El primer emperador de China, Ying Zheng, conocido también como Qin Shi Huang, nació en el año 259 a.C. y fue el fundador de la dinastía Qin. Entre sus logros destaca la unificación del país. Tras su muerte, en el año 210 a.C., se construyó su majestuosa tumba, acompañada por un célebre grupo de soldados denominados los “guerreros de terracota”.
A pesar del tiempo transcurrido, la tumba del emperador, un complejo del siglo III a.C., permanece cerrada. Los arqueólogos no han logrado abrirla, aunque no es debido a las supuestas maldiciones que suelen popularizarse en películas.
Las figuras de terracota
Para comprender más sobre Qin Shi Huang, es importante recordar que fue el primer emperador de China, conocido por sus reformas políticas y administrativas. Entre sus logros sobresalen la estandarización de la escritura, la moneda y las medidas en todo el territorio, así como la supervisión de la construcción de la Gran Muralla China. Sin embargo, su gobierno también estuvo marcado por la represión y la censura hacia quienes cuestionaban su mandato.
La tumba de Qin Shi Huang se encuentra a un kilómetro y medio de los guerreros de terracota. Se estima que el mausoleo alberga alrededor de 8,000 figuras, de las cuales se han desenterrado aproximadamente 2,000. Entre ellas se incluyen soldados, funcionarios, músicos e incluso acróbatas.
Ubicada en la provincia de Shaanxi, en China central, esta construcción, rica en arte y elementos funerarios decorativos, forma parte de un conjunto arqueológico. Desde 1987, está incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Aunque existe información abundante sobre el sitio, la tumba del emperador sigue siendo un misterio. Con más de 20 siglos de antigüedad, permanece intacta, y nadie ha osado abrirla hasta ahora.
Una tumba de la que no hay mucha información
La negativa a explorarla tiene varias razones. Una de ellas es la posibilidad de que contenga trampas, aunque no hay evidencia concluyente en los escritos de la época que confirme su existencia. Algunos expertos consideran que estas trampas pudieron ser propaganda para disuadir saqueadores. Además, incluso si existieran, no es seguro que funcionen tras más de 2,200 años.
Entre las posibles trampas destacan aquellas relacionadas con el mercurio. Este elemento fue utilizado en el mausoleo para representar cuerpos de agua mediante pinturas, lo que, aunque artístico, plantea riesgos para la salud. La exposición al mercurio, ya sea por inhalación, ingesta o contacto directo, puede provocar daño neurológico, problemas cardiovasculares, y afecciones renales y gastrointestinales.
Una investigación de 2020 realizada por científicos chinos detectó concentraciones de mercurio inusualmente altas en el entorno del mausoleo, lo que confirma la necesidad de adoptar medidas de protección para ingresar al lugar. También existen teorías sobre la posible presencia de explosivos, aunque estas carecen de confirmación.
La falta de tecnología
Más allá de las trampas y los riesgos, el principal obstáculo para abrir la tumba es la falta de tecnología que permita hacerlo sin causar daños. Las herramientas actuales podrían destruir objetos o información valiosa, mientras que la exposición al aire y la humedad podría deteriorar los artefactos preservados.
Por el momento, no existe una fecha definida para la apertura de la tumba. La decisión recae en el gobierno local, que se muestra cauteloso debido al valor histórico y cultural del sitio, tanto para China como para el mundo.
Actualmente, se están desarrollando métodos de excavación menos invasivos, como el uso del “cañón de muones”, una técnica que permite visualizar el interior de estructuras cerradas. Este método ya ha sido utilizado en México para explorar las pirámides del país.
Cortesía de Xataka
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