El truco japonés para evitar que las manzanas cortadas se oxiden. No se necesita usar sal

¿Alguna vez tu comida te ha jugado chueco? Me refiero a que el chile que usaste para tu guisado picaba mucho más de lo pensado, o a que esas pizcas de sal cambiaron completamente la consistencia y el sabor de tus platillos. Esas son cosas que no podemos controlar y, por tanto, pueden hacernos pasar un mal rato.

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Por otro lado, están los alimentos con los que sabemos lo que va a pasar, pero no podemos controlar sus reacciones. Un claro ejemplo son las manzanas, que apenas cortas se empiezan a decolorar con un tono café, algo que muchos llaman oxidación. Para contrarrestar esto no existe una técnica definitiva, pero sí un método japonés que te ayudará a darles una vida útil más amplia.

Cuál es el método japonés que ayuda a que las manzanas no se oxiden

Este truco japonés viene de la cuenta de Instagram de @rimama_kurashilabo, en donde se muestra una alternativa al método en que se remojan los pedazos de manzana en agua con sal. Esto porque tu fruta podría quedar con sabor salado, quitándole lo dulce del sabor clásico.

Para el primer método, solo hay que remojar la manzana, pero en agua con azúcar. Solo hay que disolver una cucharada de azúcar en 200 mililitros de agua y dejar reposar las manzanas cortadas durante tres o cinco minutos y notarás que las manzanas se mantienen en su color tradicional.

El truco de esto lo explica la ciencia. De acuerdo con Sugar Nutrition, cuando se añade azúcar a los alimentos frescos, como frutas o verduras, se crea un efecto osmótico; es decir, el azúcar absorbe el agua de los alimentos, lo que resulta en una reducción de la actividad del agua que las bacterias necesitan para crecer y multiplicarse. En consecuencia, se crea un entorno que limita la supervivencia y el crecimiento microbiano.

De hecho, el mismo centro de investigación menciona que en algunos casos, el azúcar facilita la producción de otras sustancias que actúan como conservantes, como el alcohol y los ácidos. Otro ejemplo de su uso como conservante es la práctica de “azucarar”, lo que implica desecar los alimentos mediante deshidratación y luego envasarlos en un frasco con azúcar de mesa, o un líquido azucarado de alta densidad, como la miel o la melaza. Esto ayuda a conservar frutas y verduras al crear un entorno de baja actividad acuosa, hostil a la vida microbiana.

Y justo de este ejemplo viene el segundo método de la misma cuenta de Instagram y que se logra mezclando agua con miel, es decir, un producto azucarado de alta densidad. En este caso, solo se disuelve una cucharada de miel en 200 ml de agua y se deja reposar por el mismo tiempo. Lo interesante de este es que además de evitar la oxidación, también se añade un toque sutil de dulzura y una profundidad de sabor a la fruta.

No está de más mencionar que al igual que el azúcar, la sal también tiene este efecto y por ello era otra opción de conservación. FoodUnfolded, por ejemplo, menciona que la sal tiene la capacidad de absorber y reduce en gran cantidad la humedad presente en los alimentos, reduciendo el crecimiento microbiano y las reacciones químicas que provocan la descomposición, es decir, la osmosis. Solo que para el caso de las manzanas, hay quienes prefieren que el sabor sea dulce después de conservarlas. 

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Cortesía de Xataka



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