Elizabeth Fulhame: La química olvidada del siglo XVIII que desmontó la teoría del flogisto

Elizabeth Fulhame fue una química británica que vivió a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Nada se sabe de sus fechas de nacimiento y muerte, tampoco del lugar. Solo publicó un texto que tuvo cierta trascendencia al divulgarse, pero luego cayó en el olvido junto a su figura. Fue una obra moderna y adelantada a su tiempo, en la que incluso se opuso a algunas ideas de Priestley y Lavoisier.

Un ensayo adelantado a su época

En 1794, Elizabeth Fulhame publicó An Essay On Combustion with a View to a New Art of Dying and Painting, wherein the Phlogistic and Antiphlogistic Hypotheses are Proved Erroneous. Su traducción al español sería: Un ensayo sobre la combustión con vistas a un nuevo arte de teñir y pintar, en el que se refutan las hipótesis flogística y antiflogística. Este libro contenía más de 120 experimentos detallados, clasificados bajo criterios científicos. Incluyó tanto experimentos exitosos como fallidos, asemejándose al estilo de los papers modernos. En 1798 fue traducido al alemán y reseñado en los Annales de Chimie. La última referencia conocida de Fulhame data de 1810, cuando publicó una nueva edición de su obra. Más tarde, su trabajo fue mencionado en el Journal of Physical Chemistry en 1903 y en el Bulletin for the History of Chemistry en 1989.

Con sus experimentos contribuyó de manera notable a la química. Su motivación principal fue teñir hilos con metales, especialmente oro y plata. Y lo logró con éxito. Para ello desarrolló la reducción de metales a temperatura ambiente, técnica que empleó para teñir hilos con dichos metales.

Portada del ensayo mítico de Elizabeth Fulhame. Fuente: Wikipedia

Fulhame estudió la reducción experimental de sales metálicas en estados como solución acuosa, estado seco y, en ocasiones, disoluciones de éter o alcohol, exponiéndolas a diversos agentes reductores. Entre las sales metálicas que usó destacan oro, plata, platino, mercurio, cobre y estaño. Como agentes reductores utilizó hidrógeno, gas, fósforo, sulfuro de potasio, sulfuro de hidrógeno, fosfina, carbón y luz. En sus propias palabras:

“La posibilidad de hacer telas de oro, plata y otros metales por procesos químicos se me ocurrió en el año 1780. El proyecto, mencionado al doctor Fulhame y a algunos amigos, se consideró improbable. Sin embargo, después de algún tiempo, tuve la satisfacción de realizar la idea, en cierto grado, por experimentación”.

Un paso fundamental para la fotografía

Más allá de la tinción de telas, se le puede considerar como la descubridora de la fotorreducción, siendo una de las primeras personas en investigarla. Este descubrimiento fue crucial para el desarrollo de la fotografía. De hecho, el químico austríaco Josef Maria Eder calificó su trabajo como un hito en la historia temprana de la fotografía. Aunque Fulhame trabajó con sales de plata sensibles a la luz sobre telas, nunca intentó plasmar imágenes.

También se le atribuye la invención de la catálisis. En su libro, Fulhame demostró que muchas reacciones de oxidación ocurren solo en presencia de agua, la cual no intervenía directamente en la reacción, pues se regeneraba al final del proceso. Este principio es fundamental en la teoría de los catalizadores y precedió los trabajos de Berzelius y Buchner.

A Elizabeth Fulhame  se le puede considerar como la descubridora de la fotorreducción. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

Desmontando mitos

El título de su libro resume perfectamente el contenido conceptual y filosófico. En él abordó la teoría del flogisto, una antigua visión química que afirmaba que los materiales combustibles contenían una sustancia llamada «flogisto» que se liberaba al arder. Esta teoría, junto con la antiflogística, fue reemplazada en el siglo XIX por la teoría del oxígeno, cuando se descubrió que la combustión implicaba la ganancia de oxígeno en lugar de la pérdida de flogisto. Fulhame se adelantó a su tiempo al proponer que el oxígeno jugaba un papel crucial en las combustiones.

La historia fue injusta con el trabajo de Fulhame. Ya en 1810, el editor americano de su obra se quejaba de que su contribución era menos conocida de lo que merecía, y escribió: “El orgullo de la ciencia se indignó ante la idea de ser enseñado por una mujer”.

NOTA: Este artículo se escribió tras una conferencia del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, impartida por Ginesa Blanco, química y profesora de la UCA.

En la época de Elizabeth Fulhame la mujer no era bien recibida en la ciencia. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

Cortesía de Muy Interesante



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