Netflix cada tanto presenta una película de origen no estadounidense, que tendrá presupuesto acotado, OK, y transcurrirá casi en su totalidad en un mismo escenario, pero la originalidad y los enigmas que plantean suelen convertirlas en un gancho para el público del cine de acción, misterio, suspenso o hasta terror. El muro negro es una de ellas.
Y se parece mucho a Cube.
Esta producción alemana, con Matthias Schweighöfer, uno de los actores de El ejército de los muertos, de Zack Snyder (que se vio por Netflix) tiene el estilo de la española El hoyo y su secuela.
Aquí Tim (Schweighöfer) y su pareja, Olivia (Ruby O. Fee, que actuó con Schweighöfer en El ejército de los ladrones) viven en un departamento de un edificio como cualquier otro. Vienen de sufrir la pérdida de una beba, que no llegó a nacer, hace dos años, e intentan recomponerse.
Más que nada es Olivia la que lo intenta. Decidida a tener un nuevo comienzo, renuncia a su trabajo y se compra una camioneta como la de Scooby-Doo “para viajar juntos a París” y empezar de nuevo. Pero Tim le pone el freno de mano antes de que arranque. Diseñador de videojuegos, no quiere perder el trabajo y le pide postergar el viaje.
Sin salida
Una nube negra, pero de humo, se ve a lo lejos. Y un muro negro encontrarán cuando Olivia, harta de que su pareja la ignore, no hable del tema de la beba y más, se decida a abandonar a Tim, abra la puerta del departamento y bueno, allí está el muro del título de la película.
Ninguno de los dos entiende nada. El espectador, tampoco. Esa barrera oscura está en todas las aberturas de la vivienda, o sea que tampoco se puede salir por las ventanas. Tampoco tienen agua, pero sí electricidad. Prueban con un taladro agujerear el muro, y nada.

Estamos rodeados, todo alrededor
Descubren que el muro estaría alrededor de todo el edificio cuando destruyen las paredes linderas para comunicarse con otra pareja de vecinos. ¿Qué les queda? Romper el piso de ese segundo piso para llegar hasta el sótano, desde donde habría una conexión con el subterráneo.
Nada resultará sencillo en la película de Philip Koch -codirigió un documental sobre el Che-, que de haber sido pensada, rodada y estrenada durante la pandemia hubiera sido un éxito aún mayor.
Intriga rompiendo paredes y pisos
El muro negro gana en intriga a medida de que van apareciendo vecinos y rompiendo pisos y paredes. A la fogosa parejita de al lado se agrega un anciano con tubo de oxígeno -que desconfía de todos y tiene un arma- y su nieta, y un par más, uno de ellos, policía, e inclusive el casero.

Bueno, con el casero no podrán contar, no les va a dar una mano, porque lo encuentran con las manos cortadas.
Cuando las horas pasan, y no hay salida aparente, el nerviosismo y la angustia y la agresividad empieza a escalar.
¿Cayeron en una suerte de juego de supervivencia, como supone Marvin (Frederick Lau)? ¿Acaso se trata de un Juego del calamar, con ricachones viéndolos sufrir? ¿Por qué pasa lo que pasa? ¿Ese muro es verdaderamente una protección ante una turbulencia social, un cataclismo que sucedió afuera, como dice Yuri, el policía? ¿Tendrá algo que ver la explosión del día anterior?

Con alguna escena de gore -por supuesto que alguna muerte horrenda tiene que suceder-, El muro negro entretiene mientras hay suspenso.
No se puede hablar de grandes actuaciones cuando el guion so lamente les pide a los intérpretes que griten, corran, discutan o se peleen y pongan cara de fastidio o terror. La película entretiene, no es una obra maestra del suspenso, pero pasar el rato, cumple.
“El muro negro”
Misterio / thriller. Alemania, 2025. Título original: “Brick”. 100’, SAM 16. De: Philip Koch. Con: Matthias Schweighöfer, Ruby O. Fee, Frederick Lau, Axel Werner. Disponible en: Netflix.
Cortesía de Clarín
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