La historia de la humanidad como especie no solo ha estado marcada por los avances tecnológicos, los cambios sociales o las revoluciones culturales, sino también por los desafíos invisibles procedentes del mundo microbiano. Uno de los giros más significativos en nuestro recorrido milenario sobre el planeta Tierra ocurrió durante la transición del Neolítico a la Edad del Bronce. Así, el cambio en el uso de materiales textiles, en particular la adopción de la lana, coincidió con la aparición de nuevas enfermedades. Un estudio reciente ha revelado que el uso de la lana y el desarrollo de formas de vida más sedentarias crearon el entorno perfecto para la propagación de una peligrosa bacteria: la Borrelia recurrentis, causante de la fiebre recurrente.
De la vida nómada al sedentarismo: un cambio trascendental
La transformación de las sociedades cazadoras-recolectoras en comunidades agrícolas sedentarias trajo consigo cambios de gran envergadura. Entre hace unos 6.000 a 4.000 años, en plena transición del Neolítico a la Edad del Bronce, los seres humanos comenzaron a vivir en asentamientos más densos, a domesticar animales y, en consecuencia, también a adoptar nuevos materiales textiles como la lana. Este nuevo entorno, aunque favoreció el desarrollo social y económico, también implicó una convivencia más estrecha entre humanos y parásitos.
Uno de esos parásitos fue el piojo humano (Pediculus humanus) que, hasta entonces, habían tenido una presencia y un impacto limitado. Sin embargo, el uso generalizado de la lana generó condiciones óptimas para que los piojos prosperaran, ya que las fibras lanosas ofrecen un ambiente ideal para que estos insectos depositen sus huevos. A diferencia del lino u otros materiales más lisos, la estructura de la lana retiene calor y humedad, condiciones ideales para que proliferen los ectoparásitos.
Borrelia recurrentis: de las garrapatas a los piojos
El agente patógeno en cuestión, la Borrelia recurrentis, es una bacteria responsable de la fiebre recurrente, una enfermedad caracterizada por episodios repetidos de fiebre intensa. Esta bacteria está emparentada con la que hoy causa la enfermedad de Lyme, pero con una forma de transmisión y evolución muy distinta.
Según una reciente investigación realizada por el equipo liderado por Pooja Swali, cuyos resultados se publicaron en la revista Science, la bacteria B. recurrentis evolucionó desde un ancestro transmitido por las garrapatas —en concreto, la Borrelia duttonii— para adaptarse al piojo humano como un nuevo vector de transmisión. Esta transición implicó tanto una transformación profunda en su genoma como en la forma en que provoca la enfermedad.
El estudio analizó cuatro genomas antiguos de B. recurrentis, obtenidos a partir de dientes humanos que datan de entre hace 2.300 y 600 años. Estos restos, provenientes de distintos yacimientos europeos, contenían ADN de la bacteria, en algunos casos en cantidades tan elevadas que sugieren infecciones graves o incluso mortales.

Cambios genéticos impulsados por el entorno humano
El análisis comparativo entre genomas antiguos y actuales de B. recurrentis reveló que la bacteria perdió una parte importante de su material genético durante su adaptación al piojo humano. Al mismo tiempo, también adquirió nuevos genes que le permitieron sobrevivir en su nuevo vector y sortear el sistema inmunitario humano. Estos cambios reflejan un proceso evolutivo dinámico, que se mantuvo activo hasta hace unos 1.000 años, momento en el que el genoma de la bacteria ya mostraba una configuración muy similar a la actual.
Los investigadores sostienen que el aumento de la densidad de población y el contacto estrecho entre individuos durante el Neolítico crearon las condiciones ideales para que B. recurrentis se propagara con eficacia. En los contextos modernos, la fiebre recurrente aún aparece en lugares con hacinamiento extremo y malas condiciones sanitarias, como los campos de refugiados. Esto refuerza la idea de que su transmisión siempre se ha vinculado a los factores ambientales y sociales.

Lana, pastoreo y nuevas formas de enfermedad
Uno de los aportes más originales del estudio es la hipótesis de que el desarrollo de la ganadería ovina —es decir, la cría de ovejas para la producción de lana— tuvo un papel decisivo en la evolución de B. recurrentis. Si bien la domesticación de animales ya había comenzado en un periodo cronológico anterior, la explotación intensiva de la lana coincidió con un aumento en la presencia y viabilidad de piojos, que encontraron en las prendas de lana un nuevo refugio.
Esto no implica que la lana en sí causase la enfermedad, sino que la interacción entre el uso de lana, la vida en comunidades densamente pobladas y la presencia del piojo humano creó un ecosistema perfecto para que una bacteria como la B. recurrentis cambiara de vector y se volviera más peligrosa. Así, una innovación cultural que representaba un progreso material y económico trajo consigo un riesgo biológico inesperado.
La arqueogenómica como herramienta para entender el pasado (y el futuro)
La clave para descubrir esta relación entre la lana, los piojos y las enfermedades reside en el estudio del ADN antiguo. Gracias a la secuenciación del genoma completo de bacterias en restos humanos de distintas épocas, los científicos han podido trazar líneas evolutivas precisas que revelan cómo los patógenos se adaptaron a nuevas circunstancias propiciadas por el comportamiento humano.
Como han afirmado los investigadores, los puntos temporales que se han identificado sugieren que algunos cambios en las sociedades humanas, como la introducción de nuevos materiales textiles o la convivencia en grupos más grandes, permitieron a la B. recurrentis cambiar de vector y volverse más letal. Este enfoque no solo nos permite entender mejor las enfermedades del pasado, sino también anticipar posibles patrones de evolución de los patógenos actuales y futuros. Asimismo, los estudiosos también han subrayado que la capacidad de esta bacteria para propagarse y causar enfermedades parece depender del context.

Cuando los cambios tecnológicos traen nuevos riesgos
La historia de la Borrelia recurrentis supone una lección de cómo la evolución biológica y los cambios culturales están profundamente entrelazados. El uso de lana en el Neolítico, junto con la vida sedentaria y el aumento en la densidad poblacional, no solo transformó el día a día de las primeras comunidades agrícolas, sino que también facilitó la emergencia de enfermedades más agresivas.
Este caso es un ejemplo claro de cómo funciona la coevolución entre seres humanos y patógenos. A medida que cambiamos nuestros hábitos y modos de vida, también alteramos el ecosistema microbiano que nos rodea. Entender cómo estos cambios históricos influyeron en la evolución de enfermedades es fundamental para prevenir futuros brotes epidémicos y para recordar que las variaciones tecnológicas siempre conllevan desafíos invisibles.
Referencias
- Swali, P. et al. 2025. “Ancient Borrelia genomes document the evolutionary history of louse-borne relapsing fever”. Science, 388.6749. DOI: 10.1126/science.adr2147
Cortesía de Muy Interesante
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