El rugido de Metallica revive en Guadalajara con la fuerza de Apocalyptica


La noche se abrió como lo dictan los rituales de los conciertos de Metallica: con la voz inmortal de Ennio Morricone. The Ecstasy of Gold surgió en la penumbra del Auditorio Telmex y marcó el inicio de un concierto que mezcló reverencia, memoria y energía. Apocalyptica se presentó ante un público entregado a los cellos y el metal.

Minutos antes, el público ya anticipaba que la velada sería un homenaje directo a Metallica, pero también a la trayectoria de los finlandeses que han construido un lenguaje propio entre chelos y distorsión.

Sin preámbulo alguno, el recinto quedó completamente a oscuras. Un golpe seco de luz azul reveló los primeros acordes de Ride the Lightning, detonando un estallido inmediato entre los asistentes. La respuesta fue unísona: los teléfonos se levantaron, los cuerpos se impulsaron hacia adelante y el sonido profundo de los chelos ocupó cada rincón con una precisión casi quirúrgica. Apocalyptica no pidió permiso para comenzar; simplemente abrió fuego.

La primera oleada dio paso a un momento clímax con Enter Sandman cuando el público entero se levantó como un solo cuerpo. Las luces rojas bañaron el escenario mientras los chelos lanzaban el riff emblemático como si se tratara de una guitarra eléctrica, acompañados por la batería que desde algunos años forma parte integral del formato de la banda. El contraste entre la solemnidad del instrumento y la ferocidad del tema dejó claro que la agrupación ha recorrido un largo camino desde sus primeros experimentos de cuerdas puras.

“Estamos terminando nuestra gira en México y qué mejor que hacerlo con ustedes, esta gran audiencia de Guadalajara”, dijo Eicca Toppinen, uno de los tantos momentos en que la banda interrumpió la ejecución para dirigirse al público. Minutos después, añadieron que este concierto fue uno de sus favoritos del año, antes de retomar sin pausa el enlace hacia For Whom the Bell Tolls, recibida con idéntica intensidad.

El repertorio, centrado en su proyecto Plays Metallica Vol. 2, mantuvo una dinámica ascendente. La banda alternó momentos de fuerza implacable con atmósferas densas, como ocurrió en The Call of Ktulu, pieza instrumental inspirada en el universo de H. P. Lovecraft y que hizo recordar al eterno Cliff Burton. La ejecución mantuvo a los asistentes de pie, atentos a cada cambio rítmico y a la manera en que los chelos asumieron los roles melódicos y armónicos del metal tradicional.

También resonó una versión especialmente seca y contundente de St. Anger, libre de voces, sostenida únicamente por la fuerza instrumental. Más adelante, la triada conformada por Master of Puppets, Seek & Destroy y Blackened consolidó la respuesta colectiva previo al encore.

Para cerrar, la banda volvió al escenario entre gritos y aplausos. Los tres chelistas se alinearon al frente para interpretar One, punto final de la noche. La audiencia entonó la melodía desde sus asientos, acompañando cada compás como un acto de comunión.

Entre distorsión emocional y precisión técnica, Apocalyptica confirmó por qué su propuesta (originada en Helsinki en 1992) sigue expandiendo los límites del metal. Y en Guadalajara, ese rugido de cuerdas encontró un eco perfecto.

CT

Cortesía de El Informador



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