El hallazgo no ocurrió en una excavación espectacular ni tras una gran campaña internacional, sino durante una prospección paciente en un bosque suizo. En un terreno húmedo, lleno de depresiones naturales inundadas de agua, dos arqueólogos voluntarios localizaron dos pequeñas monedas de oro celtas, discretas en tamaño pero enormes en significado histórico. Su antigüedad, cercana a los 2.300 años, las sitúa entre las piezas monetarias más antiguas jamás encontradas en Suiza.
Más allá del brillo del oro, el descubrimiento ha despertado el interés de los especialistas por el contexto ritual en el que aparecieron. No se trata solo de monedas raras, sino de objetos que ayudan a entender cómo pensaban los pueblos celtas, cómo incorporaron el dinero a sus sociedades y qué papel desempeñaban ciertos paisajes acuáticos en sus creencias religiosas durante la Edad del Hierro.
Un lugar conocido que aún guardaba sorpresas
El enclave donde aparecieron las monedas se conoce como Bärenfels, cerca de la localidad de Arisdorf. No era un territorio desconocido para la arqueología regional. De hecho, en campañas previas ya se habían recuperado allí decenas de monedas de plata celtas, fechadas varios siglos después que las de oro. Esa acumulación previa fue precisamente la razón por la que los investigadores decidieron revisar de nuevo el entorno.
Durante las prospecciones realizadas en primavera, los arqueólogos exploraron el bosque y las zonas anegadas con especial atención. Fue entonces cuando aparecieron las dos monedas de oro: un estatero y un cuarto de estatero, piezas de pequeño tamaño pero excepcional valor histórico. Su descubrimiento resultó inesperado, incluso para un yacimiento ya conocido, lo que subraya la importancia de volver a estudiar lugares aparentemente bien documentados.
El terreno donde se hallaron presenta numerosas dolinas, hundimientos naturales que se llenan de agua de forma permanente. Este tipo de paisaje no es casual en el mundo celta. Las zonas húmedas, los pantanos y los manantialesdesempeñaron un papel simbólico destacado, algo que se repite en hallazgos arqueológicos de amplias regiones de Europa central.

Las monedas más antiguas de la tradición celta suiza
Las dos piezas descubiertas datan de mediados del siglo III antes de nuestra era, una etapa clave para entender el nacimiento de la moneda en el mundo celta. Hasta entonces, el uso sistemático de dinero no era habitual en gran parte de Europa central. Su introducción está relacionada con la experiencia de los guerreros celtas que sirvieron como mercenarios en territorios mediterráneos.
En esos contextos, muchos celtas entraron en contacto directo con la moneda griega y macedonia. Al regresar a sus regiones de origen, llevaron consigo no solo las piezas, sino también la idea misma del dinero. Poco después comenzaron a acuñar sus propias monedas, imitando modelos conocidos pero adaptándolos a su estilo y simbolismo.
Las monedas de Arisdorf siguen ese patrón. Replican modelos de oro emitidos en época del rey macedonio Filipo II, con una cabeza masculina en el anverso y un carro tirado por caballos en el reverso. Sin embargo, los detalles muestran una clara reinterpretación local. No son copias exactas, sino creaciones con identidad propia, integradas en la tradición artística celta.
Su rareza es extrema. En toda Suiza se conocen poco más de una veintena de monedas comparables, lo que convierte a estas dos piezas en testimonios excepcionales del inicio de la economía monetaria en la región.

Oro que no circulaba como dinero cotidiano
Uno de los aspectos más interesantes del hallazgo es la función que pudieron tener estas monedas. A diferencia de la moneda moderna, no todo el dinero antiguo estaba pensado para circular a diario. En el caso de las piezas de oro celtas, su elevado valor las hacía poco prácticas para transacciones comunes.
Los especialistas consideran que estas monedas pudieron servir como pagos excepcionales, regalos diplomáticos, recompensas políticas o incluso dotes matrimoniales. El oro, además de su valor material, tenía una fuerte carga simbólica asociada al prestigio y al poder.
El lugar donde aparecieron refuerza una interpretación distinta a la económica. La repetición de hallazgos monetarios en zonas húmedas sugiere un uso ritual. En el mundo celta, muchos espacios naturales eran considerados sagrados, especialmente aquellos donde el agua emergía, se estancaba o desaparecía bajo tierra.
Depositar objetos valiosos en estos lugares habría sido una forma de ofrenda a las divinidades, un gesto deliberado y cargado de significado religioso. Las monedas no se perdieron por accidente: todo indica que fueron colocadas allí con una intención concreta.
Paisajes sagrados y creencias celtas
Los pantanos, lagunas y manantiales ocupaban un lugar central en la cosmovisión celta. Eran considerados puntos de contacto entre mundos, espacios liminales donde lo humano y lo divino se aproximaban. La arqueología ha documentado numerosos depósitos rituales en entornos similares a lo largo de Europa.
En estos contextos se han encontrado armas, joyas, herramientas y monedas, muchas de ellas inutilizadas antes de ser depositadas. El gesto no buscaba recuperar el objeto, sino entregarlo definitivamente a la divinidad asociada al lugar.
El área de Bärenfels encaja perfectamente en este patrón. La presencia de agua permanente, la acumulación de objetos valiosos y la ausencia de señales de uso doméstico refuerzan la hipótesis de un espacio ritual al aire libre, activo durante generaciones.
Este tipo de prácticas demuestra que la religión celta no se limitaba a templos construidos. El paisaje mismo era sagrado, y ciertos lugares concentraban un significado espiritual que hoy solo puede reconstruirse a través de hallazgos como este.
De un hallazgo discreto a una vitrina de museo
La importancia de las monedas llevó a las instituciones responsables a tomar una decisión clara: integrarlas en una exposición pública. Junto con las monedas de plata halladas anteriormente, las piezas de oro formarán parte de una muestra dedicada a tesoros arqueológicos, donde se explicará su contexto histórico y simbólico.
Exponerlas no responde solo al valor material del oro. Su interés reside en la historia que cuentan: el inicio de la moneda en el territorio suizo, la relación entre los celtas y el Mediterráneo, y la dimensión ritual del uso de objetos preciosos.
Además, el hallazgo pone en valor el trabajo de arqueólogos voluntarios, cuya labor paciente y bien coordinada sigue aportando descubrimientos relevantes. La arqueología contemporánea no avanza solo con grandes excavaciones, sino también con observación, método y conocimiento del terreno.
Estas dos monedas, pequeñas y brillantes, resumen siglos de intercambios culturales, creencias religiosas y transformaciones sociales en la Europa de la Edad del Hierro.
Referencias
- Archäologie Baselland. Funkelndes Gold – Zwei der ältesten Münzen der Schweiz entdeckt in Arisdorf, Bärenfels. Sitio web institucional de Archäologie Baselland, 2025. https://www.archaeologie.bl.ch/entdecken/fundstelle/181/funkelndes-gold/
Cortesía de Muy Interesante
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