“El poder otomano era conocido como el sultanato de las mujeres”

La historiadora Bettany Hughes es una conocida conductora de programas de televisión en Reino Unido, donde ha hecho un considerable número de documentales para la BBC, Channel 4, National Geographic, Discovery, The History Channel y ABC. Hughes es investigadora del King’s College de Londres y ha sido galardonada con numerosos premios, entre ellos la Medalla Norton Medlicott. “Cuando fui por primera vez a la BBC, un productor me dijo que nadie quiere ser educado por una mujer. Veinticinco años después, con tres libros escritos y 250 millones de telespectadores que han visto mis documentales, puedo decir que el productor se equivocaba de pleno”, comenta orgullosa Hughes sobre su trabajo.

P: De todas las grandes ciudades de la Antigüedad, ¿por qué eligió precisamente Estambul?

R: Es una ciudad por la que han pasado tantas civilizaciones, que supe desde el primer momento que me ofrecía la posibilidad de contar una buena historia. Desde hace quince años es una ciudad que está complicando la agenda política internacional, lo que la hace todavía más interesante. A todo eso se añade la construcción de túneles bajo el Bósforo, que ha hecho surgir muchos restos arqueológicos del subsuelo. Sabía que iban a presentarse nuevas evidencias del pasado de la ciudad y quería contarlo en el libro.

P: ¿Han salido tantos restos arqueológicos como esperaba?

R: Muchos más. Solo de las excavaciones del túnel salieron 90.000 piezas de cerámica, vidrio y otros materiales. Pero también han encontrado los restos del puerto del emperador Teodosio y de 37 barcos que estaban muy bien preservados en el fondo del Bósforo, cuya antigüedad podría fijarse en torno al año 34. En su interior se ha hallado todo tipo de cosas, como cuencos de cerezas, cuerdas y otros objetos cotidianos.

Bettany Hughes
La historiadora británica Bettany Hughes. Foto: Getty.

P: ¿El primer asentamiento de Bizancio fue obra de los griegos?

R: Gracias a Heródoto, sabemos que los griegos navegaron por todo el Mediterráneo y llegaron a puntos muy distantes de su propio territorio. Fundaron Calcedonia, que luego llamaron la ciudad de los ciegos, pero después abandonaron la zona y años después se dieron cuenta de que deberían haber fundado la ciudad de Bizancio. Lo cierto es que la datación arqueológica demuestra que, 5.500 años antes de la llegada de los griegos, ya había gente allí.

P: ¿Eran asentamientos prehistóricos?

Sí. Eran poblaciones locales primitivas que fabricaron cosas preciosas, como cucharas con huesos de vaca salvaje y la tumba de madera más antigua del mundo, que tiene ocho mil años y en cuyo interior se conservan los restos de una mujer en posición fetal. Se sabe que disfrutaban de nueve mil especies de flora diferentes, lo que incluía enormes bosques de pistachos y de higos. Podríamos decir que era una especie de jardín del Edén.

P: ¿No se han encontrado restos de armas en estos yacimientos?

R: Pues no se han encontrado. Se han localizado remos de canoas y otros pertrechos. Parece que lo que hacían era subsistir, no luchar por su existencia.

P: Usted es conocida por los retratos que ha hecho de mujeres que jugaron un papel importante en la historia. ¿Cuál es su favorita?

R: Definitivamente, Teodora, la mujer del emperador Justiniano. Fue una mujer impresionante, que logró un poder inmenso en Bizancio empezando desde el estrato más bajo de la sociedad. Era una marginada que alcanzó el puesto de emperatriz, desde el que gobernó un gran imperio. Ayudó mucho a Justiniano en cuestiones políticas, lo que no fue muy del agrado de los cortesanos, e influyó en muchas de las leyes que dictó su marido, algunas de las cuales eran más favorables para las mujeres que las anteriores.

También compitió con su esposo para ver cuál de los dos era capaz de fundar más iglesias. Tenían creencias religiosas ligeramente diferentes y ambos enviaban a sus emisarios para tratar de convertir a los contrarios, aunque esa especie de competición fue siempre amistosa. Y es que Justiniano y Teodora se llevaron muy bien, otro aspecto del matrimonio real que ponía muy nerviosos a muchos cortesanos.

Teodora en un mosaico de San Vital (Rávena, Italia)
Teodora en un mosaico de San Vital (Rávena, Italia). Foto: ASC.

P: ¿Es cierto que Teodora fue prostituta antes que emperatriz?

R: Probablemente, sí. Lo primero que hizo nada más llegar al poder fue ayudar mucho a las prostitutas de Bizancio, fundando una casa para ellas y cambiando la ley para favorecerlas, lo que sugiere que había un vínculo entre la emperatriz y las cortesanas.

P: En su libro, también cuenta la historia de Safiye, consorte del sultán Murad III. ¿Cuál fue su importancia histórica?

R: Me alegra mucho que me pregunte por mis dos mujeres favoritas. Sus orígenes son muy parecidos a los de Teodora. Safiye, cuyo nombre significa “la que complace”, era una pueblerina que debió ser muy bella, pues acabó en el harén real. Llegó a tener una grandísima influencia y un poderoso patrimonio, gracias al cual sufragó la construcción de hermosos edificios en la ciudad. Un aspecto muy interesante de Safiye es que mantuvo una relación epistolar con la reina Isabel I de Inglaterra. A través de esas cartas, las dos decidieron algunas cosas importantes de la política internacional de la época. Pero lo que me parece divertido es que, al final de esas cartas, ambas dialogaban de otras cosas, como de perfumes o maquillaje.

P: Por lo que cuenta, es de esos raros momentos en que el poder de dos grandes potencias fue manejado por mujeres…

R: En efecto, es interesantísimo. En aquellos años, el poder otomano era conocido como el sultanato de las mujeres, un fenómeno del que tenemos constancia gracias a los comentarios que hicieron algunos analistas políticos de la época.

P: ¿Quiénes componían la famosa guardia varega?

R: Entre ellos había rusos, vikingos y algunos aristócratas ingleses que no quisieron vivir bajo el reinado de Guillermo el Conquistador y se trasladaron a Bizancio en los siglos XI y XII para formar parte de la guardia varega. Cuando finalizó su actividad en ese cuerpo de élite del ejército bizantino, esos ingleses fueron enviados a colonias que estaban ubicadas en torno al mar Negro y que fueron bautizadas con nombres de resonancia anglosajona, como Londinia.

P: Constantinopla siempre fue considerada el puente entre Europa y Asia.

R: Sin duda lo era, y lo sigue siendo, ya que se sitúa en el centro de un eje que va de este a oeste. Pero me parece importante señalar el papel de la ciudad como punto central de otro eje que va del norte al sur. Ese eje fue el que facilitó las relaciones entre el Imperio bizantino y Rusia, tal y como puede apreciarse en la arquitectura y en algunos símbolos rusos, como el águila bicéfala, cuyo origen está en Constantinopla.

Vista de Estambul con la Mezquita Azul de fondo
Cuando era la Constantinopla bizantina, fue baluarte de la Cristiandad y heredera del mundo grecorromano. En la foto, vista nocturna de Estambul con la Mezquita Azul al fondo. Foto: AWL/Pilar Revilla.

P: ¿Cuál es la importancia de la basílica de Santa Sofía? ¿Fue el símbolo del poder de la ciudad?

R: Ante todo, para mí es el edificio más bello del mundo. Me encanta imaginármelo en aquella época de esplendor, iluminado por la noche. La gente decía que despedía luz. Y así era. En su interior había espejos y lámparas colgantes, y en el exterior había mármoles muy brillantes que facilitaban la refracción de la luz, haciendo de Santa Sofía un templo maravilloso. Los marineros aseguraban que podían ver su brillo en la lejanía. Durante mil años, fue el edificio religioso más grande del mundo. Además de exhibir su importancia como centro de la Cristiandad, su magnificencia enviaba al exterior un mensaje del poder económico del Imperio bizantino.

P: ¿Las autoridades bizantinas eran realmente tolerantes con otras ideas o religiones?

R: Hay una tradición muy interesante en Constantinopla, que no se encuentra en otras ciudades. Era su papel de santuario. Si entrabas dentro de las murallas de la ciudad, obtenías refugio. En cualquier caso, no debemos verlo ahora como una demostración de la tolerancia de sus autoridades, ya que estamos hablando de la Edad Media, y en aquella época la lucha entre religiones era algo palpable en la capital bizantina y en otras grandes ciudades árabes o europeas. Pero no deja de ser sorprendente que desde el siglo V Constantinopla tuviera su propio oficial de refugiados, cuyo trabajo específico era atenderlos, ver si se encontraban bien o si salían o entraban en la ciudad.

P: ¿Cómo se produjo, a su juicio, la transición de una ciudad cristiana a una turca, musulmana?

R: Todo comenzó con la toma de Constantinopla por los ejércitos otomanos en el año 1453. A partir de entonces, el dios que se veneró fue Alá y la ciudad pasó a ser la capital de su Imperio. Pero los otomanos, que eran viajeros y comerciantes, se dieron cuenta de que, para poder vivir como civilización, necesitaban dar la bienvenida a otros creadores venidos de otras culturas. Por eso, no blindaron Constantinopla. Sabemos que uno de los sultanes quería tender un puente en el Cuerno de Oro y por eso organizó una competición, abierta a los mejores ingenieros de la época, para ver sus propuestas para construirlo. Y también sabemos que Leonardo da Vinci escribió al sultán con la esperanza de ser elegido para esa tarea, lo que demuestra hasta que punto la capital otomana era una ciudad abierta.

P: ¿Podría mencionar algún personaje que le atraiga en la etapa otomana?

R: Me encanta el arquitecto Sinan. Era un genio. Ciento veinte de sus edificios todavía están en pie. En la cúpula de la mezquita Süleymaniye Camii se han descubierto doscientas cincuenta cazuelitas de terracota invertidas que procuran un efecto acústico increíble en el interior del edificio. Cuando los fieles entraban en el interior de la mezquita, se quedaban maravillados por el sonido penetrante de los rezos.

P: Usted estaba en la plaza Taksim en mayo de 2013, cuando estalló la revuelta contra Erdogan. ¿Cómo vivió aquellos momentos?

R: Allí estaba con mis dos hijas, una de doce y otra de quince años. En aquellos momentos, no sabía muy bien si yo era la madre más genial del mundo o la más irresponsable. Pero no me quedó otra. Estábamos en Estambul de visita y el hotel estaba en la misma plaza Taksim y, de repente, todo estalló a nuestro alrededor. Fue increíble poder observar como la historia se desarrollaba ante nuestros propios ojos.

El presidente turco Erdogan
El presidente de Turquía Recep Tayyip Erdoğan. Foto: Wikimedia Commons.

En cierto modo fue una buena lección para mis hijas, pues podían ver en primera persona la importancia de la política, da igual de qué lado estés desde el punto de vista ideológico. Una vez más, me encontraba volando hacia Estambul cuando se produjo el golpe de Estado de 2016. Muchísima gente salió a la calle afirmando que ellos tenían algo que decir sobre cómo se iba a gobernar su país. Cuando una se sumerge en el estudio de esta ciudad, aprende que la historia de Estambul nunca ha sido sosa.

P: ¿Por qué finaliza su libro en 1924?

R: Pensé que esa fecha era la más natural. Fue cuando la ciudad dejó de ser el centro del poder en Turquía. Si seguía escribiendo tendría que haberlo hecho sobre la nueva capital, Ankara. Pero mi libro lo que cuenta es la historia de Constantinopla.

Cortesía de Muy Interesante



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