar una vida. María Elena, hermana mayor de Consuelo halló a medio patio a un hombre hincado, llorando mares, el cual le confesó: “Vi en las noticias este nacimiento y quise venir a ver al Niño Dios antes de suicidarme”.
Esa noche María lo convenció de que el mal de amores que lo atormentaba se le pasaría y que pronto algo bueno vendría para él. Siguió viviendo, así lo indicaron las veladoras que por años dejó frente al Niño Dios, quizá para agradecerle.
Lugar: Playa Villa Mar 86, Campo Marte, Iztacalco
Horario: Hasta el 7 de enero del 2026 de 9 am a 11 pm
Costo: gratis
Cortesía de Chilango
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