El rostro sereno de una diosa: hallan en Turquía una cabeza de 2.200 años que podría ser de Hestia, la misteriosa protectora del hogar y del orden cívico

En el corazón del Mediterráneo oriental, donde durante siglos florecieron culturas entrelazadas por el comercio, la religión y el arte, un nuevo hallazgo arqueológico en Turquía podría arrojar luz sobre uno de los periodos más fascinantes de la Antigüedad. En la antigua ciudad de Metropolis, cerca de la actual Izmir, los arqueólogos han sacado a la luz la cabeza de una estatua monumental de mármol que, según los indicios, perteneció a la diosa Hestia, una figura esencial en la mitología griega y en la vida urbana helenística.

Este descubrimiento, aunque localizado en Anatolia occidental, conecta con una tradición cultural que también dejó su huella en la península ibérica, especialmente durante la colonización griega de la costa levantina, donde ciudades como Emporion (la actual Empúries, en Girona) fueron testigos del culto a deidades similares. En todo el ámbito mediterráneo, la religión no solo se vivía en templos, sino que era parte inseparable de la organización política y la vida diaria de las ciudades. Por eso, este tipo de hallazgos no solo interesan a los arqueólogos: ayudan a reconstruir una visión más completa de cómo se configuraban las sociedades del mundo clásico.

Una cabeza de mármol que no debería estar allí

La cabeza fue encontrada en un contexto peculiar, dado que fue hallada en un edificio comercial, no un templo ni un santuario. Este dato desconcertó inicialmente al equipo de excavación, ya que una escultura de tal envergadura normalmente habría presidido un espacio sagrado. Sin embargo, este hallazgo confirma lo que los estudios más recientes sobre urbanismo helenístico ya venían apuntando: en muchas ciudades antiguas, los límites entre lo cívico, lo económico y lo religioso eran porosos. Los mercados podían albergar santuarios; los teatros, altares; y los edificios administrativos, imágenes divinas destinadas a inspirar unidad y cohesión.

La escultura, tallada en mármol blanco y ensamblada en dos piezas perfectamente unidas, presenta una calidad técnica que no deja lugar a dudas sobre su datación: pertenece a la época helenística, probablemente entre los siglos III y II a.C. Los rasgos del rostro, serenos y cuidadosamente definidos, así como el tratamiento del cabello y los ojos —que originalmente habrían estado incrustados con piedras de colores— indican una influencia clara del realismo griego, que en esta etapa alcanzó una expresividad cercana al retrato individual.

Cabeza de estatua de mármol descubierta en el oeste de Turquía, atribuida a la diosa Hestia, tras su limpieza y restauración
Cabeza de estatua de mármol descubierta en el oeste de Turquía, atribuida a la diosa Hestia, tras su limpieza y restauración. Foto: AA Photo

Lo más interesante es que, gracias a sus dimensiones, los expertos han podido compararla con un torso femenino hallado años atrás en el Bouleuterion de Metropolis, una especie de consejo municipal donde se tomaban decisiones políticas. Las proporciones coinciden, lo que ha llevado a los investigadores a considerar que ambos fragmentos podrían haber formado parte de una misma estatua monumental. Si se confirma esta hipótesis, se trataría de una imagen de Hestia instalada en el edificio político más importante de la ciudad: una representación muy significativa del vínculo entre lo divino y lo institucional.

Hestia, la diosa que reinaba sin trono

Aunque menos conocida que Atenea o Afrodita, Hestia desempeñaba un papel crucial en las ciudades del mundo griego. Era la diosa del hogar, del fuego sagrado y de la estabilidad comunitaria. Cada casa le dedicaba su fuego, y cada ciudad mantenía una llama eterna en su honor, símbolo de la continuidad del cuerpo político. Su culto, por tanto, no era ostentoso ni requería grandes procesiones, pero sí estaba presente en los espacios donde se debatía, se legislaba y se ejercía el poder. En ese sentido, encontrar su imagen en el Bouleuterion no solo es coherente, sino profundamente revelador.

En el caso de España, aunque no se ha documentado un culto específico a Hestia, encontramos paralelismos en prácticas cívicas similares en las ciudades íbero-romanas. En muchas de ellas, como en Tarraco o Emerita Augusta, se rendía culto a divinidades protectoras del orden y del hogar —incluso de manera sincrética con deidades romanas como Vesta, equivalente latina de Hestia—, mostrando la persistencia de esta necesidad simbólica de proteger el fuego colectivo, tanto literal como figurado.

Hestia, una de las deidades más singulares del panteón olímpico, era venerada como la diosa del hogar y el fuego sagrado
Hestia, una de las deidades más singulares del panteón olímpico, era venerada como la diosa del hogar y el fuego sagrado. Foto: Provincial Directorate of Culture and Tourism/Christian Pérez

Metropolis: la ciudad de las muchas capas

Fundada mucho antes de la llegada de los griegos, Metropolis fue ocupada desde el Neolítico y se convirtió en una ciudad próspera durante el periodo helenístico. Conocida como la “Ciudad de la Diosa Madre”, su nombre no es casual. Durante siglos, fue un importante centro cultural, económico y espiritual, donde confluían las tradiciones anatolias con las influencias griegas. Su teatro, sus termas, sus edificios públicos y su sistema de calles revelan una planificación urbana avanzada, pero también una sensibilidad artística que este nuevo hallazgo no hace más que confirmar.

El trabajo arqueológico en la zona comenzó en 1989 y ha continuado sin interrupciones gracias al apoyo de iniciativas culturales como el programa “Herencia para el Futuro”, promovido por el Ministerio de Cultura turco y fundaciones privadas. Esta política de continuidad ha permitido que descubrimientos como el de la cabeza de Hestia no queden en simples curiosidades, sino que formen parte de una investigación más amplia sobre la vida cotidiana, las creencias y la arquitectura simbólica de la ciudad.

Vista lateral de la cabeza de una antigua estatua helenística hallada en Turquía
Vista lateral de la cabeza de una antigua estatua helenística hallada en Turquía. Fotos: AA Photo/Christian Pérez

Más allá de la arqueología: una historia sobre identidad

La importancia del hallazgo trasciende el ámbito arqueológico. Esta escultura es un testimonio silencioso pero poderoso de cómo las ciudades antiguas construían su identidad a través de la imagen, el mito y el espacio. La posible reconfiguración de la estatua original —conservando su cabeza y torso— permitirá no solo devolverle su integridad física, sino también restituir su función simbólica: recordarnos que, incluso en sociedades profundamente jerárquicas y turbulentas como las del mundo helenístico, la cohesión social se fundaba en elementos tan cotidianos y esenciales como el fuego del hogar.

En un mundo donde la memoria histórica a menudo queda sepultada bajo capas de olvido, cada fragmento recuperado —cada rostro que resurge del suelo— es una oportunidad para reconstruir no solo el pasado, sino la manera en que lo entendemos. Metropolis, con su diosa sin templo y su escultura extraviada, nos habla de una antigüedad viva, compleja y sorprendente, donde lo sagrado y lo civil se entrelazaban en formas que apenas estamos comenzando a comprender.

Cortesía de Muy Interesante



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