Encinas, y una ciudad al garete


Lo último que faltaba era un intempestivo cambio en un área crucial del Gobierno capitalino para confirmar la sensación de que la Ciudad de México está dejada al garete por quienes deberían procurarle rumbo.

Alejandro Encinas fue nombrado en fast track representante de México ante la Organización de Estados Americanos.

Claudia Sheinbaum tiene cero expectativas sobre la OEA, de forma que resta desearle a Encinas que encuentre en Washington lo que anda buscando. Dicho eso, toca a los capitalinos hacerse cargo del significado local de ese nombramiento.

La capital se la pasa en sobresaltos. La explosión de una pipa en Iztapalapa, que se ha cobrado 31 muertos, es la más lamentable de las tragedias recientes en una metrópoli que, si años pasados sufrió por escasez de agua, en el presente se ahoga.

Clara Brugada cumplirá el domingo un año como jefa de Gobierno. Su periodo navega entre verbenas y ocurrencias, sin minimizar el impacto que en su administración haya tenido el gravísimo atentado mortal en mayo pasado, de cuya autoría intelectual nada sabemos, en contra de dos de sus más cercanos colaboradores.

Brugada ha permitido que el comercio en vía pública se desborde y, al mismo tiempo, poca claridad ha manifestado sobre cómo se ha de reactivar el desarrollo inmobiliario que los gobiernos de Morena se afanan en complicar.

En el caso de la actual gobernante, ha dado centralidad al reclamo, visibilizado en un par de marchas que fueron más noticia por los desmanes permitidos por el gobierno, de eso que llaman gentrificación.

Si la jefa de Gobierno realmente quería activar un debate para que la bonanza de algunas zonas no se traduzca en la expulsión de sus habitantes tradicionales, bueno hubiera sido que desde el arranque de su administración en la respectiva cartera ejerciera alguien verdaderamente comprometido con la planeación.

Alejandro Encinas calentó la banca. Pregunten a los que saben y, desde hace meses, lo que se oía es que estaba incómodo en la secretaría que ahora se llama Secretaría de Planeación, Ordenamiento Territorial y Coordinación Metropolitana.

Qué curioso. La ciudad capital, urgida de impulso y dirección sobre cómo minimizar los impactos de nuestro cotidiano caos, y resulta que el encargado de activar ese debate no estaba a gusto con su responsabilidad.

Suerte a Encinas. Yo creo que también quedó a deber el sexenio pasado en la subsecretaría de Derechos Humanos en el tema de los desaparecidos, pero eso ya fue.

En cambio, los capitalinos han de hacerse cargo de su realidad: a los gobiernos de Morena no les importa el desarrollo urbano.

La ciudad más importante del país carece de una ruta urbana, a pesar de que, cuando pomposamente pasamos de ser el Distrito Federal a la CDMX, parte del mandato de la nueva Constitución era desarrollar capacidades institucionales al respecto.

Mientras llega el sustituto o la sustituta de Encinas, a resignarse a vivir entre baches y socavones, padeciendo o alimentando una voracidad inmobiliaria que se traduce en desalojos y despojos de dueños indefensos y demolición patrimonial en barrios que, al tiempo que ven un boom económico por restaurantes, bares, cafés y centros de cultura o entretenimiento, reciben migajas de ese empuje monetario mientras ven cómo se pauperizan los servicios públicos… y con una jefa de Gobierno que cree que su responsabilidad es explicar que las lluvias fueron, otra vez, atípicas.

Seguro en el Gobierno de la ciudad, en el respectivo mitin, porque vaya que a eso es a lo que se dedican, al autobombo, presumirán foros contra la gentrificación y a favor de vivienda popular.

Lo que no reconocerán es que la secretaría que debe coordinar esa agenda estuvo realmente acéfala muchos meses antes de que Encinas revisara qué abrigo se llevará a DC pa’l frío de aquella ciudad.

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Cortesía de El Informador



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