El otoño 2025 trae cuatro lluvias de estrellas, tres superlunas y un cambio de hora: guía de fenómenos astronómicos que no te puedes perder

El equinoccio de septiembre, que da paso al otoño astronómico en el hemisferio norte y a la primavera en el sur, empezará el lunes 22 a las 20.19 horas, hora peninsular, según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional. Esta estación durará aproximadamente 89 días y 21 horas y terminará el 21 de diciembre, con la llegada del invierno.

El inicio del otoño es la época del año en que la longitud del día se acorta más rápidamente. En las latitudes de la Península, el sol sale por las mañanas más de un minuto después que el día anterior, y por la tarde se pone más de un minuto antes. Como consecuencia, al inicio del otoño el tiempo en que el sol está por encima del horizonte disminuye casi tres minutos cada día.

El inicio del otoño en el hemisferio norte está definido por el instante en que la Tierra pasa por el punto de su órbita desde el cual el centro del sol cruza el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el sur. El día en que esto sucede, la duración del día y la noche prácticamente coinciden. A esta circunstancia se la llama también equinoccio de otoño.

En el momento en que el otoño comienza en el hemisferio norte, en el hemisferio sur comienza la primavera. Estos son los eventos gastronómicos que se darán desde el 22 de septiembre al 21 de diciembre.

De todas las estrellas y constelaciones visibles al anochecer en otoño, destacará el triángulo de verano, que ha sido visible durante toda la estación estival. Formado por las estrellas Vega (de la constelación Lyra o Lira), Deneb (de la constelación Cygnus o Cisne) y Altair (de la constelación Aquila o Águila), que son las principales de sus respectivas constelaciones, seguirá siendo visible durante la primera parte de la estación, aunque gradualmente a menor altura sobre el horizonte oeste.

Para ver la tríada estelar, basta mirar al cielo hacia el este, donde aparecerá Vega, una gran estrella a 25 años luz del sistema solar. Por debajo y a la derecha se puede ver Altair, la duodécima estrella más brillante del cielo, a 17 años luz de nosotros. Al noreste, algo más elevada y para completar el triángulo, Deneb, una estrella supergigante con 20 veces la masa y unas 200 veces el radio del sol. Esta última es una de las estrellas más lejanas que pueden verse a simple vista.

A medida que avancen los meses, veremos surgir por el este las constelaciones de Pegaso, Andrómeda y Perseo, y al final de la estación aparecerán las constelaciones de Tauro y Orión, que alcanzarán su máximo esplendor durante las noches de invierno.

Las lunas llenas de otoño serán superlunas: la superluna llena de cazador (la del 7 de octubre, desde las 7.47 horas y bajo el signo de Aries), la superluna llena de castor (la del 5 de noviembre, que tendrá lugar bajo el signo de Tauro y a partir de las 14.19 horas) y la superluna fría, el 5 de diciembre, desde las 00.14 horas y bajo el signo de Géminis.

Las superlunas de octubre, noviembre y diciembre están incluidas en la lista de Superlunas de Richard Nolle, el astrólogo que acuñó en 1979 el término superluna. Esto significa que esta luna llena ocurrirá cerca del perigeo -es decir, cuando la órbita del único satélite natural de la Tierra se halle en su punto más próximo a la Tierra- y aparecerán ligeramente más grandes y brillantes en el cielo que las lunas llenas habituales.

De hecho, una superluna llena se ve un 7% más grande y un 16% más brillante en comparación con una luna llena promedio. Y es un 14% más grande y un 30% más brillante que el apogeo de la luna llena, que es cuando esta está más alejada de la Tierra.

En octubre también llega el cambio de hora. Aunque tanto el Parlamento Europeo como la Comisión se han pronunciado a favor de eliminar los cambios de hora en el futuro, todavía no existe una decisión definitiva al respecto. Por ello, este año sigue en vigor el tradicional cambio de hora, que tiene lugar el último domingo de octubre. Ese día, el 26 de octubre, a las 3 de la madrugada hora peninsular retrasaremos los relojes una hora, para volver a marcar las 2.

Otros fenómenos de interés astronómico durante este otoño serán las lluvias de meteoros de las dracónidas, visible en el hemisferio norte entre el 6 y el 10 de octubre, lo que a convierte en la lluvia de estrellas más corta de todas, puesto que solo dura cuatro días.

La lluvia de estrellas provocada por las dracónidas se producen cuando la órbita de la Tierra se cruza con las nubes de partículas que deja en su trayectoria el cometa 21P/Giacobini-Zinner. Salvo excepciones, esta lluvia no resulta espectacular por el número de meteoros que se pueden ver en el cielo, aunque sí destaca la lentitud con que dibujan su trazado, ya que van a solo 20 kilómetros por segundo, frente a los 70 de otros meteoros, lo que permite, si las condiciones son favorables, ver cómo esa ‘estrella fugaz’ se desliza suavemente por el cielo.

Este año, el máximo de esta lluvia se producirá un día antes de la superluna de cazador, por lo que su observación será más propicia después de la puesta de la luna. El pico del máximo será el día 8 de octubre hacia las 21 horas (hora peninsular española), aunque puede haber picos secundarios cerca de la salida del sol ese día, producidos por los filamentos de polvo emitidos por el cometa, por lo que la visión antes del crepúsculo matutino puede ser propicia.

También habrá lluvia de oriónidas, conocida comúnmente como ‘estrellas fugaces‘, cuyo máximo será hacia el 21 de octubre. Las oriónidas proceden del famoso cometa Halley, que orbita alrededor del sol aproximadamente cada 76 años. Una de las peculiaridades de este rastro de partículas -de ahí el nombre de estrellas fugaces- que deja el cometa Halley es que puede apreciarse en todas partes del mundo, ya que esta lluvia pasa muy cerca del Ecuador celeste.

Este año, el máximo ocurrirá el día en que la luna entra en fase nueva, es decir, que habrá ausencia de luna y, por tanto, será una noche perfecta para su observación. Las oriónidas radian todos los años, entre el 2 de octubre y el 7 de noviembre, de la constelación de Orión, pasando muy cerca de la estrella supergigante roja Betelgeuse.

Tras las oriónidas, llega el turno de las famosas leónidas, uno de los más conocidos del año junto a las Perseidas de agosto y cuyo máximo sucede hacia el 17 de noviembre. Este evento celeste se puede ver desde el 6 de noviembre hasta el día 30, una lluvia de estrellas especialmente visible en la constelación Leo.

Este año el máximo de esta lluvia se producirá el 17 de noviembre sobre las 19 horas (hora peninsular española), tres días antes de la luna nueva del día 20, por lo que su observación será más o menos propicia.

Su tasa de actividad es modesta -de entre 10 y 20 meteoros la hora-, pero cada 33 años, coincidiendo con el paso del cometa 55P/Tempel-Tuttle por el perihelio -el punto más cercano- de su órbita, las leónidas dan lugar a espectaculares tormentas de meteoros llegando a una frecuencia de miles de meteoros por hora.

El mejor punto para verlas es en el ángulo comprendido entre los 0º y los 40º NE, cuando el radiante de las leónidas -la estela de luz que dejan a su paso- se sitúa por encima del horizonte desde la medianoche hasta el amanecer.

La última lluvia del otoño es la de las gemínidas, cuyo máximo será hacia el 14 de diciembre. Este grupo de estrellas debe su nombre a que provienen de la constelación de Géminis. Además, suelen ser visibles desde comienzos -día 4- hasta mediados de diciembre -día 17-, normalmente, los días como 13 o 14 de diciembre son los que muestran más de 100 meteoros por hora. Este año, no obstante, suceden tres días después de que la luna entre en cuarto menguante y, por tanto, unos seis días antes de la luna nueva de diciembre -que se dará el día 20-, lo que hará que no se vea con claridad esta lluvia de estrellas.

Las gemínidas son un grupo de estrellas bastante inusual porque su origen no es un cometa, sino un asteroide, conocido como Phaethon 3200. Y existe una hipótesis, hecha por astrónomos, que dice que el asteroide Phaethon fue hace 2000 años un cometa y que, cuando estuvo muy cerca del sol, su gravedad creó un gran desastre que provocó un cambio en su órbita que hizo que dejara atrás unos grandes escombros, que fueron las gemínidas.

Cortesía de El Periodico



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