
México padece las consecuencias de no planear su desarrollo urbano y es necesario sumar esfuerzos para mejorar los sitios donde habitamos, planteó el presidente de la Asociación Mexicana de Urbanistas (AMU), Juan Lázaro Kaye López.
Al anunciar la celebración del Primer Congreso Internacional de Urbanismo Participativo y Resiliente, organizado por la AMU, la Facultad de Arquitectura de la UNAM y la Academia Nacional de Arquitectura, a realizarse del 6 al 8 de noviembre en la ciudad de Guanajuato, expuso que en el país las autoridades siempre han sido permisivas respecto de asentamientos irregulares.
Dijo que eso ha generado casos como Los Cabos, en donde en cuarenta años su población creció tres veces, pero la zona urbana 27.
El tipo de crecimiento desordenado, así como los desastres ocasionados por fenómenos hidrometereológicos en diferentes zonas del país durante los últimos años, demuestran que, en materia de desarrollo urbano, como país no aprendemos, remarcó.
Hay municipios en donde año tras año ocurren inundaciones, deslaves de terrenos, que ponen en calidad de damnificados a decenas de familias y los ayuntamientos no actualizan sus Atlas de Riesgos.
Lo delicado, añadió, es que, aunque existen planes de desarrollo urbano, no se respetan.
En ese sentido indicó que es necesario poner “dientes” a la legislación en la materia, con el fin de que se respeten los planes.
“La planeación que se realiza no está sometida a la aplicación de sanciones, por lo cual los planes de desarrollo son letra muerta”, recalcó.
Ante esa situación, opinó que lo que se debe hacer es planes metropolitanos, sobre todo si se considera que existen 74 zonas metropolitanas a lo largo del territorio nacional en donde vive la mayor parte de la población.
Expuso que es necesario diseñar instituciones de carácter metropolitano para gestionar el abasto de agua potable, la protección del medio ambiente y la movilidad y que implementen políticas públicas de carácter regional y de mediano y largo plazo y no, como actualmente ocurre, que cada municipio hace lo que le parece correcto y no hay una coordinación con sus vecinos aun cuando forman parte de una sola zona metropolitana.
El reconocido profesionista explicó que el Congreso Internacional de Urbanismo Participativo y Resiliente será un espacio para reflexionar sobre este y varios asuntos relacionados con los sitios que habitan los mexicanos.
Participarán funcionarios de ONU-Hábitat, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), WRI México, ARCADIS, así como investigadores de universidades, representantes de gobiernos locales y más de 100 especialistas.
El Congreso plantea una reflexión profunda sobre los retos y oportunidades de transformar nuestras ciudades desde la participación ciudadana, la justicia territorial y la resiliencia urbana.
Llamó la atención en que según datos del Inegi, 61 % de la población urbana en condiciones de pobreza reside en barrios irregulares, con escasa o nula disponibilidad de servicios y oportunidades.
Además, en México hay 17,770 asentamientos humanos irregulares, de los cuales 99 % están ubicados en zonas de riesgo.
Lo relevante, es que en esas comunidades viven millones de mexicanos en situación de pobreza y pobreza extrema, y son las más vulnerables frente a fenómenos meteorológicos extremos.
Kaye López recalcó que el urbanismo participativo ofrece un camino real para revertir la exclusión estructural en la que viven decenas de familias mexicanas, altamente vulnerables ante fenómenos como ciclones tropicales.
En ese tenor, subrayó la necesidad de que tanto en la planeación como en la remediación urbana se tome en cuenta a las comunidades.
Primero, para propiciar un desarrollo urbano ordenado, con base en conocimiento, tomando en cuenta las necesidades y requerimientos de la población y para evitar caprichos tanto de funcionarios como de los mismos pobladores.
Cuando las comunidades olvidadas pueden participar con voz, proponer sus problemas y exigir acciones vinculantes, se construyen territorios más resilientes.
Indicó que, a través de mecanismos participativos, no solo se atienden las vulnerabilidades técnicas, sino que se empodera a las personas para que su reclamo de servicios, infraestructura y seguridad ambiental sea escuchado.
Recalcó que el congreso en cuestión no es solamente un evento de análisis, sino una apuesta por transformar la manera en que México entiende y gobierna sus territorios más olvidados, desde el conocimiento, la crítica y la acción colectiva.
De la lista de temas a tratar en ese encuentro destacan: las ciudades olvidadas y el derecho a la ciudad; producción social del hábitat y regeneración comunitaria; planeación justa y resiliencia urbana; innovación, gobernanza digital y justicia espacial y urbanismo con enfoque de género, juventud y territorio.
Cortesía de El Economista
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