Este bumerán de 40.000 años es la prueba tecnológica de que nuestros antepasados eran grandes inventores

Cuando se habla de bumeranes, lo primero que viene a la mente suelen ser las tradiciones aborígenes australianas. Pero un descubrimiento en el sur de Polonia ha venido a romper ese molde de forma espectacular. En una pequeña cueva de los Cárpatos, arqueólogos hallaron un bumerán de marfil de mamut que, con unos 40.000 años de antigüedad, no solo es el más antiguo de Europa, sino posiblemente el más antiguo del mundo. Esta herramienta, tallada con precisión en un colmillo de mamut, nos obliga a repensar qué sabíamos sobre la creatividad y la capacidad técnica de los primeros Homo sapiens en el continente.

El estudio, publicado en PLOS One, presenta una datación extremadamente rigurosa que sitúa este artefacto en un momento clave del Paleolítico superior. No es solo un hallazgo curioso, sino una ventana a las habilidades cognitivas y tecnológicas de nuestros ancestros. Como afirma el equipo de investigación, el objeto “representa uno de los ejemplares más antiguos conocidos en Europa, y posiblemente en todo el mundo, de esta herramienta compleja”.

Un hallazgo que desconcierta y fascina

La historia de este bumerán comienza en los años 80, cuando arqueólogos exploraban la cueva Obłazowa, al sur de Polonia. Allí, entre sedimentos rojizos cubiertos de ocre, encontraron un conjunto de objetos excepcionales: colmillos, huesos humanos, dientes de zorro perforados y una pieza curvada de marfil de unos 72 centímetros de largo. Su forma y acabado eran tan específicos que los investigadores no tardaron en vincularla con los bumeranes no retornables usados por pueblos aborígenes de Queensland, Australia.

Durante décadas, la datación de este objeto generó dudas. Un análisis de 1996 arrojó un resultado sorprendentemente reciente: unos 18.000 años, lo que parecía incompatible con el contexto arqueológico. Los autores del nuevo estudio sospecharon que ese resultado había sido alterado por contaminantes modernos, como adhesivos usados durante la conservación. Para solucionarlo, recurrieron a una estrategia indirecta: fechar los huesos de animales y el fósil humano hallados en la misma capa del yacimiento.

Gracias a una combinación de análisis de ADN antiguo, isótopos estables y modelos estadísticos bayesianos, el equipo pudo fechar con gran precisión la capa VIII, donde se halló el bumerán. Los resultados indican que el artefacto fue tallado entre 42.290 y 39.280 años antes del presente, con una probabilidad del 95,4 %.

Fuente: PLOS ONE

Tecnología avanzada en una Europa glacial

Este bumerán no era una simple rama curva. Fue cuidadosamente tallado, pulido y modificado. La cara convexa, correspondiente al exterior del colmillo, muestra estrías diagonales artificiales. En la cara opuesta, más plana, se aprecian líneas paralelas finas y otras más profundas que podrían ser decorativas. Además, hay restos de pigmento rojo, probablemente ocre, lo que sugiere que el objeto pudo tener valor simbólico o ritual.

Uno de los aspectos más intrigantes es su aparente orientación para ser usado con la mano derecha, lo que sugiere que los primeros Homo sapiens ya tenían una preferencia manual bien establecida. El desgaste en ciertas zonas indica que se usó con frecuencia, y los arqueólogos lo describen como un objeto de agarre, no como una punta montada en un asta. Todo apunta a que se trataba de un instrumento multifuncional, tal vez usado en la caza, en actividades domésticas o incluso en prácticas chamánicas.

La comparación con otros artefactos europeos muestra lo extraordinario del hallazgo. Existen palos arrojadizos de madera en Alemania con hasta 300.000 años, pero no tienen la forma curva ni el diseño específico del bumerán. El hecho de que esté hecho de marfil, un material mucho más duradero pero difícil de trabajar, indica una intención y habilidad técnica destacables por parte de sus fabricantes.

Fuente: PLOS ONE

Un contexto humano y cultural singular

Lo más sorprendente es que este objeto no fue hallado de forma aislada. Junto al bumerán apareció una falange distal izquierda humana, un diente tallado y colgantes hechos con caninos de zorro ártico. Los autores interpretan este conjunto como un posible depósito ritual. El análisis morfológico y genético confirmó que el hueso humano pertenecía a Homo sapiens, y los análisis isotópicos indican que se alimentaba de alimentos terrestres y posiblemente pescado de agua dulce, según sus niveles de nitrógeno y azufre.

Además, los objetos de piedra asociados muestran una clara filiación con la cultura aurignaciense temprana, una tradición que se extendió rápidamente por Europa hace unos 42.000 años. Esta cultura se caracteriza por una explosión de comportamientos simbólicos: figurillas de marfil, instrumentos musicales y herramientas decoradas. El bumerán de Obłazowa encaja perfectamente en este patrón de creatividad y sofisticación técnica.

El estudio sugiere incluso que el artefacto pudo haber sido fabricado fuera de la cueva y transportado allí. No se hallaron restos del marfil usado para tallarlo, lo que apoya la hipótesis de una producción móvil y especializada. La cueva, por tanto, no sería un simple refugio, sino un espacio con funciones complejas, posiblemente de encuentro o de práctica ritual.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Revisando los prejuicios sobre el pasado

Este descubrimiento desmonta varios supuestos comunes sobre la evolución tecnológica humana. Durante mucho tiempo se asumió que herramientas como los bumeranes eran invenciones locales, limitadas a contextos específicos como Australia. Sin embargo, los hallazgos en Polonia apuntan a que las ideas tecnológicas complejas surgieron de forma independiente en distintas regiones del planeta.

También desafía la idea de que los primeros Homo sapiens en Europa eran tecnológicamente rudimentarios en comparación con sus sucesores. Este bumerán muestra que ya entonces existía una capacidad para trabajar materiales difíciles, un sentido de la estética y quizás incluso un pensamiento simbólico avanzado.

Los propios autores del estudio afirman que el artefacto “ilustra tanto las habilidades técnicas como los avances cognitivos de Homo sapiens en la fabricación de herramientas complejas”. Esta frase resume bien la importancia del hallazgo: no es solo un objeto antiguo, sino una prueba directa del ingenio y la creatividad que nuestros antepasados desplegaron en condiciones climáticas duras y entornos hostiles.

Referencias

  • Talamo S, Casaccia N, Richards MP, Wacker L, Tassoni L, Nadachowski A, et al. Boomerang and bones: Refining the chronology of the Early Upper Paleolithic at Obłazowa Cave, Poland. PLOS ONE. 2025; 20(6): e0324911. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0324911.

Cortesía de Muy Interesante



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