Esto es lo que han descubierto los investigadores sobre el “príncipe de hielo”, el misterioso infante inhumado en una tumba medieval alemana

La arqueología es una disciplina acostumbrada a trabajar con la muerte. Una veces, explora los contextos de civilizaciones del pasado o la dimensión de ciertos usos y creencias ya desaparecidos. Otras, se dedica a recuperar y analizar restos humanos de cementerios y tumbas. En octubre de 2021, un hallazgo arqueológico sin precedentes conmocionó al pequeño municipio de Mattsies, en la región de Unterallgäu (Baviera, Alemania). Se trataba de un niño del siglo VII que había sido inhumado con un ajuar de lujo. La corta edad del infante y la finura de los objetos que lo acompañaban, sin embargo, no fueron los únicos elementos destacables del hallazgo.

Para extraer el cuerpo de la tumba y asegurar una óptima conservación de los restos, el equipo de investigación recurrió a una técnica nunca antes aplicada a este tipo de contextos: la Schockfrostung o congelación rápida con nitrógeno líquido. Desde entonces, el pequeño ha pasado a conocerse como el Príncipe de hielo de Mattsies.

Tumba del “príncipe de hielo”. Fuente: Bayerisches Landesamt für Denkmalpflege

Una tumba excepcional bajo un antiguo edificio romano

El sepulcro se descubrió durante unas excavaciones preventivas ligadas a la urbanización de una nueva zona residencial. Como se sospechaba la presencia de restos arqueológicos en el área, desde el inicio se contó con la participación del Bayerisches Landesamt für Denkmalpflege (BLfD), el organismo encargado de la conservación del patrimonio en Baviera.

Fue en esta zona de intervención donde se halló la tumba infantil, extraordinariamente bien conservada. Se emplazaba en el interior de una estructura cuadrada de unos ocho metros de lado que, en origen, formó parte de una antigua villa rústica romana, pero que se readaptó como cámara funeraria. La estructura romana reconvertida en mausoleo, además, se cubrió con un nuevo tejado hasta en dos ocasiones tras la inhumación del niño, lo que parece indicar que el edificio se siguió usando como lugar de culto durante, al menos, la generación posterior.

La tumba estaba completamente sellada por losas de piedra, lo que impidió que se infiltrasen sedimentos durante casi 1300 años. Esta circunstancia fue clave para que se conservaran textiles, restos de cuero y otros elementos orgánicos con un grado de integridad excepcional.

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Tumba del “príncipe de hielo”. Fuente: Bayerisches Landesamt für Denkmalpflege

La tecnología del frío extremo al servicio de la arqueología

A pesar de su notable estado de conservación, el contenido de la tumbapresentaba un estado frágil y sedimentariamente inestable. Por ello, los especialistas del BLfD desarrollaron una técnica innovadora para poder extraer los materiales sin dañarlos. La tumba se pulverizó capa por capa con agua y, a continuación, se congeló con nitrógeno líquido a -196 °C.

Este proceso generó un bloque de hielo protector sin dañar las estructuras internas. Además, la congelación evitó la formación de cristales grandes, que habrían destruido tejidos delicados. Tras catorce horas de trabajo continuo, una grúa levantó el bloque y lo transportó al laboratorio de conservación en Bamberg, donde permaneció congelado hasta el momento de su análisis. Fue la primera vez que se utilizó esta técnica en un contexto funerario del primer milenio europeo y su éxito ha marcado un hito en la arqueología de conservación.

Pieza de oro del
Una pieza del ajuar funerario. Fuente: Bayerisches Landesamt für Denkmalpflege

Un ajuar digno de un pequeño aristócrata

La riqueza de los objetos hallados en la tumba respalda la hipótesis de que el niño pertenecía a una familia de alta posición social que, posiblemente, ejerció su poder a nivel regional. El cuerpecito se depositó sobre una piel. Estaba vestido con ropa de lino fino decorada con tiras de seda —un material, que en aquel tiempo, solo podía obtenerse mediante contactos con el Imperio bizantino—, pantalones y zapatos de cuero con espuelas de plata, y un cinturón con una vaina de espada ornamentada en oro. También se encontraron brazaletes de plata en los brazos del infante y un paño decorado con una cruz de láminas de oro, que refleja una religiosidad cristiana temprana combinada con las prácticas funerarias tradicionales.

A sus pies, sobre lo que probablemente fue una alfombra tejida, se depositaron utensilios de gran valor simbólico y material. Entre ellos, figuran un cuenco de bronce, una escudilla de madera, un pequeño vaso esférico con apliques de plata, restos de avellanas, manzanas y peras, y los fragmentos de un cochinillo desmembrado con esmero. Este conjunto evoca la escenografía de un banquete ceremonial, típico de las élites de la época, donde se peinaba el cabello, se lavaban las manos en cuencos de metal y se comía en vajilla de lujo.

Niño aristocrático
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Un niño de año y medio, amamantado hasta su muerte

Los análisis forenses realizados por el equipo del BLfD y loa colaboradores externos han permitido reconstruir algunos aspectos clave de la vida del infante. Según los resultados genéticos, tenía el cabello claro y los ojos azules, y habría vivido entre los años 670 y 680 d. C. Los estudios isotópicos de estroncio y ADN sugieren, además, que era oriundo de la región.

Se estima que el “príncipe de hielo” murió cuando tenía un año y medio, según lo indica el desarrollo de su dentición. De hecho, se ha determinado que fue amamantado hasta su fallecimiento, lo que concuerda con las prácticas maternas habituales en las sociedades de la Alta Edad Media.

La causa de la muerte también ha podido esclarecerse. El niño falleció por una infección crónica derivada de una otitis media. Aunque la leche materna proporciona defensas inmunológicas importantes en edades tempranas, en una época en la que se desconocían los antibióticos, esta enfermedad podía complicarse hasta resultar letal, como ocurrió en este caso.

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Uso pionero del nitrógeno líquido. Fuente: Bayerisches Landesamt für Denkmalpflege

Un legado conservado gracias a la innovación

Para el BLfD, el hallazgo del “príncipe de hielo” y su conservación marcan un antes y un después en la gestión del patrimonio arqueológico frágil. La congelación rápida con nitrógeno líquido abrió una vía completamente nueva para el estudio arqueológico de los restos orgánicos más sensibles. Gracias a esta intervención, hoy es posible reconstruir no solo el entorno funerario de un infante del siglo VII, sino también su biografía, su entorno social, su alimentación, su cultura material y su papel simbólico dentro de una comunidad germánica de alto rango.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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