El universo podría estar lleno de vida inteligente, pero están demasiado aburridos para ponerse en contacto con nosotros, según estudio

Durante décadas, los astrónomos han escuchado con radiotelescopios el universo en espera de alguna señal, lo que sea: un pulso de radio, una baliza láser o cualquier rastro de tecnología que indique que no estamos solos. Pero no llega nada. Ese vacío de respuestas es lo que se conoce como la paradoja de Fermi, que dice: si el universo está lleno de planetas habitables, ¿por qué no hay señales de vida inteligente?

Según The Guardian, el astrofísico Robin Corbet, de la Universidad de Maryland y el Centro Goddard de la NASA, tiene una respuesta que suena tan irónica como posible, y es que los extraterrestres podrían haberse aburrido de explorar. Su propuesta se basa en lo que él llama el principio de la mundanidad radical, una idea que derrumba las visiones más fantásticas sobre civilizaciones que dominan agujeros negros o viajan más rápido que la luz.

Tal vez tengan un iPhone 42 en lugar de un iPhone 17”, bromea Corbet, refiriéndose a civilizaciones apenas un poco más avanzadas que la nuestra, pero sin grandes saltos tecnológicos. “Esto parece más factible, más natural, porque no propone nada muy extremo”.

La teoría del “universo mundano”: civilizaciones modestas y poco motivadas

En su estudio A Less Terrifying Universe? Mundanity as an Explanation for the Fermi Paradox, publicado en Astrophysics, Corbet sostiene que la mayoría de las civilizaciones podrían haber alcanzado un límite tecnológico estable. No desarrollaron motores imposibles ni megastructuras tipo esfera de Dyson. Simplemente llegaron hasta donde la física (y el aburrimiento) les permitió.

El modelo plantea que, en la Vía Láctea, existiría un número “modesto” de civilizaciones tecnológicas, quizás unas 100,000, según sus estimaciones, pero todas atrapadas en un mismo punto de estancamiento. Ninguna habría logrado colonizar la galaxia ni mantener señales potentes durante millones de años. Si lo intentaron, puede que terminaran apagando sus transmisores y dejando que el silencio volviera a reinar.

El propio Corbet se inspira en el principio de mediocridad copernicana: no somos especiales en el universo. Si eso es cierto, tampoco lo serían los extraterrestres. “La explicación más simple suele ser la correcta”, escribe. En otras palabras, el cosmos podría ser tan poco emocionante como cualquier tarde de domingo.

Aburrimiento cósmico: cuando explorar deja de valer la pena

En el documento, Corbet propone incluso un parámetro curioso, el Nennui, una especie de “número de aburrimiento” que representaría cuántas civilizaciones tendría que encontrar una especie antes de perder el interés por seguir buscando más. Si un grupo de exploradores galácticos se topa cien veces con civilizaciones iguales a la suya, ni muy avanzadas ni muy distintas, la motivación para seguir gastando recursos en sondas y viajes interestelares desaparece. En esa lógica, la Vía Láctea podría estar llena de civilizaciones, simplemente aburridas unas de otras.

El astrofísico también sugiere límites prácticos. Con tecnología parecida a la humana, una sonda que viaje al 0.1% de la velocidad de la luz tardaría millones de años en recorrer la galaxia. Sin avances revolucionarios, explorar deja de ser rentable, útil o divertido.

No hay esferas de Dyson ni luces alienígenas, y eso podría tener sentido

De acuerdo con The Guardian, esta teoría también explica por qué no hemos detectado “tecnofirmas” como balizas láser, megaestructuras energéticas o flotas de sondas robóticas. Corbet argumenta que mantener una señal potente durante millones de años sería carísimo y poco práctico. Y si una civilización ya domina su entorno y no necesita conquistar más estrellas, ¿para qué hacerlo?

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El trabajo también revisa las supuestas “detecciones candidatas” de vida avanzada, como el famoso “Wow! signal” o el misterioso brillo irregular de Tabby’s Star y las descarta como fenómenos naturales o malinterpretaciones humanas. En una galaxia “mundana”, dice Corbet, no habría visitantes ni objetos alienígenas paseando por el Sistema Solar y mucho menos ovnis en la Tierra.

¿Y si todo el universo es… normalito?

La hipótesis del “universo mundano no niega la existencia de vida extraterrestre, pero la vuelve más creíble y menos cinematográfica. Según Corbet, el silencio cósmico podría deberse a que la vida inteligente no es ni todopoderosa ni omnipresente, sino limitada, racional y un poco apática.

De acuerdo con The Guardian, el profesor Michael Garrett, del Centro de Astrofísica Jodrell Bank, considera que esta teoría proyecta una “apatía muy humana” al cosmos, aunque reconoce que ofrece un enfoque “divertidamente pesimista”. El resultado, en cualquier caso, es un universo menos aterrador y más cotidiano. Un lugar donde tal vez no estemos solos, pero sí igual de desinteresados en buscar a los demás.

Cortesía de Xataka



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