
Aunque muchas personas las desechan sin pensarlo, las semillas de papaya han comenzado a destacar en el mundo de la salud natural gracias a sus posibles efectos positivos sobre el hígado. Lejos de ser solo un residuo de la fruta, estos pequeños elementos concentran propiedades que podrían contribuir a la depuración del organismo, en especial del sistema hepático.
Pese a sus posibles bondades, no son un remedio milagroso ni están exentas de riesgos: deben consumirse de forma moderada y con conocimiento.
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Las semillas de papaya contienen enzimas naturales como la papaína y la carpaína, que se han estudiado por su capacidad para combatir parásitos, reducir inflamaciones y actuar como antioxidantes. Estos efectos podrían aliviar la carga del hígado al facilitar la digestión y reducir el estrés oxidativo, que es una de las principales causas de daño celular en este órgano.
Además, su contenido en fibra dietética favorece la limpieza intestinal, promoviendo la eliminación de sustancias nocivas antes de que lleguen al hígado, lo cual puede mejorar su funcionamiento de forma indirecta.
¿Cómo consumirlas sin dañar el cuerpo?
De acuerdo con Infobae, aunque hay quienes exageran sus beneficios, los expertos en terapias naturales suelen recomendar un consumo controlado: entre 5 y 10 semillas al día es una cantidad razonable. Se pueden masticar en ayunas o triturar y agregar a líquidos como agua o jugos.
Este límite es importante porque, en exceso, pueden generar molestias digestivas o incluso afectar los riñones. Por ello, se sugiere tomarlas en periodos cortos, por ejemplo, durante 7 a 10 días seguidos de una pausa, para evitar la acumulación de ciertos compuestos como los alcaloides.
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El sabor de las semillas, fuerte y picante, también actúa como una especie de señal natural: si el cuerpo las rechaza o no las tolera bien, es mejor reducir la cantidad o suspender su uso.
Aunque son naturales, estas semillas no son seguras para todas las personas. Deben evitarse en casos de embarazo, úlceras gástricas, gastritis aguda o enfermedades inflamatorias del tracto digestivo. También pueden interferir con medicamentos como anticoagulantes o diuréticos, por lo que no deben mezclarse con tratamientos médicos sin orientación profesional.
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AO
Cortesía de El Informador
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