Estos científicos descubrieron que nuestros ancestros usaban las manos como multiherramienta: para trepar árboles y fabricar cosas

Un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances revela que dos especies importantes de antiguos homínidos, el Australopithecus sediba y el Homo naledi, utilizaban sus manos tanto para trepar como para manipular objetos con destreza, una combinación que ofrece nuevas pistas sobre cómo evolucionó el uso de las manos en los seres humanos.

Durante años, los científicos debatieron si la forma de las manos de los primeros homínidos era un vestigio de su pasado arbóreo o si reflejaba una función activa. Ahora, gracias al análisis interno del hueso cortical de los dedos, este nuevo estudio aporta pruebas de que esas características “simiescas” eran funcionalmente importantes, no solo formaban parte de su cuerpo sin algún propósito.

Un escaneo 3D que viaja millones de años al pasado

Para obtener esta información, los científicos analizaron fósiles de manos provenientes del sur de África, pertenecientes a Australopithecus sediba (que vivió hace 2 millones de años) y Homo naledi (de hace unos 300 mil años) y utilizaron tecnología de escaneo 3D para medir el grosor y la distribución del hueso cortical en los dedos.

Las manos son una de las principales formas en que interactuamos con el mundo que nos rodea“, comentó la paleontóloga Erin Marie Williams-Hatala a AP News. Ella no participó directamente en la investigación pero elogió el enfoque y según el citado medio, estos escaneos permiten observar cómo el uso repetido de las manos modifica internamente los huesos lo que revela patrones de carga y uso específicos como trepar, martillar o agarrar dejan huellas diferentes.

Australopithecus sediba: el trepador con pulgar hábil

Según la investigación, el Australopithecus sediba tenía una estructura ósea en los dedos muy similar a la de los grandes simios actuales. Esto sugiere que este homínido utilizaba sus manos principalmente para locomoción, por ejemplo, al colgarse o escalar árboles, aunque también mostraba señales de manipulación, especialmente en el pulgar y el quinto dedo.

Estos fósiles revelan una curiosa mezcla: dedos con curvas y estructuras diseñadas para el agarre potente en escalada, junto con un pulgar largo y flexible, adaptado para realizar agarres precisos. El estudio sugiere que Australopithecus sediba podía realizar manipulaciones similares a las de los humanos actuales, aunque probablemente con menos fuerza y control.

Homo naledi: ¿el primer escalador con estilo?

Por su parte, Homo naledi muestra un patrón todavía más complejo. De acuerdo con la investigación, sus huesos tienen un diseño que se asemeja al de humanos modernos en la parte dorsal de los dedos, pero conserva una estructura de fuerza en la parte palmar que es clave en la escalada.

Lo más interesante, según los autores, es que esta combinación podría reflejar el uso de una técnica de agarre parecida a la de los escaladores actuales: el “crimp grip”, que requiere una flexión intensa de los dedos.

“Probablemente caminaban sobre dos pies y usaban las manos para manipular objetos o herramientas, pero también pasaban tiempo trepando y colgándose”

Fue lo que explicó Samar Syeda, coautora del estudio y paleoantropóloga del Museo Americano de Historia Natural a AP.  Además, el Homo naledi presenta un pulgar fuerte y robusto, capaz de realizar movimientos de precisión similares a los nuestros, lo cual refuerza la hipótesis de que también podía fabricar o usar herramientas, aunque no hay evidencia directa de ello aún.

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Evolución no lineal: no todo fue de lo “simiesco” a lo “humano”

Uno de los hallazgos clave del estudio es que la evolución de la mano humana no siguió una línea recta. Según AP News, Rick Potts, paleoantropólogo del Smithsonian que no participó en el estudio, señaló que estos resultados cuestionan la idea de una progresión simple desde una mano simiesca a una completamente humana. En cambio, parecen indicar múltiples “soluciones evolutivas” al desafío de combinar trepar con manipular.

Como señala el estudio, la coexistencia de rasgos funcionales tanto para escalar como para fabricar herramientas sugiere que los primeros humanos no abandonaron completamente sus hábitos arbóreos al comenzar a usar herramientas: los combinaron.

El uso de microtomografías computarizadas (micro-CT) y modelados digitales permite observar no solo la forma externa de los huesos, sino cómo estos se adaptaron al uso durante la vida del individuo. El análisis de la distribución del hueso cortical, más grueso donde hay más presió, aporta información que antes era imposible de captar y ayuda a reconstruir cómo vivían, se movían y sobrevivían nuestros ancestros hace cientos de miles o incluso millones de años.

Cortesía de Xataka



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