Volkswagen se enfrenta a un golpe inesperado que amenaza con desviar su estrategia eléctrica. La matriz del mayor fabricante europeo anunció que perderá cerca de 6,000 millones de dólares en 2025 debido a la decisión de Porsche, su filial de lujo, de frenar el lanzamiento de modelos eléctricos y prolongar la vida de vehículos con motor de combustión e híbridos. El choque de visiones entre ambas compañías refleja la tensión de un mercado que se resiste a dejar atrás la gasolina.
El ajuste llegó tras la caída en la demanda de eléctricos en China y la presión de nuevos aranceles en Estados Unidos. Porsche, con sede en Stuttgart, decidió que su próximo SUV no será completamente eléctrico como se esperaba, sino que se venderá en versiones híbridas y de combustión. Además, la firma confirmó la extensión en la producción de modelos actuales con motor tradicional, lo que impactará directamente en sus márgenes y en la rentabilidad del Grupo Volkswagen.
La consecuencia inmediata fue la caída de las acciones en la bolsa de Frankfurt: Porsche retrocedió más de 3% y Volkswagen bajó 3.4%. En términos financieros, se prevé que Porsche deje de ganar hasta 1,800 millones de euros en el año, mientras que Volkswagen redujo su pronóstico de retorno operativo para 2025 a apenas 2 o 3%, muy por debajo del 5% que había estimado hace unos meses, según información de Reuters. El mensaje fue claro: la electrificación no avanza al ritmo que esperaba el gigante alemán.
Porsche había dado señales de este viraje semanas antes. Cerró pedidos de los Boxster y Cayman a gasolina sin revelar cuándo dejarán de fabricarse y, al mismo tiempo, presentó el nuevo 911 Turbo S híbrido con más de 700 caballos de fuerza, el primero de su tipo en la historia de la marca. Una jugada que busca contentar a los entusiastas de la combustión mientras se ralentiza la llegada de eléctricos puros.
Nuevo 911 Turbo S híbrido.
Volkswagen, por su parte, intenta sostener su plan de electrificación con la presentación de la gama ID. en el IAA Mobility 2025 de Múnich. Bajo el lema “Verdadero Volkswagen”, mostró desde el ID. Polo hasta el concepto ID. CROSS, con lanzamientos escalonados a partir de 2026. La estrategia incluye una mezcla de eléctricos, híbridos y modelos tradicionales como Tiguan, Tayron y Passat, lo que refleja un portafolio que no abandona del todo la combustión.
La pugna interna entre Porsche y Volkswagen expone un dilema: apostar todo por los eléctricos en un mercado que empieza a mostrar señales de saturación o prolongar la vida de los motores de combustión para mantener clientes leales. Lo cierto es que el retraso en la ofensiva eléctrica de Porsche le cuesta miles de millones a Volkswagen y pone en duda su liderazgo frente a rivales como Tesla o BYD.

Nueva generación totalmente eléctrica del Porsche Cayenne.
La razón en contra de la emoción
Lo que parece claro es que la batalla no solo se libra en el tablero financiero, sino también en la narrativa pública. Mientras Volkswagen quiere mostrar un futuro limpio y tecnológico, Porsche insiste en que el prestigio de sus deportivos depende del rugido de sus motores. Esa diferencia de visión ahora se traduce en pérdidas millonarias y en un futuro más incierto para la estrategia eléctrica del grupo. En el fondo de esta trama Porsche parece ser un héroe para los puristas.
El desenlace será clave para el rumbo de la industria automotriz en la segunda mitad de la década. Si Porsche logra demostrar que híbridos y motores de combustión aún son rentables, otras marcas podrían replicar la fórmula. Si Volkswagen consigue imponer su ofensiva eléctrica pese a las pérdidas actuales, la transición hacia un portafolio libre de gasolina en Europa podría acelerarse. El choque de posturas se ha convertido en una historia global que apenas comienza.
Cortesía de Xataka
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