El anuncio de que el exembajador en México Christopher Landau se sumará como segundo de Marco Rubio incrementa las chances de Roberto Velasco de ser embajador en Washington cuando se inicie el gobierno de Donald Trump.
Velasco tiene buena relación con Landau casi desde el inicio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, cuando el embajador no lograba construir un buen vinculo con Jesús Seade, en ese entonces subsecretario para América del Norte y actual embajador en Beijing. Y es que Seade, según recuerdan en la Cancillería, priorizaba a fondo el nexo con el entonces representante de Comercio Robert Lighthizer y se desvivía por cultivar la cercaníacon Jared Kushner. El embajador, en cambio, le parecía un actor de reparto.
Ante ese cortocircuito, Velasco se acercó a Landau y construyó una relación que perdura hasta el presente. Sus posibilidades de reemplazar a Esteban Moctezuma son buenas pero encuentran el límite de aquellos que le recomiendan a Sheinbaum nombrar un perfil con gran trayectoria política.
Estos vínculos personales son decisivos en un escenario en el cual el entorno de Trump no está recibiendo a ningún funcionario mexicano. La comunicación solo es con Claudia Sheinbaum y los intercambios de los últimos días son poco alentadores: la presidenta en Tamaulipas hablando de la adicción de los estadounidenses al fentanilo y Trump coqueteando con la fantasía de la anexión, lo mismo que sucedió con Canadá la semana pasada.
Juan Ramón De la Fuente viajó la semana pasada a Estados Unidos y, más allá de sus reuniones en los consulados para revisar los medios de apoyos a los migrantes, fue imposible generar un acercamiento con el futuro staff de Trump.
Cortesía de La Política Online
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