Este hábito al dormir podría estar dañando tu salud, revela un gran estudio con datos reales

Hay quienes se acuestan a las diez de la noche como un reloj. Otros, en cambio, van postergando el momento de ir a la cama hasta que el sueño o el aburrimiento vencen. Luego están los que duermen bien entre semana pero hacen “binge sleep” los fines de semana para recuperarse. Este tipo de comportamientos, comunes y aparentemente inofensivos, podrían estar contribuyendo de forma silenciosa al desarrollo de enfermedades graves, según un estudio masivo que ha analizado datos de sueño reales de más de 88.000 personas.

La investigación, publicada en Health Data Science, aporta una novedad clave: no solo importa cuánto dormimos, sino cuándo y cómo lo hacemos. Basado en datos objetivos de acelerometría y no en cuestionarios subjetivos, el estudio relaciona directamente ciertos patrones del sueño con 172 enfermedades distintas. Y no se trata de asociaciones menores: en algunos casos, hasta el 52% del riesgo de padecer ciertas enfermedades podría deberse a cómo dormimos.

Dormir a deshoras: una amenaza real para la salud

Uno de los hallazgos más llamativos del estudio es el impacto de los horarios irregulares para dormir. Personas que se acostaban después de las 00:30 mostraron un 2,57 veces mayor riesgo de desarrollar cirrosis hepática en comparación con quienes lo hacían entre las 23:00 y las 23:30. Esta diferencia no depende de la duración del sueño, sino de la hora en que se inicia.

Otro indicador relevante es la llamada estabilidad interdía, que mide si nuestros horarios de sueño se mantienen consistentes a lo largo de los días. Una baja estabilidad (dormir cada día a una hora diferente) se asoció con un riesgo 2,61 veces mayor de gangrena, una afección grave relacionada con la circulación y las infecciones.

Estos resultados apuntan a que nuestros cuerpos no toleran bien la falta de regularidad, incluso aunque durmamos el mismo número de horas. Las consecuencias pueden manifestarse en órganos tan distintos como el hígado, la piel o los pulmones.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Más de 170 enfermedades vinculadas al sueño

El estudio encontró asociaciones significativas entre los patrones de sueño y 172 enfermedades distintas, clasificadas en 13 grandes sistemas del cuerpo humano. Entre ellas destacan trastornos del sistema circulatorio, endocrino, digestivo, nervioso, musculoesquelético, urinario y respiratorio. En conjunto, se identificaron 349 asociaciones específicas entre un rasgo del sueño y una enfermedad concreta.

Los investigadores identificaron seis rasgos del sueño relevantes, agrupados en tres dimensiones: duración y horario de inicioritmo (amplitud relativa y estabilidad interdía), y fragmentación (eficiencia del sueño y número de despertares). La dimensión del ritmo fue la más asociada a enfermedades: casi la mitad de las relaciones detectadas estaban vinculadas a este aspecto.

No se trata de una suma de efectos menores. En 92 de las enfermedades analizadas, más del 20% del riesgo podía atribuirse a características del sueño. En casos concretos, como el Parkinson o la insuficiencia renal aguda, el sueño explicaba hasta el 37% y el 22% del riesgo, respectivamente.

Fuente: ChatGPT / E. F.

¿Dormir mucho es malo? Depende de cómo se mida

Hasta ahora, muchos estudios habían asociado dormir más de 9 horas con enfermedades cardiovasculares y otras dolencias. Sin embargo, este nuevo análisis pone en duda esas conclusiones. Según los autores, buena parte de esos resultados podrían deberse a errores de medición en los estudios anteriores, que usaban solo encuestas y no datos objetivos.

El 21,67% de las personas que decían dormir más de 9 horas realmente dormían menos de 6 horas, según los acelerómetros. Es decir, pasaban mucho tiempo en la cama, pero sin dormir. Esto puede haber contaminado los análisis previos, haciendo parecer que “dormir mucho” era un factor de riesgo, cuando en realidad quienes más enferman eran los que dormían poco pero no lo sabían.

Nuestros hallazgos subrayan la importancia pasada por alto de la regularidad del sueño”, escriben literalmente los autores del artículo, quienes concluyen que es momento de ampliar la definición de sueño saludable, más allá de contar solo las horas.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Un reloj biológico roto: el papel del ritmo circadiano

La parte más novedosa de este trabajo está en su enfoque sobre el ritmo. La regularidad en los horarios y la robustez del ciclo sueño-vigilia (amplitud y estabilidad) resultaron claves para la salud general. Personas con ritmos muy poco marcados tenían más riesgo de enfermedades respiratorias como EPOC, renales, metabólicas y trastornos del ánimo.

Además, estas asociaciones fueron confirmadas en otra población distinta: los datos del NHANES en Estados Unidos replicaron los hallazgos sobre enfermedades como la insuficiencia renal aguda, la diabetes tipo 2 y la depresión, en relación con el ritmo del sueño.

El cuerpo humano necesita un ritmo predecible, tanto en las horas de luz como de descanso. Cuando ese ritmo se rompe por horarios cambiantes o falta de contraste entre actividad diurna y nocturna, diversos sistemas —inmunológico, metabólico, digestivo— pueden desequilibrarse.

La inflamación como posible mecanismo

Los investigadores también analizaron cómo estos patrones de sueño alterados podían desencadenar enfermedades. Una de las hipótesis más sólidas se relaciona con la inflamación. Se encontró que marcadores como la proteína C-reactiva, los leucocitos y los eosinófilos mediaban parte del efecto del sueño sobre enfermedades como la EPOC o el fallo renal agudo.

Por ejemplo, en el caso del fallo renal agudo, la proteína C-reactiva explicaba el 10,5% del riesgo asociado al mal ritmo del sueño, mientras que los eosinófilos contribuían con un 8,2% y los leucocitos con un 1,9%. Esto sugiere que la alteración del ritmo puede activar procesos inmunológicos que terminan dañando órganos específicos.

Por qué este estudio cambia las reglas del juego

Esta investigación destaca por su tamaño y por la calidad de los datos. Se trata del primer estudio que evalúa relaciones entre el sueño y enfermedades a lo largo de todo el cuerpo humano usando mediciones objetivas, con casi 90.000 personas monitorizadas durante más de seis años.

Además, desmonta algunos mitos y errores comunes en la investigación previa sobre el sueño, especialmente aquellos basados en autoinformes. Al usar acelerometría, los investigadores han podido detectar patrones invisibles para las encuestas.

Esto cambia el enfoque con el que debe entenderse la salud del sueño: no basta con dormir “lo suficiente” si lo hacemos en horarios erráticos, con poca calidad o con ritmos débiles. De hecho, varios de los rasgos del sueño estudiados pueden mejorarse con hábitos simples: mantener horarios regulares, evitar pantallas antes de dormir o reducir la exposición a luz artificial nocturna.

Referencias

  • Wang Y, Wen Q, Luo S, Tang L, Zhan S, Cao J, Wang S, Chen Q. Phenome-wide Analysis of Diseases in Relation to Objectively Measured Sleep Traits and Comparison with Subjective Sleep Traits in 88,461 Adults. Health Data Science. 2025;5:Article 0161. https://doi.org/10.34133/hds.0161.

Cortesía de Muy Interesante



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