El triunfo de Alejandro Magno: la decisiva batalla de Gaugamela y la caída del Imperio Persa

La batalla de Gaugamela, librada en el año 331 a.C., marca un punto crucial en la historia antigua, donde se enfrentaron, Alejandro III de Macedonia, que pasaría a la historia con el apelativo de Alejandro Magno, uno de los más grandes conquistadores de la antigüedad y el rey persa Darío III que regentaba un vasto territorio, “El Imperio Aqueménida”. Esta épica confrontación tuvo lugar en las llanuras cercanas al río Gaugamela, en el actual Irak, y representó un momento decisivo en la expansión del Imperio Macedonio hacia el este.

La contienda se desarrolló en un contexto de tensiones crecientes entre el mundo occidental griego y el vasto imperio persa Aqueménida, que abarcaba desde Asia Menor hasta las fronteras del subcontinente indio. Tras la derrota persa en la batalla de Issos en el 333 a.C., donde Alejandro había demostrado su habilidad táctica y liderazgo, el rey Darío III había logrado escapar y reagrupar sus fuerzas para enfrentarse nuevamente al conquistador macedonio. Ambos contendientes se enfrentaron con ejércitos formidables, Darío III contaba con una vasta fuerza militar, incluidos carros de guerra y una gran caballería, mientras que Alejandro Magno lideraba a sus soldados macedonios, disciplinados y acostumbrados a la victoria, junto con aliados griegos y mercenarios.

La batalla de Gaugamela fue un choque de titanes, no solo en términos de fuerza bruta, sino también en estrategia y astucia militar. Alejandro, conocido por su audacia y genio táctico, desplegó una serie de maniobras sorprendentes que explotaron las debilidades del ejército persa, mientras que Darío III confiaba en la superioridad numérica y en la fortaleza de su posición.

El resultado de esta batalla no solo determinaría el destino de dos imperios, sino que también tendría un impacto duradero en la historia mundial, consolidando el ascenso de Alejandro Magno como uno de los más grandes conquistadores de todos los tiempos y marcando el comienzo de la era helenística en el Oriente Próximo.

Más que una batalla, fue el punto de inflexión que llevó al colapso del imperio persa. Fuente: Wikimedia

Contexto histórico

En el siglo IV a.C., el Imperio Persa Aqueménida era una de las potencias dominantes en el mundo antiguo, extendiéndose desde Anatolia hasta Egipto e India. Alejandro Magno, hijo de Filipo II de Macedonia, asumió el trono en 336 a.C., tras el asesinato de su padre. Alejandro heredó un reino fuerte y un ejército experimentado, gracias a las reformas militares y las conquistas de Filipo. Alejandro primeramente consolidó su poder en Grecia y luego dirigió su atención hacia el vasto Imperio Persa, existen varios testimonios sobre porque Alejandro se decidió por emprender la conquista del Imperio persa pues, se sabe que entre los años 338 a.C., y 336 a.C., el Imperio Persa experimentó una inestabilidad significativa con la sucesión de tres monarcas: Artajerjes III, Artajerjes IV y Darío III. Este periodo de cambios frecuentes en el liderazgo fue percibido por los griegos como una señal de debilidad, lo que los motivó a aprovechar la situación para atacar a su antiguo enemigo, a raíz de las Guerras Médicas.

Los griegos albergaban un deseo de venganza contra los persas por las invasiones y enfrentamientos previos, particularmente durante las Guerras Médicas. La percepción de debilidad persa hizo que este momento fuera visto como una oportunidad para saldar cuentas históricas. A ello habría que sumarle que antes de la campaña de Alejandro, el rey espartano Agesilao II ya había realizado incursiones en territorio persa, demostrando que una invasión a gran escala era factible. Estas incursiones establecieron un precedente y ofrecieron información valiosa sobre las defensas persas.

Así Alejandro comenzaría sus conquistas pues, en el año 334 a.C., Alejandro cruzó el Helesponto (actual estrecho de los Dardanelos) y ganó la Batalla de Gránico, que le abrió las puertas de Asia Menor. En 333 a.C., Alejandro logró una victoria significativa en la Batalla de Issos, donde derrotó a Darío III, quien huyó dejando a su familia en manos de Alejandro. Tras Issos, Alejandro marchó hacia el sur, capturando las ciudades fenicias y palestinas, y finalmente entrando en Egipto en 332 a.C., donde fue recibido como liberador. En Egipto, fundó la ciudad de Alejandría.

Antecedentes de la batalla

Alejandro Magno, tras consolidar su dominio sobre el Mediterráneo y obtener los títulos de faraón, hijo de Ra y rey del Alto y Bajo Egipto, fundó la ciudad de Alejandría y emprendió una nueva campaña en abril del año 331 a.C., con el objetivo de marchar hacia el río Éufrates y adentrarse en el corazón del Imperio Aqueménida. Esta región central del imperio estaba dividida en varias satrapías como Asiria, Matiana, Media, Persia y Susiana, entre otras. En estas satrapías se hallaban ciudades de gran importancia dentro de los dominios Aqueménidas, siendo una de las más significativas Babilonia, ubicada en Mesopotamia, por su enorme valor simbólico. En Persia, había ciudades de gran relevancia como Susa, Ecbatana, Pasargada y Persépolis. Alejandro encontró en muchas de estas ciudades valiosos botines que le permitieron continuar sus campañas en Asia, además de reclutar nuevas tropas para reemplazar a los soldados caídos o a aquellos que, envejecidos, eran licenciados por Alejandro.

Al regresar de Egipto, Alejandro se encontraba en Tiro y decidió avanzar hacia el norte hasta el Tigris, con la intención de penetrar en el corazón del Imperio Persa. Una de las razones para esta decisión fue evitar las dificultades de abastecimiento en el sur. Otro motivo fue su conocimiento sobre las intenciones de Darío III, el Gran Rey persa, que le esperaba con un gran ejército para enfrentarle en batalla. Este enfrentamiento, conocido como la batalla de Gaugamela, resultó en una gran victoria para Alejandro, permitiéndole acceder al interior de los dominios Aqueménidas y continuar su campaña hacia las satrapías más orientales en busca de nuevas conquistas.

Desarrollo de la batalla

Alejandro reagrupó sus fuerzas y se preparó para un enfrentamiento decisivo con Darío. Este, por su parte, reunió un enorme ejército, reclutando soldados de todas partes de su imperio. Los ejércitos se encontraron en la llanura de Gaugamela, cerca de la actual ciudad de Mosul en Irak.

Alejandro Magno, consciente de la abrumadora superioridad numérica de los persas, ideó una estrategia audaz para contrarrestarla. Decidió enfrentar a las fuerzas de Darío III en un terreno abierto, donde la superioridad numérica de los persas sería menos efectiva. Además, Alejandro utilizó tácticas innovadoras, como la creación de una falange profunda y el uso de su caballería de élite, para lanzar ataques rápidos y desorganizar las líneas enemigas. El terreno, una vasta llanura, parecía favorecer a los Aqueménidas, permitiéndoles aprovechar al máximo sus recursos, que incluían una impresionante variedad de fuerzas como la caballería bactriana y sogdiana, jinetes de Media e Irán, tropas indias con elefantes, y arqueros escitas.

Según las fuentes clásicas Alejandro obtuvo información sobre la disposición táctica del ejército de Darío por lo que ordenó acampar cerca del campamento enemigo. Las cifras del conglomerado persa varían según las fuentes pues, Curcio el ejército persa ascendía a 245.000 hombres (200.000 de infantería y 45.000 de caballería), Diodoro menciona casi un millón de soldados (800.000 de infantería y 200.000 jinetes de caballería), en el caso de Justino este habla acerca de 400.000 infantes y 100.000 jinetes. Mientras que Arriano estima el ejército de Darío en torno a cuarenta mil jinetes, un millón de a pie, doscientos carros falcados299, así como algunos elefantes, de los que sólo los indios de la parte de acá del río Indo poseían unos cincuenta.

Gaugamela, el escenario de una de las victorias más brillantes de la historia militar
Gaugamela, el escenario de una de las victorias más brillantes de la historia militar. Fuente: Wikimedia

La línea de frente del ejército persa era significativamente más grande que la de Alejandro. Los persas, liderados por comandantes como Maceo y Beso, intentaron envolver a los helenos. La batalla comenzó con un ataque persa masivo, con los carros de guerra avanzando hacia las líneas macedonias. Sin embargo, estos carros no pudieron romper las filas de la falange macedonia. Alejandro Magno lideró personalmente junto a sus Compañeros en un ataque contra el flanco izquierdo persa, donde se encontraba Darío III.

La caballería macedonia logró romper las líneas persas y poner en fuga al propio Darío. Maceo atacó el ala defendida por Parmenión, mientras que Beso, con su caballería, trató de envolver el ala defendida por Alejandro. Sin embargo, la caballería persa realizó movimientos que dejaron expuesto el centro de su formación, donde se encontraba Darío. Aprovechando este hueco, Alejandro decidió atacar con su caballería. Ante esta acción, Darío optó por huir, lo que inicialmente motivó a Alejandro a perseguirlo. Sin embargo, Alejandro finalmente decidió retroceder. La huida de Darío provocó una desbandada general entre su ejército, asegurando una victoria decisiva para Alejandro.

La batalla de Gaugamela fue un triunfo indiscutible para Alejandro Magno y marcó el devenir en la antigüedad, consolidando su dominio sobre el Imperio Persa y expandiendo significativamente su propio imperio.

Principales consecuencias

La victoria en Gaugamela fue un punto de inflexión en la campaña de Alejandro en Asia. Le aseguró el control del imperio persa y allanó el camino para su posterior conquista de Babilonia, Susa y Persépolis. Esta batalla marcó el colapso del poder persa y el ascenso del Imperio Macedonio como la principal potencia en el mundo antiguo. Pues la difusión de la cultura helenística siguió a sus conquistas tendría un largo impacto duradero durante la época de la edad antigua.

Alejandro demostraría que la habilidad táctica y la disciplina empleada sobre sus tropas serían lo necesario para superar un contingente como el persa que era numéricamente superior a ellos, un principio que tomarían como estrategia militar los distintos ejércitos durante los siglos siguientes. Pues Alejandro fue un innovador en las maniobras tácticas empleadas pues tenía ese don en el transcurrir de la batalla donde podía leer por el lugar por donde el enemigo dejaba descuidada alguna zona y por ahí atacaba y destrozaba a sus enemigos.

Referencias

  • Arriano. Anábasis de Alejandro Magno, introducción de Antonio Bravo García y traducción y notas de Antonio Guzmán Guerra. Madrid, Editorial Gredos. 2005.
  • Diodoro de Sículo. Biblioteca histórica libros XV-XVII, introducción de Juan José Torres Esbarranch y Juan Manuel Guzmán Herminda. Madrid, Editorial Gredos. 2018.
  • Justino. Epítome de las historias filípicas de Pompeyo Trogus, introducción, traducción y notas de José Castro Sánchez. Madrid, Editorial Gredos. 1995.
  • Quinto Curcio Rufo. Historia de Alejandro Magno, introducci6n, traducción y notas de Francisco Pejenaute Rubio. Madrid. Editorial Gredos. 1986.
  • Briant, Pierre, (2002): From Cyrus to Alexander A History of the Persian Empire. Librairie Artheme Fayard. París. Pg. 1-1214. 
  • Cervera, Francesc, (2024): La batalla de Gaugamela, el mayor triunfo de Alejandro Magno. Historia National Geographic. Madrid.
  • Domínguez Monedero, Antonio. (2013): Alejandro Magno: Rey de Macedonia y de Asia. Madrid: Sílex.
  • Durán, Bernard, (2023): Gaugamela: la gran batalla de Alejandro Magno o la llave para la conquista del Imperio persa. El Debate. Madrid.
  • García Calzada, Iván, (2018): LAS CAMPAÑAS DE ALEJANDRO MAGNO (334- 326 a.C.). Universidad de Valladolid. España. Pg. 1-38.
  • Gargantilla, Pedro, (2018): Batalla de Gaugamela, cuando una «Luna Negra» salvó a Alejandro Magno. ABC Ciencia. Madrid.

Cortesía de Muy Interesante



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