A lo largo de la historia, los seres humanos han utilizado los animales no solo como compañía o fuente de alimento, sino también como herramientas de guerra, espectáculo y dominación. La instrumentalización masiva de especias animales ha sido una constante silenciosa en los grandes sistemas imperiales y totalitarios, desde la antigüedad hasta los regímenes del siglo XX. Exploramos, a continuación, cómo el poder político ha utilizado y explotado a millones de animales para cumplir con sus fines ideológicos, logísticos y simbólicos.
El Imperio romano y la lógica del exterminio
Uno de los ejemplos más paradigmáticos del uso masivo de animales se encuentra en el Imperio romano. En el Coliseo, construido en el siglo I d.C., los juegos de caza (venationes) se convirtieron en un espectáculo de exterminio meticulosamente orquestado. Leones, panteras, cocodrilos, osos e incluso elefantes se importaban desde todos los rincones del imperio para alimentar la maquinaria del entretenimiento.
Durante las inauguraciones del Coliseo, en el año 80 d.C., se calcula que se sacrificaron alrededor de 9.000 animales salvajes en apenas cien días. Esta práctica no solo buscaba impresionar a la plebe, sino también reafirmar el dominio de Roma sobre la naturaleza y sus territorios conquistados. El control sobre los cuerpos animales funcionaba como un espejo del control imperial sobre los cuerpos humanos.

Los ejércitos modernos y la fuerza animal
Con la llegada de la modernidad, lejos de abandonarse tal práctica, el uso de animales en masa fue redirigido hacia fines industriales y bélicos. Durante la Primera Guerra Mundial, más de ocho millones de caballos murieron en el frente europeo, obligados a cargar material de artillería y suministros en condiciones extremas. Esta cifra supera el número de soldados de algunos de los países combatientes, lo que da cuenta del papel fundamental que desempeñaron los animales.
Los perros y las palomas mensajeras también se utilizaron a gran escala. Las palomas, por ejemplo, permitieron mantener las comunicaciones cuando las líneas de telégrafo caían por los bombardeos. Uno de los casos más célebres fue el de la paloma Cher Ami, que salvó a 194 soldados estadounidenses del Batallón perdido en 1918, tras volar herida más de 40 kilómetros.

El Tercer Reich: la gestión biopolítica de los animales
El régimen nazi llevó a cabo una explotación sistemática de los animales, tanto en su uso industrial como en su exterminio ideológico. En paralelo a las leyes de protección animal promulgadas por el Tercer Reich —que prohibían, por ejemplo, la vivisección—, se impulsó una gigantesca economía de explotación animal, sobre todo en el frente oriental.
Las SS organizaron campos de caballos para uso militar y promovieron la crianza de razas “puras” animales en consonancia con su ideología racial. La contradicción resultaba evidente: mientras proclamaban un respeto cuasi místico por la naturaleza, los nazis exterminaban miles de caballos que no se ajustaban a los criterios productivos o raciales establecidos.
Asimismo, los zoos se transformaron en vitrinas ideológicas. En Berlín, el zoológico se reestructuró para exhibir tanto especies exóticas como modelos de domesticación alineados con la supremacía aria. Los animales, como los humanos, se valoraban por su supuesta utilidad y su pureza.
El espectáculo soviético: animales y propaganda
En la URSS estalinista, los animales también se utilizaron en masa. Uno de los casos más llamativos fue el de Pavlov y sus perros. La teoría del reflejo condicionado no solo se convirtió en dogma científico, sino también en modelo de conducta social, donde el ciudadano debía responder con obediencia a los estímulos del Estado.
Más allá de las paredes de los laboratorios, sin embargo, los animales también sirvieron a la propaganda del régimen. Los desfiles del Primero de Mayo incluían carrozas con vacas, ovejas, gallinas y caballos, organizados por koljoses ejemplares. Estas puestas en escena transmitían la imagen de una agricultura colectivizada en armonía con el progreso socialista. Sin embargo, millones de animales se sacrificaron durante las hambrunas provocadas por las políticas agrarias del régimen, especialmente durante la colectivización forzosa de 1930-1933.

Ciencia y exterminio: los laboratorios del siglo XX
La experimentación científica con animales alcanzó niveles sin precedentes durante el siglo XX. En Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS, se utilizaron millones de animales en pruebas farmacológicas, militares y psicológicas, muchas veces sin ningún tipo de regulación ética.
En el contexto de la Guerra Fría, monos, ratones y perros se enviaron al espacio como parte de la carrera tecnológica. El caso más conocido es el de la perra Laika, lanzada por la URSS en 1957 a bordo del Sputnik 2. Su muerte por sobrecalentamiento, pocas horas después del despegue, se mantuvo en secreto durante décadas.
La experimentación con animales se presentó como un sacrificio necesario en nombre del progreso. Esta lógica utilitarista persiste hoy en muchas industrias científicas y farmacéuticas.
Multitudes no humanas: una historia aún invisible
A pesar de su rol central en múltiples episodios históricos, los animales siguen siendo relegados a una posición periférica en las narrativas historiográficas. El número de bajas, su función y su sufrimiento rara vez se contabilizaban con el mismo rigor que cuando se trata de seres humanos.
La historia de las masas animales —ya sea en los circos romanos, en los frentes de guerra o en los laboratorios del siglo XX— revela una forma de violencia estructural y sistemática que se ha normalizado bajo discursos de progreso, civilización o seguridad nacional. El poder humano se ha afirmado históricamente mediante el dominio absoluto de otras especies, a menudo a través de la aplicación de una lógica del consumo y el descarte masivo.
El análisis del uso de animales por miles nos obliga a repensar la historia desde una perspectiva interespecie. No se trata solo de incluir a los animales como víctimas colaterales, sino de reconocer que su presencia ha sido esencial para la configuración de imperios, guerras y regímenes ideológicos. La historia del poder no puede comprenderse plenamente sin atender a las formas en que ha instrumentalizado y sacrificado a otras especies.
Referencias
- Sánchez, David, 2024. Animales de combate. Madrid: Pinolia.

Cortesía de Muy Interesante
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