Varias han sido las películas de Disney que por más que tengan una historia entrañable o divertida, suelen mostrar una escena que nos rompe el corazón. La mayoría de ellas son clásicos animados como El zorro y el sabueso, pero en 1991 la compañía apostó por un live-action que dejó huella en millones de niños.
En plena fiebre del oro, el joven Jack Conroy llega a Alaska para reclamar la herencia de su difunto padre. Allí, rescata a un perro-lobo con quien entablará una estrecha amistad y ambos serán fieles compañeros uno del otro. Esto es: Colmillo Blanco.
Basada en la novela homónima de Jack London y dirigida por Randal Kleiser (La laguna azul), la película nos transporta a finales del sigo XIX para adentrarnos en una historia llena de emotividad y aventura. Entre paisajes nevados y montañosos, conocemos a un joven Ethan Hawke quien se verá puesto a prueba ante los desafíos de tener un vínculo con su lobo.
Además, si bien la trama gira en torno a la relación humano-animal, se tiene de fondo un pequeño vistazo a las costumbres de los pueblos originarios de la región, así como a las dificultades de quienes buscaron la riqueza en aquella época. Pero claro, el mensaje del filme se sustenta en la lealtad y el respeto hacia los animales.
Con respecto a si es buena o mala, podemos decir que la película tuvo una recepción medianamente decente entre la crítica especializada. Tiene sus fallos en cuestión de ritmo y hasta melosa por la naturalidad de su moraleja, pero se destacan rubros como la fotografía, las actuaciones y claro, porque es una buena opción para una tarde familiar.
“Aunque lenta y demasiado larga, la película es al menos un espectáculo escénico para toda la familia”.
“Cuenta con suficientes imágenes de la naturaleza y una sólida actuación central de Ethan Hawke para conquistar a los más pequeños”.
“Películas como ésta son un antídoto para los thrillers violentos y pesimistas a los que los jóvenes parecen estar enganchados”.

Ahora bien, respecto a la escena que marcó a millones de niños que crecieron en los 90, tenemos que remontarnos al final del filme. Sin entrar en demasiados detalles, para quienes aún no la han visto, se trata de un desenlace en el que el destino juega en contra de sus protagonistas. Así, el metraje culmina con una decisión tan dolorosa como correcta.
Aunque hay un final feliz, evidentemente esa parte dejó a muchos pequeños con un nudo en la garganta y una que otra lágrima en la mejilla. Con la sencillez de una historia tanto profunda como cautivadora, sin necesidad de animación de punta o efectos visuales impresionantes, Disney hizo de Colmillo Blanco una de esas películas que resonaron entre el público.
Aunque no figura entre las más recordadas del estudio, es una buena excusa para revivir la nostalgia. Si gustas volverla a ver o darle una oportunidad por primera vez, te recordamos que puedes disfrutar de Colmillo Blanco a través de Disney+.
Cortesía de Xataka
Dejanos un comentario: