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- Autor, Yvette Tan
- Título del autor, BBC News
Después de una guerra civil de cuatro años, una grave crisis alimentaria y una economía en declive, Myanmar ha sufrido ahora el golpe devastador de un potente terremoto.
El viernes, un sismo de magnitud 7,7 sacudió la ciudad de Sagaing, en el centro de Myanmar. Pronto empezaron a llegar reportes dando cuenta de la destrucción en la cercana Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, así como en la capital, Naipyidó, que se encuentra a más de 241 km de distancia.
Obtener información de Myanmar es difícil. Decenas de miles de personas viven sin electricidad y hay acceso limitado a internet, y las líneas de telefonía móvil han quedado dañadas por el terremoto. Además, no hay libertad de prensa y rara vez se permite la entrada oficial a periodistas extranjeros.
¿Cómo llegó Myanmar a esta situación?

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Golpe de Estado
El país ha experimentado décadas de disturbios y gobiernos militares desde su independencia de Gran Bretaña en 1948.
En 2011 pareció que por fin el cambio se abría paso y se inició una transición democrática que culminó cuatro años después en unas elecciones libres que ganó la activista Aung San Suu Kyi.
Pero las esperanzas democráticas se desvanecieron en 2021, cuando su gobierno fue derrocado por un golpe de Estado liderado por el General Min Aung Hlaing.
El general ordenó la detención de Suu Kyi y otros miembros de su gobierno, atcusándolos de fraude generalizado en una votación celebrada meses antes, cuando su partido, la Liga Nacional para la Democracia, ganó más del 80% de los votos.
El golpe desencadenó enormes protestas, y miles de personas salieron a las calles diariamente a exigir la restauración del gobierno civil. La violencia escaló rápidamente entre civiles y militares. El ejército respondió con una fuerza brutal.
Grupos de derechos humanos creen que cientos de personas murieron y miles resultaron heridas en la represión.

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Guerra civil y hambruna
Lo que comenzó como una campaña de desobediencia civil pronto evolucionó hacia una insurgencia generalizada que involucró a grupos étnicos rebeldes y opositores prodemocráticos, lo que finalmente desencadenó una guerra civil total.
Cuatro años después, la lucha entre los militares, por un lado, y los ejércitos étnicos y los grupos de resistencia armados, por el otro, continúa.
Los militares han sufrido enormes pérdidas y ya no controlan grandes partes del país. El descontento con el General Min Aung Hlaing también ha aumentado entre las filas del ejército, a medida que más y más soldados desertan.
Los combates han dejado a millones de personas viviendo en constante miedo e inseguridad, con escaso acceso a necesidades básicas, como la atención médica y la comida, según los grupos de derechos humanos.
Más de 3,5 millones de personas han sido desplazadas por los combates, según la ONU, que ha alertado de que el número crecerá mientras continúe el conflicto.
Según el Programa Mundial de Alimentos de la organización, la inseguridad alimentaria ha alcanzado “niveles sin precedentes” y la rápida inflación ha hecho que los alimentos sean inasequibles para muchos.
La ONU anunció a comienzos de esta semana que recortaría la ayuda a más de un millón de personas en Myanmar a partir del mes que viene por la escasez de fondos globales.
Todo esto llega meses después de que más de 200 personas murieran por el tifón Yagi, que provocó graves inundaciones y deslizamientos de tierra en Myanmar y dejó cientos de miles de acres de cultivos destruidos.

El golpe del terremoto
El terremoto del viernes, sin duda, aumentará el sufrimiento de los 50 millones de habitantes del país.
Ocurrió cerca de la ciudad de Sagaing, un bastión rebelde que hace apenas unos meses fue escenario de intensos combates entre rebeldes y militares, con informes locales que indicaban que se lanzaron ataques aéreos que provovcaron la huida de miles de personas.
La segunda ciudad más grande, Mandalay, también ha sido afectada por el terremoto y alberga a 1,5 millones de personas. La región de Mandalay ha sido testigo de intensos combates entre la resistencia y el ejército.
El flujo muy lento y limitado de información que sale del país sugiere que un hospital en la capital, Naipyidó, donde reside el gobierno militar, acumula “numerosas víctimas”; las pocas imágenes que podemos ver pintan un panorama de destrucción, y muestran carreteras agrietadas y edificios derrumbados.
“Cientos de personas heridas están llegando… pero el edificio de emergencias aquí también se derrumbó”, dijeron funcionarios de seguridad del hospital a AFP.
La junta del país ha declarado ahora el estado de emergencia en múltiples regiones y ha hecho una rara solicitud de ayuda internacional.
Pero no está claro cómo responderá al terremoto mientras libra una guerra bajo el liderazgo de un general asediado.

Fuente de la imagen, Reuters

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Cortesía de BBC Noticias
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