Este superdeportivo eléctrico desafía la gravedad: es tan poderoso que podrías manejarlo de cabeza

Un superdeportivo eléctrico, que suena como turbina de avión, acaba de poner patas arriba todo lo que sabíamos sobre aerodinámica. Literalmente. Se llama McMurtry Spéirling y es un monoplaza británico que, en lugar de alerones gigantes o faldones activos, recurre a un ventilador oculto bajo su carrocería para succionar el aire por debajo del chasís. El resultado: una fuerza de 2,000 kilogramos capaz de mantenerlo pegado al asfalto incluso si estuviera de cabeza.

No es un concepto nuevo, pero sí uno que parecía enterrado desde que la FIA prohibió el Brabham BT46B en 1978. Ese monoplaza, diseñado por Gordon Murray y pilotado por Niki Lauda, utilizó por primera vez un sistema de ventilador para ganar ventaja en la pista. Ganó su única carrera y nunca volvió a competir. Ahora, casi medio siglo después, McMurtry Automotive ha resucitado esa idea y la ha llevado al extremo con un superdeportivo eléctrico que no está hecho para homologación de calle ni para competencias oficiales.

El Spéirling mide apenas 3.2 metros, pesa menos de una tonelada y genera 1,000 caballos de fuerza con un tren motriz eléctrico que empuja como una catapulta. Pero eso no es lo que lo hace especial. Su Downforce-on-Demand, el sistema de carga aerodinámica activa, es lo que cambia las reglas del juego. McMurtry lo ha llevado tan lejos que no se conformó con marcar récords: también lo puso boca abajo y lo mantuvo suspendido como si la gravedad no existiera.

La clave está en el ventilador. Mientras otros autos dependen de la velocidad para generar downforce, este lo hace incluso en reposo. A máxima capacidad, el sistema produce un estruendo de 120 decibeles, similar al despegue de un avión comercial. Pero no es solo ruido: la succión que provoca basta para doblar las leyes de la física. Por eso pudo aniquilar el récord del circuito de Top Gear, superando por más de tres segundos el tiempo del Renault R24 de Fórmula 1. Ese mismo auto lo condujo Fernando Alonso en 2004.

McMurtry Spéirling en pruebas de circuito.

Nadie esperaba que un coche eléctrico con aspiraciones de juguete de millonario pudiera arrasar con hiperdeportivos y monoplazas de competición en circuito. Tampoco que usara una tecnología que parecía obsoleta desde los años 70. Pero McMurtry demostró que la velocidad no siempre viene del motor más potente, sino del diseño más inteligente. Al sacar del cajón una vieja idea prohibida, volvió a colocarla en el centro de la conversación.

Las primeras unidades del Spéirling se entregarán en 2026. Serán solo 100 y cada una contará con mejoras frente al prototipo récord: más autonomía, mejor refrigeración y más refinamiento para circuito. Este coche no solo desafía a Ferrari o Bugatti. Desafía a la física. Y lo hace con un ventilador. Uno tan potente que, si el coche pudiera, se iría volando. Pero no lo hace. Se queda pegado al piso como si la gravedad fuera opcional.

Cortesía de Xataka



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