Investigadores de la UNAM descubrieron una nueva falla sísmica en CDMX. Nombrada como falla de Barranca del Muerto, se ubica tan solo 800 metros al sur de la falla de Plateros Mixcoac, identificada apenas en febrero de 2024. El estudio concluye que la interacción entre ambas fallas es una de las causas de la alta sismicidad en la zona poniente de la capital, donde se han registrado varios movimientos telúricos de baja intensidad —coloquialmente conocidos como microsismos— desde febrero de 2023.
El estudio, realizado por integrantes de la Facultad de Ingeniería, el Instituto de Geofísica, el Posgrado en Ciencias de la Tierra y el Instituto de Ingeniería, parte del análisis de dos microsismos de 3.2 grados ocurridos en CDMX al poniente de CDMX los días 11 de mayo y 14 de diciembre de 2023, respectivamente.
Los investigadores encontraron que durante los días anteriores al primero de los microsismos hubo actividad en una falla que previamente no había sido identificada, a la que llamaron “falla de Barranca del Muerto”. Además, los desplazamientos de tierra provocados por esta falla podrían estar relacionados con la actividad en la falla de Plateros Mixcoac, que habría provocado el segundo de los microsismos.
Hola a todos, con alegría les comparto el trabajo en el que hemos estado trabajando desde 2023 en la @FIUNAM_MX sobre los #microsismos #Mixcoac y #Plateros:https://t.co/ns1jJvUnhr pic.twitter.com/v3JTPSbp44
— Darío Solano (@Mr_InSAR) February 27, 2025
¿Qué se sabe sobre la falla de Barranca del Muerto?
El 16 de febrero de 2025 se publicó en la revista Tectonophysics el artículo titulado “Interacción entre dos fallas de lento deslizamiento bajo la Ciudad de México producen intensa sismicidad durante meses”.
El texto realizado por investigadores de la UNAM explica que a través de imágenes tomadas con tecnología satelital se identificaron “dos fallas casi paralelas que van de oriente a poniente separadas por 800 metros”.
Una de esas fallas es la de Mixcoac, que se identificó en un estudio previo de la UNAM en 2024. Por su parte, los investigadores nombraron a la nueva falla, ubicada al sur, como falla de Barranca del Muerto.
El estudio detalla que seis días antes del sismo de 3.2 grados registrado el 11 de mayo de 2023 comenzó un lento deslizamiento en la falla de Barranca del Muerto. Luego, se añade que el 14 de diciembre del mismo año, hubo otro sismo de igual magnitud originado en la falla de Mixcoac.
Al respecto, se explica: “un análisis geomorfológico cuantitativo permitió establecer la conexión estructural entre estas dos fallas”. Lo anterior debido a que el segundo sismo “puede ser parcialmente explicado por el estrés inducido a esa falla [la de Mixcoac] a través del deslizamiento de mayo [en Barranca del Muerto]”.
De forma coincidente con el estudio, en los dos años más recientes se han presentado varios sismos al poniente de CDMX, cerca de la zona de Mixcoac. En ese sentido, el estudio concluye que “los enjambres sísmicos que caracterizan al Poniente de la Ciudad de México parecen ser consecuencia del régimen extensional regional, las tensiones inducidas por el deslizamiento lento en los segmentos de las falla orientales y la interacción entre estas fallas”.
Identifican dos regiones con distinta sismicidad al Poniente de CDMX
Derivado de la identificación de la falla de Barranca del Muerto, el estudio también explica que “los deslizamientos de las fallas sugieren que la sismotecnia de la Ciudad de México puede dividirse en dos regiones mecánicamente distintas”.
Esto se debe a que las fallas se ubican en una zona de transición geológica. Por un lado se encuentra el área que anteriormente era ocupada por un lago. Y por otro lado, se encuentra el subsuelo de las montañas.

Así, la primera de las zonas corresponde a la región ubicada al este de las fallas. Esta se caracteriza por sedimentos de una alta concentración de agua. Dicha zona es “tendiente a deformaciones asísimicas”, es decir, sin tanta actividad telúrica. La segunda zona, por su parte, es la del poniente de las fallas. Esta sería “propensa a mayor radiación sísmica donde las fallas se expresan geomorfológicamente.
Por último, el estudio también explora el posible impacto de la extracción de agua del subsuelo en la incidencia de microsismos.
El documento explica que a tan solo un kilómetro de las fallas se ubican cerca de 14 pozos para la extracción de agua. Asimismo, se detalla que debido a dicha extracción, el suelo de CDMX se hunde en promedio 50 centímetros año. Sin embargo, el estudio atribuye la actividad sísmica en la zona a la interacción entre las dos fallas y no a las actividades antropogénicas, como la extracción de agua.
Cortesía de Chilango
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