En el baño de La Perla del Once compusieron La Balsa, pero ya no hay nada allí que lo recuerde

Esta es una nota especialmente dedicada a todas las mujeres que, por razones obvias, nunca pudieron conocer -de primera mano- el baño de caballeros más legendario de la ciudad de Buenos Aires: el baño de La Perla del Once donde Tanguito y Litto Nebbia compusieron La Balsa, piedra angular de nuestro rock.

En un ejercicio de apropiación cultural, no tan indebido, se puede inferir que La Perla del Once, y toda su trama sanitaria, es nuestro mingitorio de Duchamp, aquella instalación del urinario dado vuelta, firmado y dispuesto en un pedestal. La táctica de avanzada, aquí, fue un baño entero utilizado como teatro de operaciones de lo que se daría en llamar “rock nacional”. Un mismo argumento, dos vanguardias.

¿Qué país tiene inodoros declarados “sitio de interés cultural”? Desde hace nueve años, La Perla del Once es una sucursal de la pizzería La Americana. Pero que la muzzarella no nos tape el bosque: en el baño de La Perla del Once se compuso La Balsa. Editado en 1967, primer ladrillo en la pared. Autores, Tanguito (Ramsés VII) y Litto Nebbia.

Pipo Lernoud estuvo cuando todo empezó. Justo ahí. En ese mismísimo día. Poeta, ideólogo del rock, periodista, poeta y autor de algunas de las letras del género. ¿Cómo era el mítico baño donde se escribió La Balsa? ¿Era limpio? ¿Había papel higiénico? ¿Es verdad lo que se dice de su acústica apta para componer allí?

“Tengo el recuerdo de que había dos inodoros. Dos cubículos, uno al lado del otro, y dos orinales. Lo importante era la acústica, algo típico de los baños, por eso todos cantamos en los baños. Los azulejos producen una acústica aumentada y otro detalle a considerar en este caso: el baño de caballeros de La Perla quedaba al fondo y había que llegar por un pasillo largo”, cuenta Pipo Lernoud, periodista, compañero de aventuras de los músicos bohemios y hasta personaje de alguna canción de Moris (Mi querido amigo Pipo).

Pipo, un tipo muy agradable, se introduce en una tentativa de inventario. ¿Inodoros marca Pescadas? ¿Jabón? Hacia fines de los ‘60, La Perla era un lugar inmenso, uno de esos bares con mesas de madera enfocado en clientes que tomaban café y comían sándwiches (“No estaba tan extendida la moda de la pizza”).

Ayer nomás. En el baño de La Perla del Once estaba la letra de Ayer nomás. En el baño de La Perla del Once estaba la letra de “La Balsa”. Nada de eso se puede ver ya. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

La Perla, cuenta Lernoud, estaba habitada por tres pelajes: los vendedores que iban a tomar el tren con sus maletines. Una segunda tanda, más lejos de la puerta, integrada por los estudiantes (“El bar estaba abierto toda la noche y por eso había muchísimos pibes que se juntaban en mesas grandes”) y un tercer nivel del salón ocupado por los hippies. “Los estudiantes eran nuestros proveedores de cigarrillos y anfetaminas. Fueron quienes nos introdujeron en ese tema, que era la única droga accesible en aquella época”.

Para el lado de la avenida Jujuy, donde ahora está la entrada del Hotel la Perla, en ese confín del bar paraban Tanguito y compañía. “Un grupo chico, no más de 15 personas. Nos reuníamos en mesas. Algunos juntaban unas sillas para poder acostarse a dormir un rato. Pasábamos noches y noches ahí. Nuestras mesas estaban bien cerca del baño”, cuenta Pipo, también autor, un año antes, de Ayer nomás junto a Moris (Mauricio Birabent).

“Por esa vecindad a Tanguito le gustaba ir a cantar al baño. Se encerraba en uno de los cubículos. Su guitarra era con tres cuerdas de metal, según recuerdo. El baño de La Perla sonaba bárbaro. También recuerdo a Litto tocando la armónica. Tango era el que más se aburría con las conversaciones filosóficas que teníamos. Imaginate: Javier Martínez, Moris, Miguel Abuelo y yo nos poníamos a hablar de Aldous Houxley. Eso a él le resultaba bastante aburrido y se iba a tocar sus canciones al cubículo”.

La historia según Pipo

Todo lo que ya no está. Ni las fotos conmemorativas ni la plaqueta declarando a La Perla Todo lo que ya no está. Ni las fotos conmemorativas ni la plaqueta declarando a La Perla “Sitio de interés cultural” quedan en el bar de Once. esta es una imagen de 2017. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

La leyenda dice que la escribieron en el baño de La Perla del Once. ¿Pero dónde? ¿Entraban los dos en un mismo cubículo? Que Tanguito empezó La Balsa y que Litto la modificó y luego la terminó. Punto.

-¿Los dos tuvieron ganas de ir baño al mismo tiempo o fue casualidad?

-Te aclaro -responde Lernoud- que no nos dejaban tocar ni hacer ningún despelote en las mesas. Cuando había que mostrar algún tema o aparecía un deseo musical, íbamos al baño sí o sí. Litto fue al mingitorio y escuchó como Tanguito tocaba la guitarra en uno de los dos inodoros. Cantaba “estoy muy solo y triste en este mundo de mierda”, Litto le dijo: “Che, Tango, qué bueno que está eso”.

La Perla del Once es hoy una sucursal de la pizzería La Americana, pero no hay recuerdos de aquel hito fundacional. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa Perla del Once es hoy una sucursal de la pizzería La Americana, pero no hay recuerdos de aquel hito fundacional. Foto Guillermo Rodriguez Adami

Y redondearon el tema. “Después vinieron a la mesa. Yo estaba esa misma noche”, asegura Pipo. “Eramos varios los que estábamos. Fueron anotando el tema y pasó como algo cotidiano. Era así la cosa, en ese momento no dijimos: “Ahhh, este va a ser el tema más importante del rock nacional”. Era un tema más de los muchos que se cantaban en ese momento en el baño de La Perla. Ninguno de nosotros tiene el recuerdo de que el momento de La Balsa haya sido la fundación del rock nacional, ni nada parecido”.

-O sea, estuviste ese mismo día…

-Insisto en que no fue nada especial, pero recuerdo haberlos oído conversar sobre la canción que acababan de hacer, en la cual fue fundamental la participación de Litto con sus acordes de bossa nova en el puente, acordes que seguramente Tanguito no conocía. Lamentablemente todavía hoy hay que andar con mucho cuidado con este asunto, porque existe toda una corriente de gente que no estuvo ahí y le quieren negar a Litto su participación.

Tanguito y Litto Nebbia. El primero escribió Tanguito y Litto Nebbia. El primero escribió “estoy muy solo y triste acá en este mundo de mierda”. El segundo intervino la letra y le puso acordes de Bossa nova.

-¿Era limpio el baño?

-Típico de bar de los ’60. Muy básico, no recuerdo nada en especial.

Los Gatos editaron el simple de La Balsa en 1967 por RCA. Vendieron 250 mil copias. Fue el primer éxito masivo de una música nueva cantada en castellano.

Los drogadictos decían que Tanguito era mucho más que drogadicto. Los excéntricos se quejaban porque usaba bombacha rosa. Hace años uno le preguntó a Nebbia por Tanguito, y él dijo: en voz baja: “No tocaba ni el timbre”.

Un baño que figura hasta en las guías

Una foto de Tanguito, cuando era La Perla del Once y no una sucursal de La Americana. Foto: Guillermo Rodríguez Adami
Una foto de Tanguito, cuando era La Perla del Once y no una sucursal de La Americana. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

En la guía francesa Buenos Aires Insolite et Secrete (Jonglez), página 224, aparece Les toilettes de “La Perla del Once”, recorrido “indispensable” de la metrópoli porteña. Ahí puede leerse: je suis seul et triste dans ce monde abandonné (estoy muy solo y triste acá en este mundo abandonado).

Pipo Lernoud. Estuvo en la noche de la composición de Pipo Lernoud. Estuvo en la noche de la composición de “La Balsa”, en la Perla de Once. Foto: Archivo Clarín

-Pipo, ¿la gente no se quejaba de que los baños siempre estaban ocupados por músicos?

-Tampoco era un escándalo, sino una cosa que más bien se hacía de canuto.

En febrero de 2017 La Perla dejó de ser lo que era y pasó a transformarse en una sucursal de La Americana. Las fotos de los músicos fundadores desaparecieron. Se prometió que los antiguos empleados seguirían, pero según nos dijo alguien que trabajaba ahí, ya no queda ninguno.

La Perla ya no es la Perla. En Rivadavia y Jujuy nada queda de la historia de La Perla ya no es la Perla. En Rivadavia y Jujuy nada queda de la historia de “la Balsa”. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

Tampoco hay rastros. Ni vagos ni camuflados. Todas son fotos de fugazzetas, anchoas y muzzarellas. O el logo de la marca actual con un gordito de bigotes que proclama –como si cantara un aria– que ahí se hacen las mejores empanadas “desde 1935”’. La fecha complica aún más las cosas. ¿Desde 1935? Entonces La Perla jamás estuvo en la esquina de Jujuy y Rivadavia, frente a Plaza Miserere.

Octubre de 2025. Lunes al mediodía. Nada. Nada. Nada que fije testimonio de la hermosa leyenda del rock nacional. Hasta el bronce que declaraba el lugar como Sitio de Interés Cultural arrancaron. El baño es un baño más en medio de una atmósfera desaprensiva. Tres cubículos, tres mingitorios. Sólo para casos de necesidad y urgencia. Ni la luz de almacén. Nos acercamos a un mozo.

-¿Los clientes preguntan por la historia de la canción?

-¿Qué canción?

Cortesía de Clarín



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