El padrino mágico de López Mateos


A partir de hoy queda prohibido echar más gotas al océano. Ya se llenó. Y nada de llevar hojas al bosque o granos extra de arena a la playa. Todo está atascado.

Así de absurdo sonó el alcalde de Tlajomulco, Gerardo Quirino Velázquez, cuando anunció que el Ayuntamiento no daría nuevas licencias de construcción en el “corredor” López Mateos. El mismo corredor donde nadie puede correr, pero en el que parece que todos quieren vivir.

La prueba es evidente y se padece a diario: la avenida más saturada de una ciudad donde hay cinco millones de personas está colapsada. Autos, fraccionamientos y gente que sale a la misma hora. ¿Y los responsables? Los mismos que antes ocuparon el cargo de Quirino: el padrino mágico de López Mateos.

El nuevo alcalde atrapó a los medios con su discurso, pues hasta portada le dieron. Pero la realidad sigue ahí, muy lejos de la verborrea política. Esa realidad implica que salir y volver al fraccionamiento, llegar al trabajo o la escuela toma horas. Tres horas diarias perdidas entre el claxon y el estrés. El mismo tiempo que tardarías en ir a la playa… pero rodeado de smog y caos.

Y si llueve, la situación es mucho peor. Porque entonces López Mateos se convierte en un plato de pozole en donde los autos flotan como granos de maíz. La ciudad se paraliza. Hasta el Lago de Chapala se pone celoso por los malecones que brotan mágicamente.

Y cómo no va a ser así si las administraciones pasadas han autorizado torres departamentales, centros comerciales y fraccionamientos hasta en las vías del tren. El crecimiento vertical de ciudad le dio a la autoridad el pretexto perfecto para establecer compadrazgos con los constructores y, al mismo tiempo, la ira de los ciudadanos de a pie.

Así, cuando la gente explota, los políticos sudan. Y entonces, sólo entonces, sacan su carta mágica: mesas de diálogo. Mesitas con café y galletas a las que invitan a expertos a discutir problemas que nunca van a resolver. Lo han hecho con el SIAPA, con la inseguridad, con la crisis de desaparecidos, con los incendios forestales. Y, salvo la escasez de galletas en los supermercados, nada ha cambiado.

La buena noticia es que surgieron 15 planes de esa primera mesa. La mala es que muchas de ellas son recicladas de hace apenas dos años. Ahí tienes la idea de restringir vehículos de carga pesada, los horarios escalonados, el home office, los semáforos inteligentes… y otras son promesas repetidas hasta el cansancio, pues ahí entran las eternas Líneas 4 y 5 del Tren Ligero que, como sus antecesoras, se van a paralizar en la primera tormenta.

Ampliar caminos, llenar la metrópoli de BRTs, mantenimiento, cultura vial… Esa es la realidad de la burbuja de poder en la que viven los padrinos mágicos mexicanos: derramar saliva para salir de un bache sólo para caer en uno peor durante el siguiente periodo de gobierno, cuando, si corren con algo de suerte, será alguien más al que le toque salir a resolverlo como los grandes: con nuevas y mejoradas mesas de trabajo. Sin que el café, la galletita y la selfie para las redes queden como evidencia de que tus impuestos realmente están trabajando.

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Cortesía de El Informador



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