
Dentro del mundo de la herbolaria, la manzanilla destaca como una planta esencial por sus múltiples beneficios terapéuticos y su bajo nivel de toxicidad. Esta hierba, reconocible por sus pequeñas flores blancas similares a las margaritas y su aroma dulce que recuerda a las manzanas, pertenece a la familia Asteraceae y se presenta en dos variedades principales: la alemana (Chamomilla recutita) y la romana (Chamaemelum nobile).
Es ampliamente utilizada en infusiones, aceites, compresas e inhalaciones, y se estima que diariamente se consumen más de un millón de tazas de té de manzanilla en todo el mundo. Sus propiedades medicinales abarcan un amplio espectro: es calmante, antiinflamatoria, antiséptica y útil para tratar problemas digestivos, respiratorios, menstruales, dermatológicos y del sistema nervioso. También se aplica en casos de insomnio, cólicos, ansiedad y dolores musculares.
Además, investigaciones preliminares han identificado efectos prometedores contra ciertos tipos de cáncer, gracias a compuestos como la apigenina. Su uso se extiende a la industria cosmética y de cuidado personal, en productos como shampoos, cremas y artículos de higiene.
La manzanilla contiene más de 120 compuestos activos, entre ellos 28 terpenoides (como el α-bisabolol y el azuleno) y 36 flavonoides (como la apigenina y la quercetina), que explican su acción medicinal.
Precauciones y efectos secundarios
Pese a sus múltiples beneficios, no está exenta de contraindicaciones. Las personas alérgicas a otras plantas de la familia Asteraceae deben evitarla. Durante el embarazo o la lactancia, su uso debe ser moderado y consultado con un profesional, ya que podría inducir contracciones uterinas. También puede interactuar con medicamentos como anticoagulantes o sedantes, y su uso debe evitarse antes de cirugías por su efecto anticoagulante.
En grandes cantidades, puede provocar somnolencia, malestar estomacal o vómitos. Su aplicación directa en los ojos podría causar irritación.
SV
Cortesía de El Informador
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